Hoy se celebra la 108.ª Jornada Mundial bajo el lema ‘Construir el futuro con los migrantes y los refugiados’
Beatriz Lafuente
Con motivo de la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado se celebrará hoy una eucaristía, a las 12.00 horas, en la parroquia María Madre de Dios de Málaga la capital. «Los creyentes tenemos mucho que aportar en este camino esperanzador y en la definición de horizontes. Por ello, no podremos dejar que el futuro se construya solo o que otros lo edifiquen. Si no nos movemos o nos quedamos mirando a nosotros mismos y nuestras organizaciones acabaremos llegando a donde no debemos», afirman los obispos españoles en su mensaje para esta jornada.
La delegada diocesana de Migraciones y Gitanos de Málaga, Pilar Gallardo, afirma que «todos queremos un futuro mejor, todos, creyentes y no creyentes. La solidaridad que se encuentra en el corazón de todo ser humano nos empuja a construir el futuro juntos».
La delegada de Migraciones afirma que la llegada de extranjeros siempre ha sido una fuente de enriquecimiento. «La historia nos enseña que la aportación de los migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento social y económico de nuestras sociedades. Y lo sigue siendo también hoy. Su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen. Y esta aportación podría ser mucho mayor si se valorara y se apoyara mediante programas específicos. Es un enorme reto, pero también una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un ‘nosotros’ más grande. Pueden tener culturas y tradiciones diferentes, pero ello nos abre la mente a perspectivas nuevas. Descubrimos también la riqueza que encierran religiones y espiritualidades desconocidas para nosotros, y esto nos estimula a profundizar nuestras propias convicciones».
La delegada de Migraciones afirma que la llegada de extranjeros siempre ha sido una fuente de enriquecimiento. «La historia nos enseña que la aportación de los migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento social y económico de nuestras sociedades. Y lo sigue siendo también hoy. Su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen. Y esta aportación podría ser mucho mayor si se valorara y se apoyara mediante programas específicos. Es un enorme reto, pero también una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un ‘nosotros’ más grande. Pueden tener culturas y tradiciones diferentes, pero ello nos abre la mente a perspectivas nuevas. Descubrimos también la riqueza que encierran religiones y espiritualidades desconocidas para nosotros, y esto nos estimula a profundizar nuestras propias convicciones».
Fuente: diariosur.es