Carina González, quien huyó de su vivienda con el agua hasta el pecho, optó por dejar su mochila con sus documentos y los de su hija de 11 años para salvar a su mascota
«Mi marido me dijo que soltara la mochila o a mi perro. Yo no iba a dejar a mi perro, así que solté la mochila con mis documentos«, dice a la agencia Reuters. La venezolana Carina González, de 27 años, quien como decenas de miles de venezolanos y haitianos encontró resguardo en la localidad brasileña tras escapar del hambre, la violencia y los desastres naturales en sus países de origen.
González, quien huyó de su vivienda con el agua hasta el pecho, optó por dejar su mochila con sus documentos y los de su hija de 11 años para salvar a su mascota. «Somos extranjeros y no podemos hacer nada sin un documento«, añadió.
Al menos 43 mil refugiados que viven en el estado brasileño, entre ellos 29 mil venezolanos y 12 mil haitianos, según datos de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
«Muchas personas han perdido los documentos que tenían, sus papeles migratorios, sus documentos de identidad provisionales que tendrán que ser reexpedidos para no quedarse indocumentados en Brasil», mencionó Silvia Sander, funcionaria de Acnur.
Rio Grande do Sul, que ha sufrido fuertes inundaciones en los últimos días, estuvo entre los tres principales estados en recibir refugiados en un programa humanitario federal que reubicó a migrantes que huían de Venezuela en la frontera norte de Brasil.
La mayoría de los connacionales encontraron trabajos estables gracias a los beneficios migratorios que obtuvieron.
El hogar más común para los refugiados del estado ha sido el barrio Sarandí en el lado norte de Porto Alegre. Este barrio fue el más devastado por las inundaciones después del colapso de un dique, reseña la agencia de noticias.
Más de 26 mil residentes de Sarandí, cuyas casas se encuentran bajo el agua se se ubican en varios refugios de la ciudad.
Carina González y su esposo Xavier cuentan, por ahora, con trabajos seguros. Sin embargo, como a muchos migrantes, les preocupa llegar a trabajar en una ciudad donde las calles del centro todavía están bajo el agua.
Los venezolanos cruzaron a Brasil en 2018, huyendo de la crisis política y económica que enfrenta el país. Ahora, con las inundaciones, la agitación ha vuelto a sus vidas.
«Ni siquiera sabemos adónde vamos. No tenemos ningún destino en este momento», afirmó Xavier.
«El desastre nos persigue»
Reginald Descilong abandonó Haití después de perder a familiares y amigos en el devastador terremoto de 2010. Llegó a Brasil tres años después, cruzando Centroamérica a pie y en autobús. Hoy, este hombre de 39 años, su esposa y sus tres hijas se encuentran en un refugio público en Porto Alegre, la capital del estado inundada.
«Parece que el desastre siempre nos persigue. Llegué aquí pero los problemas no cesan. Perdimos todo lo que había en nuestra casa bajo el agua y ni siquiera podemos regresar en barco», dijo a Reuters.
«No sé hacia dónde voy ahora. Tenemos que empezar todo de nuevo», lamentó.
Fuente. elnacional.