Hace apenas unas semanas hubo una foto que recorrió el mundo. En ella se veía a tres nigerianos que pasaron once días sobre la pala de un buque petrolero, expuestos a la marea y el viento, y que llegaron a España en donde los atendieron por hipotermia y deshidratación. La imagen narraba la crudeza de la migración a la que se exponen millones de personas que salen de sus países de origen. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas – ONU solo durante 2020 los migrantes internacionales (personas que residen en un país distinto al de nacimiento) alcanzaron los 281 millones en todo el mundo. El 3,6 % de la población.
Los náufragos que desde hace décadas pasan de África a Europa, los recientes desplazamientos forzados en Ucrania, las miles de personas que atraviesan las selvas del Darién, los migrantes que salen de Venezuela, los mexicanos que pasan a Estados Unidos son muchos más ejemplos de migraciones que suceden en la actualidad.
Pero ¿es un fenómeno de estos tiempos? Paula Andrea García, profesora de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana es enfática en decir que no. “La migración ha sido un tema trascendental en todas las culturas. Creo que desde el origen mismo de la civilización se tiene que hablar de migración”, afirma. “No es un tema de ahora, ni del último siglo. Ha sido de siempre”, agrega.
Este tema es tan antiguo que incluso aparece en los textos de la Biblia y es el tema de estudio de García. “La primera migración es presentada en el libro de Génesis como fruto del juicio divino: Adán y Eva son enviados fuera del Jardín, al este de Edén, por su rebelión (Génesis 3,23-24); Caín debe vagar por asesinar a su hermano Abel (Génesis 4, 12-16); y Yahveh dispersa a la humanidad en Babel, por su intento erróneo de grandeza (Génesis 11, 8-9)”, dice la investigación Migración y desplazamiento desde el corazón de las sagradas escrituras, de la profesora García.
La misma escritura de la Biblia inicia en el exilio. En el año 597 a.C., el pueblo de Israel es conquistado por el rey de Babilonia, Nabucodonosor II. “Es en ese momento que empiezan a reflexionar sobre cuáles fueron los hechos que los llevaron a estar allí. Como la mayoría de los exiliados son hombres con formación de escribas, empiezan a recopilar su historia. Textos que tiempo después se convirtieron en las escrituras sagradas”, explica García.
Las historias de Abraham, de José y sus hermanos en Egipto, de Moisés guiando al pueblo por el desierto, dan cuenta de siglos en los que la migración fue la forma de vida en la etapa en que eran solo un grupo de patriarcas, y también cuando se constituyeron como pueblo.
Fuente: javeriana.edu.co