Migrantes esperan a bordo de un barco para ser transportados a otras ciudades, en la isla italiana de Lampedusa, el 18 de septiembre de 2023. © AFP
A falta de dos meses para las elecciones europeas, y con los partidos de extrema derecha en alza en varios países de la UE, la cuestión de la inmigración es objeto de acalorados debates. ¿Cuál es la realidad de la situación migratoria en los países europeos -como Francia, Alemania, España, Italia, Grecia y Chipre- que figuran entre las principales zonas de llegada?.
La Agrupación Nacional (RN, ultraderecha) ha convertido el tema de la migración en su caballo de batalla. De hecho, organizó el 26 de marzo en París los “Estados Generales sobre la Inmigración”.
Inspirados por Jacques Chirac, que impulsó dos jornadas de debate sobre el mismo tema en 1990, los miembros del RN, encabezados por el diputado Franck Allisio, se reunieron para debatir la cuestión. El acto terminó con observaciones alarmantes, frases de choque y acusaciones, según L’Humanité.
En Francia, donde la inmigración es un tema delicado, los sucesivos Gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, han legislado constantemente para intentar reducir los flujos migratorios. Pero, ¿cuál es la realidad de la situación en Francia en comparación con otros países europeos?
Alemania, principal destino
Los datos disponibles de la Unión Europea (UE) se refieren a los que llegan a vivir a un país desde el extranjero, tengan o no nacionalidad extranjera, y no solo a los nacidos en el extranjero.
En 2022, Francia fue el tercer país de acogida de la UE, con 431.000 nuevas llegadas de migrantes, por detrás de Alemania (2 millones) y España (1,3 millones), según Eurostat, la agencia europea de estadística. En términos de población, Francia se sitúa a la cola, con seis nuevos inmigrantes por cada 1.000 habitantes, frente a los 24 de Alemania y los 27 de España.
Otra forma de comparar el número de llegadas a los países de la UE es el asilo. Huyendo de la persecución, un solicitante de asilo es un extranjero que busca la protección de otro país. La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce esta condición.
“Toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él en cualquier país”, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En 2023, la Unión Europea y sus países asociados registraron una afluencia récord de solicitudes de asilo, que alcanzaron los 1,14 millones, según la Agencia de Asilo de la UE (EUAA). Alemania fue el principal destino, con 334.000 solicitudes, casi un tercio del total. En el mismo periodo, Alemania recibió más solicitudes que Francia (167.000) y España (162.000) juntas.
“El hecho de que Alemania siga acaparando la mayoría de las solicitudes de asilo puede explicarse por varios factores, como la presencia de diásporas bien establecidas y la percepción de un mercado laboral más favorable”, explica la analista Camille Le Coz, del grupo de expertos del Instituto estadounidense de Política Migratoria.
“Cabría esperar que las cifras fueran más elevadas en Italia, España, Chipre y Grecia, que son países a las puertas de Europa por donde entran los solicitantes de asilo, pero muchos continúan hacia Alemania o Francia”, añadió.
En Francia, como en el resto de Europa, el número de solicitudes de asilo volvió a aumentar en 2023. “La crisis sanitaria ha agravado las dificultades económicas en algunos países africanos, empujando a la gente a emigrar”, afirma Camille Le Coz. “La falta de confianza en la economía, la persistencia de los conflictos, pero también las posibilidades cada vez mayores de pasar a través de redes de contrabandistas animan a la gente a abandonar sus países de origen”.
Francia, a la cola en asilo
Aunque es importante conocer la distribución de las solicitudes de asilo entre los países de la UE, esta cifra no basta para evaluar la presión real sobre los sistemas nacionales de acogida, ya que la capacidad y los procedimientos de asilo varían considerablemente de un país a otro.
En teoría, el Reglamento de Dublín exige que las solicitudes de asilo se presenten en el país de entrada al territorio de la UE. Entre los países de llegada, Chipre, con una población de 921.000 habitantes, recibió 13 solicitudes por cada 1.000 habitantes. Francia, con una población mucho mayor (68 millones), recibió 2,1 solicitudes por cada 1.000 habitantes, lo que la convierte en uno de los países de la UE con la cifra más baja.
Sin embargo, no hay ninguna garantía de que una solicitud de asilo sea aceptada en el país donde se presenta. Con solo una cuarta parte de las solicitudes aceptadas en 2023, Francia se sitúa a la cola, por detrás de Alemania (34%), Austria y Grecia (39%).
El plazo de tramitación de una solicitud de asilo en Francia pasó de 5,2 meses en 2022 a 4,2 meses en 2023. Si se rechaza una solicitud de asilo, se puede presentar un recurso ante el Tribunal Nacional de Asilo. “La espera de una respuesta tras la presentación de un recurso puede durar meses, privando a los solicitantes del acceso al alojamiento y a las prestaciones”, señala Camille Le Coz.
“El aumento de las solicitudes de asilo preocupa a los Gobiernos europeos. Por eso, la Comisión Europea se esfuerza en concluir acuerdos con los países de origen para limitar las llegadas”, añade.
Políticas migratorias contradictorias
En enero, la agencia europea de vigilancia de fronteras, Frontex, anunció un aumento del 17% de las entradas irregulares en la Unión Europea en 2023 con respecto al año anterior, lo que reavivó el debate sobre cómo gestionar la inmigración irregular.
En Francia, el Consejo Constitucional anuló finalmente la Ley de Inmigración que, en la versión adoptada por el Parlamento el 19 de diciembre de 2023, preveía cuotas migratorias, normas más estrictas sobre reagrupación familiar y un periodo de espera para las prestaciones sociales no contributivas de los extranjeros. Denunciado por sus detractores como restrictivo y racista, este texto se inscribe en una tendencia europea marcada por políticas migratorias endurecidas.
En Italia, el Gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni ha introducido una serie de medidas para restringir la acogida de inmigrantes. Entre ellas, un acuerdo firmado a principios de noviembre con Albania para expulsar a ese país a más de 30.000 personas rescatadas en el mar por barcos italianos. Este acuerdo ha suscitado las críticas de observadores y asociaciones.
“Hay una voluntad de control y una lógica de eludir las obligaciones internacionales”, afirma Tania Racho, doctora en Derecho europeo especializada en temas de asilo. “Este acuerdo pretende evitar que las personas en situación irregular soliciten asilo, lo que implica obligaciones de acogida y apoyo. Este enfoque estigmatiza a una población ya de por sí vulnerable”.
Elegida con una plataforma radicalmente antiinmigración, Meloni ha tenido que mostrarse más flexible ante las necesidades laborales de su país, donde una de cada dos vacantes sigue sin cubrirse. De hecho, el Gobierno ha prometido 450.000 permisos de residencia para trabajadores extranjeros en los próximos tres años. “Italia está desarrollando la inmigración económica al tiempo que respalda plenamente el planteamiento de cerrar las fronteras exteriores”, prosigue la experta. “La retórica no es coherente con lo que se está haciendo en la práctica.
Por su parte, Grecia se esfuerza por simplificar los procedimientos administrativos para los solicitantes de asilo. Sin embargo, la regularización sigue siendo un proceso largo y complejo. Al mismo tiempo, aumenta el número de personas devueltas, una práctica ilegal que contraviene el derecho de asilo. En total, más de 2.000 embarcaciones han sido devueltas por los guardacostas griegos en el mar Egeo en tres años, según el medio independiente Solomon.
Medidas disuasorias
Alemania, el principal país de acogida de inmigrantes, ha dado un giro radical a su política migratoria para disuadir a los solicitantes de asilo.
Bajo la presión de la extrema derecha, el Gobierno de Olaf Scholz ha abandonado las medidas de acogida de la era Merkel, que había abierto en gran medida sus puertas a los refugiados sirios durante la crisis migratoria de 2015-2016. El canciller ha introducido una serie de medidas restrictivas, como el endurecimiento de los controles fronterizos con Polonia, Suiza y la República Checa, así como la reducción de las ayudas a los solicitantes de asilo y la exigencia de disponer de una tarjeta de pago para obtener prestaciones sociales.
La única excepción en la que la política no parece endurecerse es la provisión de emergencia por parte del Gobierno español de nueva capacidad de acogida para hacer frente a la continua afluencia de inmigrantes a las Islas Canarias, especialmente desde Senegal. El número de personas llegadas a Canarias en 2023 se ha triplicado con respecto al año anterior, alcanzando la cifra récord de 39.910, lo que ha puesto a prueba la capacidad de acogida del archipiélago.
“La incertidumbre política en Senegal, tras la elección de un nuevo presidente, está haciendo que la situación sea aún más compleja”, afirma Tania Racho. “Es difícil saber si el nuevo Gobierno estará dispuesto a cooperar con la Unión Europea en la cuestión de la gestión de las fronteras y si ello se traducirá en una reducción del número de posibles inmigrantes. De hecho, la confianza de la gente en las autoridades es un factor importante en su decisión de abandonar su país.”
Tras años de difíciles debates, los Estados miembros de la UE alcanzaron el pasado diciembre un acuerdo sobre la reforma del sistema migratorio europeo. El acuerdo prevé controles más estrictos de la llegada de inmigrantes a la UE, centros cerrados cerca de las fronteras para garantizar una devolución más rápida de quienes no tengan derecho a asilo y un mecanismo de solidaridad obligatorio en beneficio de los “Estados bajo presión migratoria”.
“Con este pacto, los países del sur de Europa, como Italia, España, Chipre, Grecia y Malta, se verán sometidos a una fuerte presión debido a su posición geográfica a las puertas de Europa”, explica Camille Le Coz. “Estarán en primera línea a la hora de tramitar las solicitudes de asilo que la UE les pedirá que tramiten lo antes posible”. Alemania y Francia, por su parte, pasarán a un segundo plano y tratarán de limitar los movimientos secundarios“. Es probable que los debates sobre inmigración vayan subiendo de tono a medida que se acerquen las elecciones europeas.
Fuente: France24