Según un estudio de Save the Children, 250 mil niños no van a la escuela. El 99% de las familias repatriadas enfrenta una situación de crisis alimentaria, el 40% ha tenido que pedir dinero prestado y una de cada seis vive en tiendas de campaña. Muchos de ellos nacieron al otro lado de la frontera y Afganistán “no es el lugar al que llaman hogar”.
Según los activistas muchos de ellos no tiene los documentos necesarios para inscribirse y tener acceso a las escuelas, y la mayoría de estas ahora están abiertas sólo para los varones, porque los estudiantes coránicos han prohibido la educación femenina más allá del sexto grado. La situación es muy diferente a la que conocían en Pakistán, donde la mayoría de ellos (más del 75% según los datos contenidos en el informe) tenían acceso normal a las escuelas.
Pakistán ha tomado medidas enérgicas contra los extranjeros que considera que residen ilegalmente en su territorio, entre los cuales se encuentran 1,7 millones de afganos. Islamabad insiste en que la campaña no está dirigida específicamente contra los afganos, que son la gran mayoría, pero cuando estos regresan a su país corren el riesgo de ser perseguidos por los talibanes gobernantes, sobre todo aquellos que en el pasado han “colaborado” con Estados Unidos. Los últimos datos disponibles indican que, desde octubre del año pasado, cuando se puso en marcha la política de las expulsiones, han abandonado el país más de 520.000 afganos.
La ONG recuerda que las familias regresan a Afganistán “sin nada” y que casi la mitad de los repatriados son precisamente niños. Además, casi la totalidad de las familias (alrededor del 99%) no tienen suficiente comida para los próximos meses y muchos migrantes que regresan (40%) han tenido que pedir dinero prestado para comprar alimentos o dependen de las donaciones de amigos y familiares.
Cerca de ocho millones de niños en Afganistán, o uno de cada tres, padecen niveles críticos de hambre y desnutrición. Casi una de cada seis familias vive en tiendas de campaña y la mayoría de los repatriados tienen pocos o ningún medio para mantenerse. Sólo un tercio logró traer consigo bienes de Pakistán. Casi la mitad (47%) ha declarado que no hay trabajo en Afganistán y el 81% dijo que carecen de habilidades que podrían permitirles acceder a un empleo.
El informe también contiene la historia de Raihana, de 15 años, que vive con su abuelo después de regresar con su madre y sus tres hermanos. La familia vendió todo antes de salir de Pakistán y ahora “necesitamos ayuda desesperadamente. Necesitamos un lugar donde vivir, artículos de primera necesidad, ropa de invierno, zapatos, mantas, alimentos y medicinas. En Afganistán hace mucho frío – continúa – y es difícil para nosotros, porque no tenemos ropa de invierno. Mi hermana y mi hermano se enfermaron”.
Arshad Malik, director nacional de Save the Children Afganistán, explica que el regreso de tantas personas está creando una mayor presión sobre los recursos ya sobreexigidos y un sistema deficitario en muchos aspectos: “Muchos niños afganos indocumentados nacieron en Pakistán”, añade. Por eso “Afganistán no es el lugar al que llaman hogar”. Además, junto con las repatriaciones desde Pakistán, el año pasado también llegaron de Irán 600.000 afganos.
Abdul Mutalib Haqqani, portavoz del Ministerio talibán para los Refugiados, declaró que la educación está disponible para todos los niños que no asisten a clases, rechazando las acusaciones sobre una crisis del sistema. “Pueden inscribirse en cualquier clase y seguir estudiando, tengan documentos o no”, prosiguió Haqqani, y afirmó que las autoridades “resolverían el problema” por sí solas. La decisión que ha tomado Islamabad de deportar a los afganos que ingresaron ilegalmente ha sido duramente criticada y ha provocado una grave emergencia, porque muchos de los migrantes afganos vivían en el país desde hacía décadas, obligados a abandonar su país por las guerras y la violencia.
Fuente: asianews.it