Rabat, 29 abr (EFE).- Mali, gobernado por una junta militar tras dos golpes de Estado en un año, atraviesa una de las peores crisis de seguridad de su historia por la continua proliferación de grupos yihadistas que han invadido localidades norteñas y perpetrado ataques a las puertas de Bamako, en medio del fracaso de la transición política y de un empeoramiento de la situación humanitaria.
“Aunque el Gobierno de transición adquiere aviones de guerra y equipos militares, y cuenta con el apoyo de instructores rusos (en alusión al grupo de mercenarios Wagner), su incapacidad para acabar con el terrorismo es cada día mayor”, explica a EFE el politólogo maliense Mohamed Ag Ismail.
Según el Global Terrorism Index (GTI, 2023), entre 2007 y 2022 fallecieron en Mali 3.442 personas víctimas de ataques de terrorismo, 944 de ellas solamente en el último de esos años, en el que Francia retiró su fuerza antiterrorista que operaba desde 2014 en el país y que fue sustituida por merecenarios rusos del grupo Wagner.
Ag Ismail lamenta que los dos grupos terroristas activos en Mali, Al Qaeda y su rival el Estado Islámico (EI), “estén incluso más fuertes que antes de los golpes de Estado de 2020 y 2021”, y confirma el fracaso de la estrategia antiterrorista del Gobierno, que ahora “se centra en una política de desinformación y negación”.
INSEGURIDAD SIN PRECEDENTES
El pasado sábado, Al Qaeda atacó el aeropuerto de la ciudad de Sevaré (centro), mientras que el EI, consolidó su asedio a Menaka (noreste), capital de la región homónima donde ocupó varias aldeas, asesinó a civiles y saqueó ganado y alimentos.
El pasado martes, un convoy de vehículos del EI llegó por primera vez a la localidad de Inlamawane, en el extremo noreste del país, y a más de 500 kilómetros de sus bastiones habituales en la zona fronteriza entre Mali, Níger y Burkina Faso.
Durante esa incursión, los yihadistas ejecutaron a seis civiles malienses, según informaron a EFE varias fuentes locales que también indicaron que antiguos combatientes locales de Al Qaeda se unieron al EI.
Las evoluciones en Menaka coinciden con un llamamiento hecho en foros yihadistas por un supuesto dirigente del EI en el Sahel, denominado Yusuf Uld Chuaib, en el que impone condiciones a Al Qaeda y a los grupos armados tuareg a cambio de paz.
El llamamiento, difundido en un audio al que EFE tuvo acceso y cuya autenticidad no ha sido verificada, insta a estos grupos a adoptar la ideología yihadista del EI y acatar su liderazgo, además de entregar sus armas y vehículos.
Por otra parte, Al Qaeda multiplica sus ataques letales en las periferias de Bamako y en zonas fronterizas con Burkina Faso y Mauritania. El pasado 19 de abril, asesinó a Oumar Traoré, jefe de gabinete del presidente de la cúpula militar, el coronel Asimi Goita, en un ataque en la región de Nara, al norte de la capital.
TRANSICIÓN ACCIDENTADA
El analista Ag Ismail explica que esta situación imposibilita el traspaso del poder a los civiles en 2024 en elecciones, como prometió la junta militar.
Señala que Mali vive un vacío político desde que la junta militar neutralizara a los partidos tradicionales y promoviera nuevas formaciones débiles sin apoyo popular, que no pueden imponer una transición democrática.
También lamenta que la calle maliense esté dominada por masas de jóvenes influidos por la “propaganda populista” de los militares, que este viernes organizaron una manifestación en Bamako para pedir la expulsión de la Minusma, la misión de la ONU en Mali.
Presente en el país desde 2013, es la misión más peligrosa de las desplegadas por la ONU, y sumaba, hasta diciembre del año pasado, 182 muertos en actos hostiles, casi siempre víctimas de grupos yihadistas.
A esa situación se añade, según el mismo analista, la imposibilidad de celebrar elecciones mientras amplias zonas sean inseguras o escapen al control del Gobierno, y haya centenares de miles de desplazados huidos de los ataques terroristas.
Ag Ismail precisa que la situación humanitaria se ha deteriorado aún más desde la ruptura entre París y la junta militar, que ha impedido que organizaciones humanitarias financiadas por el Gobierno galo sigan con su actividad.
El politólogo recuerda la situación en Menaka, cercada por el EI y donde decenas de miles de personas se encuentran en condición de refugiados, sin comida, agua ni atención sanitaria.
Según la Agencia de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), a 30 de diciembre de 2022 había 412.000 desplazados internos en Mali y casi la mitad de la población (8,9 millones de malienses) necesita ayuda humanitaria.
por Mohamed Siali
Fuente: quepasamedia