La creadora del proyecto es la senadora socialdemócrata Sevim Aydin, cuyos padres, ya fallecidos, formaban parte de esa primera generación. Aydin afirma que no se ha reconocido la contribución de los inmigrantes al éxito de Alemania. “Siempre se presenta a los inmigrantes en términos negativos. Creo que es hora de relatar las cosas positivas, también sobre la primera generación”, dijo a DW. “Muchos llegaron sin saber hablar alemán, pero trabajaron, sacaron adelante familias y mantuvieron este país”, añadió.
Realidad multicultural
Más del 25% de los 83 millones de alemanes son de origen inmigrante, según la Oficina Federal de Estadística. Entre los niños, la cifra se eleva al 40%.
Se calcula que en Alemania existen más de un millón de monumentos. Sin embargo, pocos reflejan su historia multicultural.
Aunque ya hay dos museos que cuentan la historia de la emigración alemana a ultramar en las ciudades de Hamburgo y Bremerhaven, no está prevista la apertura de un museo sobre la migración a Alemania hasta 2029, en Colonia.
Sevim Aydin espera que el nuevo proyecto de Berlín pueda realizarse rápidamente para que la primera generación de “trabajadores invitados” pueda verlo en vida.
Los inmigrantes en la RDA
Natalie Bayer, miembro del comité de asesores del monumento y directora del museo del distrito, declaró a DW que el proyecto también pondría de manifiesto el racismo. “No hay que comparar. Pero creo que las experiencias de los ‘trabajadores contratados’ de Alemania Oriental fueron racistas en un sentido mucho más dramático”, dijo.
Los mayores grupos de inmigrantes llegaron a la antigua República Democrática Alemana (RDA) procedentes de Vietnam y Mozambique en la década de 1980. A muchos de ellos se les obligaba a entregar el pasaporte a su llegada y para las mujeres, el embarazo solía significar el aborto o la deportación.
Muchos llegaron con la esperanza o la promesa de obtener una buena formación y puestos de trabajo. Se les utilizaba como mano de obra barata para apuntalar la maltrecha economía de la RDA. “Éramos prácticamente esclavos modernos”, afirma Adelino Massuvira Joao, antiguo trabajador contratado.
La caída del Muro
La antigua Alemania Occidental firmó el primer acuerdo de contratación con Italia a mediados de la década de 1950. Los inmigrantes turcos empezaron a llegar a principios de los 60 y acabaron convirtiéndose en el grupo más numeroso.
La caída del muro repercutió negativamente en muchos emigrantes de Alemania occidental y oriental. Los del Este se encontraron en una situación especialmente precaria. Las fábricas cerraron y perdieron tanto sus empleos como sus permisos de trabajo.
“Muchos fueron deportados. Muchos también se fueron voluntariamente porque el ambiente ya no era agradable”, explica el director del Museo FHXB Friedrichshain-Kreuzberg. En la década de 1990 se produjo un recrudecimiento de la violencia racista en toda Alemania. “La política de integración retrocedió 70 pasos”, afirma Bayer.
“Una identidad más plural”
El proyecto del monumento de Berlín, de medio millón de euros, llega en medio de unos polémicos planteamientos de la extrema derecha sobre la deportación masiva de inmigrantes y ciudadanos alemanes de origen extranjero. Aunque el gobierno federal intenta atraer a más trabajadores cualificados del extranjero debido al envejecimiento demográfico, también está adoptando una postura dura frente a la inmigración irregular.
“Tenemos que hablar de una nueva identidad alemana considerablemente más plural”, sostiene Noa Ha, directora del Centro Alemán de Investigación sobre Integración y Migración (DeZIM).
El historiador e investigador sobre migraciones Patrice Poutrus, cuyo padre era sudanés y creció en la antigua Alemania del Este, dijo que acogía con satisfacción cualquier símbolo del reconocimiento de las personas con raíces migratorias.
Fuente: dw