Leópolis (Ucrania), 25 may (EFE).- Los desplazados de Mariúpol comparten sus historias sobre cómo han restablecido su existencia lejos de su hogar destruido, un año después de que Rusia tomara el control de esa ciudad ucraniana, entre la incertidumbre y el dolor por la pérdida y la esperanza del retorno.
Lo que más suelen echar de menos son los recuerdos personales, incluidos los álbumes de fotos que tuvieron que dejar atrás, explica Alevtyna Shvetsova, de la ONG “Espacio de María”, en la presentación de la exposición “Retratos de Mariúpol” en Leópolis.
La serie de 27 retratos de residentes desplazados de su ciudad pretende ser el arranque de sus “nuevos álbumes de fotos”, para contar sus historias e inspirar a otros.
“A todos les resultó muy difícil hablar de su experiencia. Pero es importante no dejar que el mundo olvide la tragedia de Mariupol y los crímenes rusos allí”, dijo a EFE en el Centro Sheptytsky de Leópolis el autor de los retratos, el fotógrafo Sergiy Makarov.
Una de las heroínas es Maryna Artemova, quien resultó herida durante el largo asedio a su ciudad, pero logró salir de Mariupol con su hijo pequeño.
Entre las pocas cosas que pudieron llevarse consigo estaba una bandera ucraniana y las condecoraciones militares de su marido. No podía dejarlas atrás, sabiendo cómo las tratarían los rusos.
Ahora está estudiando enfermería, pero no se atreve a hacer planes a largo plazo: “No puedo decir si quiero vivir aquí, volver a Mariúpol o irme al extranjero. Todo puede cambiar en cualquier momento”, cuenta en su relato.
Ihor Vinskyi, por el contrario, está seguro de que le gustaría volver a la ciudad portuaria del Mar Negro una vez que vuelva a quedar bajo control de Ucrania. Mantiene la esperanza de que su casa no sea demolida hasta entonces.
“Mi moral está baja, las condiciones de vida son incómodas, sobrevivo gracias a la ayuda humanitaria”, revela el antiguo especialista de la planta acerística “Azovstal”.
Hace más de un año de la caída de Mariúpol; la falta de un alojamiento propio y las secuelas del trauma psicológico son los principales problemas de miles de sus residentes desplazados, explica Makarov.
Lo único que conservan muchos de ellos de sus casas son las llaves de su apartamento. La mayor parte de la ciudad, que tuvo 420.000 habitantes, quedó destruida por los bombardeos y los ataques de la aviación durante el asedio. Cientos de edificios fueron demolidos desde entonces.
Muchos de los desplazados necesitan asistencia psicológica, pero no pueden permitírsela económicamente o no se atreven a pedir ayuda, afirma Makarov. Para estos refugiados, Mariúpol sigue siendo a la vez su hogar y el lugar identificado con el dolor y el sufrimiento, lo que hace que muchos no estén seguros de querer volver a su ciudad.
A pesar de esa dolorosa experiencia, todos los héroes de la exposición contribuyen a la victoria a su manera y sirven de inspiración a otros, sostiene Alevtyna Shvetsova.
El estudio de Hanna Pavlyshyn, junto con sus obras y materiales, ardió durante el asedio que vivió, además, estando embarazada. Sin embargo, su pasión artística no hizo más que crecer y abrió un estudio en el pueblo donde vive ahora, según explica en su historia.
“Ayudo al desarrollo artístico de los niños de la zona. Es la misión de los habitantes de Mariupol, ayudar a reconstruir el país”, afirma. “Todos esperamos la liberación de nuestra ciudad. Pero no basta con esperar”, subraya Shvetsova.
Mostrando una pieza de una lámpara del teatro dramático, revela. “Mi amigo me la regaló después de que fuera destruida por una bomba rusa. Prometí que algún día la devolvería a Mariúpol”. EFE
Fuente: Swissinfo