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Cuando un golpe de Estado te persigue hasta acorralarte: La vida de los refugiados birmanos en Tailandia

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El cartel de la pared al interior del refugio dice: «La Revolución de la Primavera puede seguir gracias a la Fuerza de Defensa Popular». Foto de Prachatai, utilizada con autorización.


Este artículo escrito por Wanna Taemthong se publicó en Prachatai, sitio de noticias independiente de Tailandia. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenidos

La violencia empleada por el Gobierno de Myanmar para reprimir a sus ciudadanos tras el golpe de Estado de 2021 ha provocado que gran número de birmanos huyan a Tailandia para salvar sus vidas. Algunos entraron legalmente con visados válidos, otros son indocumentados.

Según datos de la Coalición por los Derechos de los Refugiados y Apátridas, en 2022 había cerca de 5155 refugiados en zonas urbanas en Tailandia. Esta cifra también incluye a personas de otras nacionalidades, pero el número de refugiados en zonas urbanas oriundos de Myanmar podría ser aún mayor que el estimado.

Uno de los refugiados es Ah Ko (término birmano para referirse a un hombre mayor), de 64 años, que cuida de un edificio que alberga a otros 27 refugiados opositores al golpe de Estado. Ah Ko nos contó que este lugar ha ayudado a birmanos de muchas zonas, entre los que menciona:

“Gente común y corriente que ya no tiene dónde vivir, que ya no puede quedarse en Myanmar o los líderes que lucharon contra el golpe de Estado del general Min Aung Hlaing. Algunos son miembros de la Fuerza de Defensa Popular (PDF), otros son políticos. La mayoría no siempre está aquí. La gente siempre va y viene. Todos los gastos son financiados por una red birmana en Estados Unidos. Recaudan dinero y nos lo envían”.

En realidad, Ah Ko es alguien que podría trasladarse fácilmente a otro país, ya que su familia se mudó de Myanmar y se instaló en Estados Unidos durante la “Revolución Azafrán” en 2007. En 2016, optó por regresar a Myanmar después de que el partido Liga Nacional para la Democracia de Aung San Suu Kyi ganó las elecciones en 2015 y obtuvo más de la mitad de los cargos del Parlamento y el Senado. Ah Ko regresó y abrió un negocio turístico en Myanmar, mientras que el resto de su familia permaneció en Estados Unidos. Poco después se produjo otro golpe de Estado en 2021. Ah Ko explica:

“Ya he estado en otro país, ¿por qué tendría que ir otra vez? Cuando viví allí, logré sobrevivir. Pude comer, pude vivir, pero nuestros hermanos y hermanas, nuestra gente, siguen viviendo en dificultades como esta. ¿Cerraré los ojos y me iré? Así que decidí no irme a otro país. Me quedaré y ayudaré todo lo que sea humanamente posible, de modo que decidí quedarme aquí (Tailandia) y ayudar a recaudar dinero para socorrer a nuestros hermanos y hermanas!.

Ah Ko considera que el golpe de Estado de 2021 es diferente de la protesta de 1988 contra el general Ne Win (también conocida como el Levantamiento 8888 del 08/08/1988), cuando la gente aún no tenía acceso a internet y no se enteraba de las protestas. Sin embargo, en 2021 todo el mundo podía ponerse en contacto a través de internet y se formó el Movimiento de Desobediencia Civil y la Fuerza de Defensa Popular.

“Si en 1988 los militares hubieran fusilado a diez personas, otras cien se hubieran callado. Nadie hubiera tenido el valor de luchar. No obstante, en 2021, si los militares fusilaban a cien personas, había cien personas, mil personas, diez mil personas con valor para luchar. En 2021, todos los niños tenían los ojos y los oídos bien abiertos. Podían enterarse de todo lo que estaba pasando y mostrárselo al mundo entero”.

Ah Ko hace un llamado a las autoridades tailandesas:

“De poder, me gustaría pedir al Gobierno tailandés que nos acepte y que establezca un centro para refugiados de guerra. La gente que viene aquí no es mala. Los soldados del golpe de Estado abusaron de su poder para dispararle a la gente, matarla y destruir sus cosas. La gente que no tiene dónde vivir tiene que escapar aquí. Venir al refugio es un asunto secreto. Si nos atrapan, tenemos que pagar. Si nos devuelven a Myanmar, el riesgo es el mismo que enviarnos a morir. Si es posible, me gustaría que el Gobierno tailandés resolviera este problema directamente. Que nos acepte abiertamente. Si la situación en nuestro país mejora, que podamos regresar”.

Safe house for Burmese refugees

Interior de una vivienda para refugiados birmanos. Foto de Prachatai, utilizada con autorización.

De periodista a refugiado

Thu (alias) trabajaba como periodista en Myanmar y ahora es una de las personas que vive en el refugio de Ah Ko. Al principio era camarógrafo y editor de videos. Como trabajaba en una pequeña agencia de noticias, también tenía que estar delante de la cámara cuando faltaba personal, por lo que formó parte de un equipo de periodistas que informaba sobre las protestas contra el golpe de Estado. Thu comenta:

“Los soldados nos ordenaron detenernos, no se nos permitía grabar videos en el lugar. Algunas personas no hicieron caso y siguieron sacando fotos y videos, lo que provocó su detención”.

El reportaje que causó el cierre de la agencia de noticias de Thu sucedió durante la pandemia de COVID-19. Los hospitales no tenían suficientes tanques de oxígeno, y los militares entregaron tanques de oxígeno solo a quienes apoyaban a los militares, mientras que los que se oponían al golpe de Estado no recibieron nada. Después que se publicó la noticia, Thu explicó que “los soldados nos persiguieron, no pudimos quedarnos en Myanmar y tuvimos que escapar hacia aquí”, a lo que añade:

“El riesgo para los periodistas en Myanmar ahora mismo es muy alto, ya que la mayoría está en la cárcel. Los militares controlan todas las noticias”.

Antes de entrar a Tailandia, Thu tuvo que alojarse con amigos o conocidos y alternar casas cada tres o cuatro días. Después se puso en contacto con Ah Ko y vendió su cámara personal para tener dinero para cruzar la frontera con su novia. Tras entrar en el refugio, tuvo que guardar silencio y vivir tranquilo para no ser detenido, ya que había entrado al país sin papeles. Thu ya ha logrado presentar una solicitud para ir a otro país, que por el momento es la única esperanza para él y su novia, pues no pueden regresar a Myanmar en la situación actual.

Como aún sigue en la espera para trasladarse a otro país, Thu necesita dinero para vivir en Tailandia. No obstante, le resulta difícil moverse por la zona al no tener documentos. Además, cada vez que sale del refugio para comprar alimentos, se asusta si ve pasar a un policía en motocicleta. Thu lleva cuatro meses en Tailandia y su aspecto ha cambiado notablemente, está mucho más delgado en comparación con las fotos que se tomó cuando estaba en Myanmar.

Cuando le preguntamos si pudiese pedir un deseo, cuál sería, Thu respondió: “Si pudiera, solo desearía que nos devolvieran la democracia”.

Burmese refugee in Thailand

Thu editó un video para un artista birmano. Foto de Prachatai, utilizada con autorización.

¿Cómo debe gestionarse la vida de los refugiados en zonas urbanas?

En los dos años transcurridos desde el golpe de Estado en Myanmar, el Gobierno tailandés, como país vecino, no ha dispuesto de ningún sistema de control para los refugiados birmanos. Sirada Khemanitthathai, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad de Chiang Mai y especialista en la emigración que ocurre en Myanmar, ve el golpe de Estado desde el punto de vista de su relación con Tailandia. Actualmente, los birmanos que viven en Tailandia no son solo trabajadores. Tras el golpe de Estado, personas de diversos grupos, clases sociales y profesiones entraron al país. Sirada añade que muchos birmanos de clase media emigraron a Tailandia, y algunos pudieron comprar condominios y enviar a sus hijos a escuelas internacionales.

Sirada sugiere que un buen modo para ayudar a los refugiados birmanos en zonas urbanas es que el Estado tailandés promulgue una ley que apoye la condición de refugiado de los birmanos que huyeron a causa de la situación política (migración forzada). Por ejemplo, se podría permitir que este grupo se registrara legalmente y recibiera protección de la ley tailandesa, lo que también evitaría cualquier tipo de corrupción por parte de los funcionarios estatales con la que los refugiados pudiesen enfrentarse.

Fuente: es.globalvoices.org


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