Si para una persona adulta cruzar la peligrosa selva de Darién, entre Panamá y Colombia, representa un reto complejo, para un menor de edad el desafío es mayor. Este último escenario se agrava, cuando el niño o la niña no cuentan con la compañía de sus padres en la travesía.
De hecho, el 2022 cerró con una cifra nunca antes vista de niños que llegaron a las estaciones receptoras de Darién o albergues sin la compañía de sus progenitores. En total, se atendieron 416 casos de menores de edad que arribaron al país en esa situación, de los cuales 295 se comprobó que venían bajo la tutela de un tío o hermano mayor, con permiso de sus padres en su país de origen, mientras que en otros 118 casos sus padres se quedaron rezagados en la selva y llegaron días después a la provincia de Darién.
Además hubo tres casos en los que no se pudo dar con el paradero de un familiar. En estas situaciones generalmente se presume que los padres fallecieron durante la exigente caminata, entre ríos y jungla, la cual puede tomar hasta siete días.
Según la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf) cuando detectan a menores de edad que viajan con familiares que no son sus padres, la entidad verifica por medio de las distintas embajadas la autorización y vínculos consanguíneos de parentesco. La mayoría de estos casos se da con adolescentes, entre 15 y 17 años.
En lo que respecta a los menores de edad que llegan a las estaciones receptoras sin la compañía de un familiar, Senniaf los traslada a una casa de acogida habilitada para tal fin en la provincia, donde permanecen hasta que lleguen sus padres. Se han reportado casos en los que el progenitor, sobre todo madres, pide ayuda a otros migrantes, para que le ayuden con los niños. Posteriormente, ambos se encuentran en Darién.
No obstante, si la entidad no da con algún familiar del menor de edad, solicitan ante el Órgano Judicial, en particular al Juzgado de Niñez y Adolescencia, la autorización para que el niño, niña o adolescente pueda optar a otra alternativa de acogida, preferiblemente de tipo familiar (familias acogentes) y, como última opción, una alternativa institucional (albergue). Algunos padres de los menores de edad mueren durante el duro viaje.
Sin nacionalidad
A parte de todo el escenario anterior, el país también ha tenido que ayudar con los casos de menores de edad apátrida, es decir que no tienen nacionalidad.
Por ejemplo, en el 2022, la Senniaf, a través de su regional en la provincia de Darién, atendió cinco casos de niños y niñas en esta situación. Dos casos (Ecuador y Colombia), estuvieron a órdenes del Juzgado de Niñez y Adolescencia de la provincia de Darién y tres casos (Perú, Colombia y Ecuador), estuvieron a órdenes de la Senniaf. Los padres eran de nacionalidad venezolana.
De acuerdo con Senniaf los menores de edad llegaron a Panamá con sus certificados de nacidos vivos, pues nacieron en otros países diferentes a la nacionalidad de los padres en su tránsito migratorio y no fueron inscritos. En ese contexto, el certificado de nacidos vivos no evidencia de manera certera el vínculo familiar, porque no lleva el nombre del niño y solo sirve para inscribir al bebé en las oficinas de registro civil en el país de nacimiento.
Por tal razón y en conjunto con el Juzgado de Niñez y Adolescencia, y con la finalidad de descartar una posible trata de personas, se realizaron las pruebas de ADN y trámites correspondientes para verificar los vínculos consanguíneos.
Las pruebas determinaron que en efecto eran sus padres, dando como resultado su verificación de vínculos, permitiéndoles seguir su paso migratorio por Panamá hacia su lugar de destino.
Margarita Sánchez, oficial de Protección Infantil en Emergencias de Unicef en Panamá, quien desde 2019 ha sido la encargada de apoyar a las familias migrantes con niños una vez salen de la selva tras días de camino, explicó que este año es la primera vez que se identifican casos de niños en riesgo de apátrida.
La apátrida es la condición en la cual una persona no ha sido reconocida legalmente por algún Estado, por lo que no cuenta con documentos que certifiquen su identidad, nombre, ni nacionalidad, que son derechos amparados por la Convención sobre los Derechos del Niño. Sin identidad, los niños y niñas tampoco tienen acceso a derechos como salud, educación y protección social, entre otros.
El mayor obstáculo para realizar el registro ha sido administrativo, añadió la oficial de Unicef. “En todos los casos las autoridades les exigían a los progenitores sus documentos de identidad originales para registrar a sus hijos, pero ninguna de las madres tenía su cédula ni pasaporte original”, dijo.
Desde que se identificaron estos casos, Unicef ha acompañado al Estado y a las familias, abogando para que los niños y niñas tuvieran acceso a sus derechos, y brindó acompañamiento en el día a día mientras se definía su situación.
Tránsito récord
Según el Servicio Nacional de Migración de Panamá, el número de niños que ingresan a Panamá a través del Tapón del Darién ha superado los 36,000 en lo que va de 2022, sobrepasando los más de 29,000 del año anterior, lo que representa un máximo histórico desde que se llevan estas estadísticas.
Unicef plantea que los niños y niñas menores de 5 años de edad, quienes representan el 50% de la niñez migrante, son particularmente vulnerables a la diarrea, deshidratación y otras enfermedades. Para colmo, el estrés y el peligro asociados con esta travesía deja a muchos niños y niñas en riesgo de trauma emocional.
Durante una visita a la estación receptora de migrantes de Lajas Blancas, Hannan Sulieman, directora ejecutiva adjunta de Unicef, subrayó que la violencia, la pobreza y la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida empujan a familias con niños a abandonar sus hogares y enfrentar amenazas en áreas inhóspitas, como el tapón del Darién.
“En Panamá, como en muchos otros países, el incremento acelerado en el número de niños migrando sobrecarga la capacidad del Estado para proveer servicios básicos de respuesta a sus necesidades específicas”, dijo Sulieman, por lo que Unicef hace un llamado a todos los gobiernos a tomar acciones para proteger a la niñez migrante, sin importar su origen.
Para este organismo internacional, Panamá, cuenta con “buenas prácticas” administrativas para el registro expedito y sin impedimentos de toda persona nacida en su territorio, sin importar la condición migratoria o la existencia de documentos originales de sus progenitores. Destacó que en el marco de la operación flujo controlado de migrantes, ha naturalizado a unos 100 niños que han nacido en su territorio (incluyendo a más de 10 que han nacido en la selva de Darién) desde el año 2019 y cuyos padres se encontraban en tránsito hacia Norteamérica.
El defensor del pueblo, Eduardo Leblanc, señala que el país debe mantener el plan de atención a la población migrantes como lo viene haciendo en los últimos años, sobre todo con la población más vulnerable: menores de edad, adultos mayores y mujeres.
Aunque el año no ha terminado, se espera que 2022 cierre con el ingreso de 250 mil migrantes irregulares. En 2021 la cifra de caminantes fue de 134 mil.
Fuente: prensa