Youssef se encuentra en una sala del aeropuerto de Loiu (Bilbao) / BILBAO AIR
David López Frías
Youssef, de 23 años, ha pedido asilo político, pero el Ministerio del Interior se lo ha denegado
El joven estudiante asegura que será encarcelado por motivos políticos si le obligan a volar a Marrakech
Se llama Youssef, es un activista saharaui nacido en diciembre de 2000. Llegó a España el pasado 23 de junio en un vuelo procedente de Marrakech, huyendo de Marruecos. Su destino definitivo era La Habana (Cuba), pasando previamente por Madrid. Pero jamás llegó a Barajas. De hecho, hizo escala en el País Vasco y aún no ha podido salir de ahí. Ahora, espera su deportación, que podría producirse mañana.
El avión de la compañía Volotea hizo escala en el aeropuerto de Loiu (Bilbao). Allí se quedó el saharaui, en un limbo en el que lleva viviendo los últimos 12 días: la sala de ‘no admitidos’ del aeródromo vasco. Youssef traía un pasaporte sin sellar y el comisario de la policía del aeropuerto le denegó el acceso de entrada al país, por lo que fue alojado en la mencionada sala; un espacio internacional dentro del aeropuerto para gestionar este tipo de casos.
Familia perseguida
Youssef tiene 23 años y es estudiante de Derecho en la universidad marroquí de Agadir. Según ha podido saber este diario, no es el único miembro de su entorno que presuntamente se escapó del régimen marroquí; su familia reside en Francia con categoría de refugiados, porque ellos sí que consiguieron que se les concediese el asilo político. Youssef no ha tenido tanta suerte en nuestro país.
La idea de Youssef era escapar de Marruecos y regresar a La Habana. Desde Zaher no explican, por cuestiones de confidencialidad, los motivos por los que el chico decidió salir a Cuba. La cuestión es que nunca llegó. Se quedó en la escala española. No tenía el sello necesario para entrar a España, por lo que la policía lo envió a la zona de ‘no admitidos’. Desde allí empezó a gestionar la primera solicitud de asilo político en España.
“Solicitó el asilo en nuestro país por vía de urgencia, porque una solicitud normal puede tardar mucho tiempo en resolverse”, cuentan desde Zaher, donde añaden que “lo que ha ocurrido con esa solicitud es la denegación de la solicitud de asilo de Youssef, que es lo que pasa cuando el ministerio considera que no hay motivos suficientes para que ese trámite siga adelante”. Tras una primera intentona, se probó de nuevo, con idéntico resultado: Interior denegaba su entrada.
Apátrida
Una vez resuelto de forma negativa su caso, la policía ya tenía vía libre para deportar al chico de vuelta a Marruecos, que es lo que él y sus asesores están intentando evitar por todos los medios. Y finalmente puede que la particularidad de haber nacido en el Sáhara le pueda abrir una última puerta que podría ser definitiva para conseguir sus objetivos: que se le considere apátrida. Es decir, que no tiene patria, por lo que no tienen por qué devolverlo a Marruecos, ya que ese no sería su país.
Según explica Galparsoro, presidente de Zehar, este es el último recurso al que se acoge Youssef. Una iniciativa que habría partido de Acnur, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que también está implicándose en la causa de Youssef. “Acnur dice que, en su condición de saharaui, puede pedir el estatuto de apatridia, que es algo que se puede solicitar desde 1954. La Policía Nacional del aeropuerto ha recibido una comunicación del Ministerio del Interior diciendo que tienen que tramitar la apatridia de este ciudadano”, resumen desde Zaher, que han sido los que han paralizado la deportación del chico, recurriendo su denegación de asilo en la Audiencia Nacional.
La apatridia, no obstante, no tiene procedimiento de urgencia, por lo que es probable que en los próximos días, esta misma semana presumiblemente, la policía sería libre de llevarlo de vuelta a Marruecos. Youssef tiembla: “Si se va a consumar esta deportación, yo que me considero un activista y una persona perseguida, lo más probable es que me vayan a encarcelar”, le ha dicho el joven a sus abogados.
Audiencia Nacional
No es el primer caso similar: “Tenemos un antecedente de otro activista saharaui al que le denegaron la entrada a España. En aquella ocasión fue desde Canarias”, cuentan desde la entidad de apoyo al refugiado. Se trata de Husein Amadour, otro saharaui expulsado a Marruecos desde Tenerife. En cuanto llegó a territorio marroquí fue encarcelado y lleva ya diez años en prisión. Es el principal temor de Youssef.
Ahora mismo, el chico “está en esa sala esperando la resolución definitiva. Se encuentra en una sala con cama y aseo. Es la policía la que se encarga de abastecerle de comida”, cuentan a este diario desde la entidad que le ayuda. Las noticias no son halagüeñas: la Audiencia Nacional ha desestimado el recurso.
En el auto, dictado este jueves y recogido por Europa Press, la Sala desestima las medidas cautelares solicitadas por la asociación vasca de ayuda al refugiado contra la resolución del Ministerio del Interior de denegación de asilo. Según argumenta la Audiencia Nacional, la valoración de la medida cautelar “ha de atender primordialmente a la apariencia de riesgo de persecución por alguna de las razones que justifican la concesión de asilo”, lo que se debe valorar “en función de las condiciones objetivas del país de origen y también de las circunstancias personales del solicitante de asilo”.
También recuerda que “existe un interés público” en que la institución del asilo “no se desnaturalice y se transforme en un mecanismo de emigración fraudulenta”. Los jueces consideran que, del relato que se expone en la solicitud de asilo “no se desprende la existencia de un riesgo grave, inminente y actual para la vida o la integridad física del demandante del que pueda decirse que se encuentra conectado con su suficiente entidad a los motivos propios de las protecciones internacionales”.
Según apunta, pese a que el joven afirma que ha sido detenido por participar en manifestaciones “a favor del pueblo saharaui”, no se dispone “de más indicio al respecto que unas fotografías de un grupo de simpatizantes y de un teléfono roto”. Estas circunstancias, unidas a “la falta de concreción del relato del solicitante” hacen que la Sala no aprecie que el demandante, “quien no aduce ser un representante caracterizado o singularizado de su opción política”, se encuentre “en riesgo inminente para su seguridad que justifique la adopción de la medida cautelar” que se solicita.
Fuente: elperiodico