El análisis fue publicado por el periódico alemán “Die Zeit” la semana pasada.Imagen: Patrick Pleul/dpa-Zentralbild/picture alliance
Es la historia de un catastrófico error de cálculo político: involucra a Afganistán y a Alemania, en el verano de 2021. Y responde a la pregunta de por qué el Gobierno alemán no vio venir la violenta toma del poder por parte de los talibanes islamistas en Afganistán, ni tampoco se ocupó lo suficiente de los muchos miles de soldados locales que servían a la Bundeswehr en el país del Hindú Kush.
El semanario alemán Die Zeit publicó la historia la semana pasada. Miles de páginas de documentos catalogadas como alto secreto, filtradas al periódico con correos electrónicos de ministros federales y actas de reuniones de secretarios de Estado y del propio Gabinete Federal. En aquel momento, Alemania seguía gobernada por una coalición de las conservadoras CDU y CSU, con el socialdemócrata SPD. La canciller era Angela Merkel y faltaban pocas semanas para las elecciones generales.
La vana advertencia de la embajadora en EE. UU.
El periódico Die Zeit recoge que, el 6 de agosto, la entonces embajadora alemana en EE. UU, Emily Haber, informaba en su país de que Estados Unidos abandonaría pronto Afganistán. Ante este hecho, Berlín no reaccionó de inmediato, sino que esperó hasta el 13 de agosto, cuando se adelantó una reunión de crisis. Dos días después, el 15 de agosto, los talibanes capturaron Kabul y, un día más tarde, el 16 de agosto, Alemania creaba por fin un equipo de crisis.
Scholz habla en DW, pocos días antes de la caída de Kabul
El 11 de agosto, el entonces ministro federal de Finanzas, Olaf Scholz, es invitado a la Deutsche Welle (DW). El socialdemócrata es el candidato de su partido a canciller, en las elecciones de otoño, que finalmente ganará. A la pregunta de por qué Alemania sigue deportando a solicitantes de asilo que han sido rechazados de vuelta a Afganistán, si la situación allí parece -desde hace tiempo -demasiado amenazadora, Scholz responde: “Alemania es un país que ha acogido a muchos refugiados, pero esto también significa que alguien que ha cometido delitos graves en Alemania no puede esperar poder quedarse aquí”. Scholz no dijo nada sobre la situación en Afganistán en sí.
El reportaje de Die Zeit aclara que el Gobierno alemán preguntó al Servicio Federal de Inteligencia (BND) cuándo podrían los talibanes establecer un emirato. El 3 de agosto, el BND habría dicho: “Según nuestra evaluación, se trata de … un escenario probable en dos años como muy pronto”. Dos semanas después, el país estaba en manos de los islamistas.
El titubeante rescate de las fuerzas locales
A mediados de agosto, otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos y Dinamarca llevaban tiempo evacuando a sus ciudadanos así como a las fuerzas locales afganas, al contrario que Berlín, cuya operación de rescate no comenzó hasta el 16 de agosto.
“El artículo de Die Zeit muestra básicamente la ceguera estratégica de la política de seguridad alemana, que ignora las advertencias, trata de eludir su responsabilidad mediante disputas sobre la responsabilidad y contribuye a la propia catástrofe humanitaria al no tomar medidas oportunas y proactivas”, dice a DW Roderich Kiesewetter, experto en asuntos exteriores y seguridad de la CDU en el Bundestag alemán.
Ningún debate sobre los refugiados
La acogida de refugiados es un asunto de mal gusto en tiempos de campaña electoral. Sólo la entonces ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, de la CDU, se pronunció desde el principio a favor de aceptar generosamente a las fuerzas locales si el Gobierno de Kabul se derrumbaba.
Oficialmente -según Die Zeit– unas 5.340 personas fueron evacuadas en un puente aéreo, entre ellas, un total de 216 miembros del personal local.
Ya no quedan fuerzas alemanas en el Afganistán actual
“Prácticamente ya no hay un papel alemán en Afganistán porque el Gobierno talibán no está reconocido, lo que significa que la ayuda humanitaria o la cooperación económica no son posibles en un principio”, dice Kiesewetter.
En 2001, Alemania quería llevar la democracia y la libertad a los afganos, pero, más de 20 años después, no queda prácticamente nada de todo aquello.