Refugiados ucranianos descansan en un centro de acogida en Nadarzyn, cerca de Varsovia, Polonia, el 14 de febrero de 2023. Se cumple un año desde la invasión ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin, el 24 de febrero de 2022, que envió a millones de personas a huir hacia otras naciones. © AP/Michal Dyjuk
Camila Ríos: “Solo el 30% de los solicitantes de asilo en Francia logran” obtenerlo
Los pedidos de asilo en la Unión Europea, Noruega y Suiza han aumentado un 28% en el primer semestre de 2023 respecto al año pasado. En total, se han registrado 519.000 solicitudes entre enero y finales de junio de 2023, la cifra más alta desde 2016. Francia concentra el 16% de estas solicitudes, casi la mitad que Alemania, que se sitúa en primer lugar, con el 30%. Los solicitantes son mayoritariamente originarios de Siria, Afganistán, Venezuela, Turquía y Colombia.
La sociedad está acostumbrada a ver en medios de comunicación imágenes de barcos con personas en el Mediterráneo que intentan alcanzar las costas europeas. Viajes en los que muchos migrantes pierden la vida, víctimas en muchos casos de traficantes de humanos y de unas medidas de control cada vez más restrictivas.
Una vez llegan a Europa, los que consiguen salir de los centros de internamiento inician un largo camino para conseguir su estatuto de refugiado, una ruta llena de dificultades y que toma muchas veces demasiado tiempo.
“Francia firmó la Convención de Ginebra y el Protocolo para los refugiados, entonces toda persona que sea perseguida por razones políticas, de etnia, nacionalidad u orientación sexual puede pedir asilo, pero eso no quiere decir que toda persona que lo pide lo tiene, incluso si su caso es válido”, nos explica Camila Ríos, fundadora de Universidades y Refugiados (UniR), una organización cuyo objetivo es acompañar a los refugiados y solicitantes de asilo en una inserción académica y socio-profesional en Francia.
Ríos cree que los mecanismos franceses de acogida no son suficientes. “Es muy difícil. Sólo 30% de las personas que piden asilo en Francia logran protección. El 70% recibe una respuesta negativa y ese 30% es un camino bastante largo”, agrega esta venezolana que ya trabajó como voluntaria con migrantes en Nueva York y también en Calais, en el norte de Francia.
En Calais se concentraron durante mucho tiempo decenas de miles de personas migrantes que se instalaban esperando a pasar a Reino Unido. En 2016 los migrantes fueron llevados a diferentes regiones francesas, sin embargo, muchos otros volvieron a agruparse en este punto.
“Vi condiciones de vida completamente indignas en términos de higiene, de roedores (…) Y me impactó muchísimo porque yo había trabajado en Venezuela, en ciertas comunidades en lo que llamamos nosotros los barrios, y no había presenciado ese nivel de abandono que pude ver acá estando en Francia, una de las potencias económicas del mundo y el país cuna de los derechos humanos”, afirma Ríos.
La mitad de los refugiados en Europa tiene diplomas y sin embargo es difícil que puedan recuperar esa situación socio-profesional. Es por eso que ONGs como UniR son importantes para orientar a estas personas. Ya han acompañado a 2.000 desde que se creó la organización. “Es muy bonito ver que en cinco años ya hay personas que terminaron sus estudios, personas que están trabajando”, se felicita la fundadora de UniR.
El camino para conseguir una estabilidad es muy largo. “Una vez que obtienen el asilo, la mayor dificultad es el tiempo entre la respuesta positiva y cuando reciben el permiso de diez años, porque eso bloquea muchas cosas. Es el momento en que tienen que salir de los centros donde están viviendo, salen del sistema de demandantes de asilo, pero son personas que están muy motivadas, que tienen muchísima energía, quieren construir un futuro y están decididas a lograrlo”, indica Ríos.
Camila Ríos lamenta que, a pesar de que en Francia hay falta de profesionales, por ejemplo, doctores, los sistemas de validación de títulos son insuficientes. “Tenemos una campaña con otras organizaciones, sobre todo con la ONG de Jesuitas en Francia e incluso con la delegación ministerial que se encarga de los refugiados en Francia para intentar trabajar este tema, porque es un desperdicio humano (…). Francia necesita médicos. Aquí hay médicos que vienen de lejos. Estamos intentando crear un programa para que ellos puedan nivelarse con los médicos franceses. Pero bueno, ahí estamos. Todavía no se ha logrado”.
Fuente: france24