VERÓNICA MARTÍNEZ
La eliminación de Quédate en México, el programa que puso en marcha en 2019 el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos para obligar a los solicitantes de asilo a regresar a México en lo que se resolvía la decisión judicial sobre sus casos, “es una buena noticia porque era inhumano y riesgoso”, señaló Eunice Rendón, directora de Agenda Migrante.
En la columna Adiós al “Permanece en México”, publicada en el portal Aristegui Noticias, la activista advirtió que “aún queda pendiente la eliminación del Título 42”, el ordenamiento de salud pública del que se valió Trump desde marzo de 2020 para expulsar a más de 1.7 millones de migrantes en su frontera con México, usando como pretexto la pandemia por la COVID-19.
Si bien el Programa de Protección al Migrante (MPP, por sus siglas en inglés) –conocido como Quédate en México– desaparece, el paso de migrantes por nuestro país no disminuirá. Rendón advirtió de la llegada de grandes grupos de personas extranjeras sin papeles, de los que podrían aprovecharse los traficantes de migrantes, también llamados polleros o coyotes.
Se requiere de un política migratoria
La directora de la Maestría en Derecho, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Eileen Matus, consideró que la migración “es un problema integral” y no se resuelve “dando dinero” y trabajo.
Se requiere, precisó Matus, del “diseño de una política migratoria”. El gobierno federal “no puede caer en una contradicción, pues el actual presidente dijo que había brazos abiertos” para los extranjeros sin documentación.
Lo que dejó el Programa de Protección al Migrante
Quédate en México dejó afectaciones considerables. Desde enero de 2019 hasta enero de 2021, el gobierno de Trump envió bajo el programa a más de 71,000 solicitantes de asilo, incluyendo a decenas de miles de niños, niñas y personas con discapacidades o condiciones de salud crónicas.
La abogada Erika Jurado-Graham señaló que del total de solicitantes, “más de 45,000 fueron desestimados por fallos en el programa, ya sea porque los migrantes no recibieron a tiempo la Notificación de Comparecencia (NTA) para asistir al tribunal y el juez dio por terminado el caso o porque no tuvieron representación legal”.
Según datos de Human Rights Watch, “cerca del 80% de las personas sujetas a esta política sufrieran algún tipo de abuso, robo, extorsión o violación, entre los más frecuentes”, señaló la activista Eunice Rendón.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) reportó en mayo la detención de 177,793 migrantes que lograron pasar a EU, lo que representa un aumento del 15%. Muchos de ellos fueron retornados a México.
José Gregorio, de origen nicaragüense, es uno de los migrantes que tras solicitar asilo fue retornado a la frontera de Reynosa, Tamaulipas. Está a días de cumplir tres meses, esperando saber la respuesta a su solicitud de asilo. “Esto desespera. Ya no cuento con dinero. La eliminación de Quédate en México me da esperanza pero no sé aún qué va a pasar conmigo”, dijo.
Carlos Eduardo Rodríguez cruzó en mayo el Río Bravo por la zona de Piedras Negras. Le acompañaban su esposa y sus dos hijos. “Cuando nos entregamos a la Patrulla Fronteriza, nos dividieron. Ella se quedó con mis hijos y a mí me regresaron”, cuenta el venezolano de 28 años.
“Yo solicité el asilo, ahora no sé si ya eliminado Quédate en México será suficiente para que me permitan ingresar a EU”, explica Eduardo Rodríguez, “si no me dan respuesta rápida, voy a intentar llegar, ahora por Ciudad Acuña, Coahuila”.
Como José y Carlos, cientos de migrantes esperan saber cuál será su futuro y si les van a permitir cruzar a EU y allí esperar la resolución.
¿Eliminar el programa “Quédate en Casa” será la solución para los migrantes que llegan a la frontera entre México y Estados Unidos?
Era la Primera Guerra Mundial. Europa estaba sumergida en un brutal conflicto, con trincheras que recorrían kilómetros. Para ocultar sus movimientos de tropas, los ejércitos empezaron a usar bombas de humo para crear cortinas, y poder atacar.
Las cortinas de humo. La estrategia se volvió tan popular que pronto saltó de las guerras reales a la política como un recurso para distraer, ocultar cosas o confundir a la opinión pública. Y hoy, en el auge del populismo global, es más usada que nunca.
Así, cada vez que hay un verdadero escándalo de corrupción, una situación de violencia o una tragedia, nos avientan un anzuelo para que hablemos de otra cosa, algo sin verdadera importancia que rompe la discusión pública. Y con demasiada frecuencia, tanto la sociedad como los medios, mordemos ese anzuelo.
Mientras vemos cómo crece la violencia contra periodistas, por ejemplo, y tenemos un nuevo caso indignante de homicidio, ¿de qué hablamos? De quitar la Estatua de la Libertad en Nueva York.
Cuando otro feminicidio sacude a la opinión pública, al poco rato estamos hablando de un video del hijo del presidente haciendo cualquier cosa, sospechosamente filtrado. Las redes sociales se inundan de burlas, mensajes de odio, de indignación por meterse con menores de edad y demás. Tres días después, hemos olvidado todo.
Tenemos una serie de masacres, una tras otra, en distintos lugares del país. Pero la atención se voltea hacia los audios – por cierto ilegales – que la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, presenta sobre el presidente del PRI, Alejandro Moreno. Cuando esos audios ya no tienen suficiente efecto, ¿por qué no hacer público el cateo de su casa, por más que implique violar el debido proceso? El presidente se sube a la ola, pero para meter más confusión, y quizá cubrir sus propias espaldas, condena las filtraciones.
No es defensa de Alito, como le dicen. Es simplemente hacer ver cómo se usa el “escándalo” para mantenernos ocupados y distraídos, hablando de cosas irrelevantes. Si el presidente del PRI ha hecho cosas ilegales, algo que no sorprendería a nadie, que se le juzgue y castigue según lo que establece la ley. Pero no, mejor hagamos drama.
Es un estilo de política que se ha apoderado de todo el sistema.
Claudia Sheinbaum, que andaba de gira cuándo hubo un corto circuito e incendio en el Metro, ha aprendido la táctica. Sin la menor información ni asumir ninguna responsabilidad, suelta una teoría de la conspiración: pudo ser sabotaje.
Sus fans brincan a sostener esa hipótesis, como si no lleváramos años viendo cómo una y otra vez la falta de mantenimiento del Metro cierra tramos o estaciones e incluso causa muertes. Pero no, imaginemos un complot.
¿Y por qué se usa esta manipuladora herramienta? Pues porque funciona.
Funciona en otros países, como pasaba con Donald Trump en Estados Unidos, o con Nicolás Maduro en Venezuela; ha resultado efectiva desde el principio del sexenio, cuando se quería hablar del avión presidencial en lugar de la violencia feminicida.
Y aquí es dónde entra nuestra responsabilidad como sociedad y como medios. Tenemos que dejar de morder el anzuelo.
Tenemos que dejar de enganchar con las frivolidades que nos avientan todos los días quienes gobiernan y pedir que cumplan su mínima responsabilidad: rendir cuentas. Corregir sus errores.
Fuente: cuestione.