George, un joven sirio de 21 años, llegó con su familia a Canadá como refugiado, tras verse obligados a salir de su país por la guerra. Hoy trabaja como voluntario de la Cruz Roja, en primera línea contra la pandemia del Covid-19. Asegura que busca retribuir al país que los acogió –mediante ayudas del Gobierno–, mientras sueña con que el conflicto termine algún día.
George es un apasionado de los libros y la lectura en distintos idiomas. Cuenta que le tomó solo unas semanas adaptarse a su nuevo país, Canadá, pese a las bajas temperaturas.
En su maletín siempre lleva un libro, pocas veces estos se encuentran en árabe, su lengua materna. “Ya sabía un poco de francés porque en Siria estudié francés. Me parece que leer es divertido, en cualquier idioma: francés, inglés o español”, afirma.
Reside en Montreal junto a su familia. En 2015, todos se vieron forzados a abandonar su país por el asedio de la guerra. Vivieron un mes en el Líbano antes de ser patrocinados por una familia canadiense, lo que les permitió mudarse al continente americano.
“Al principio fue muy difícil para nosotros, sobre todo tener que irnos de Siria. Cuando llegamos no sabíamos muy bien cómo hacían las cosas (en Canadá). Como las diligencias para el seguro médico, la tarjeta del seguro o encontrar un empleo”, rememora George.
Hoy, seis años más tarde, este joven trabaja como voluntario de la Cruz Roja, en primera línea contra la pandemia del Covid-19. Asegura que es una forma de retribuirle a la nación que lo recibió a él y a sus seres queridos: “Es nuestro turno de agradecerle a este país que nos acogió, implicándonos de esta manera”.
Aunque ama Canadá, sueña con el fin de la guerra en Siria, sin descartar un futuro regreso.
- Fuente:France24