Solanda es una parroquia de Quito, Ecuador, que ha recibido a los venezolanos. Los ecuatorianos han decidido rebautizarla como Venesolanda tras la llegada de los migrantes, que también han formado negocios y emprendimientos, reseña el diario digital ecuatoriano Primicias
Caracas.- En Quito, la capital de Ecuador, la parroquia Solanda acoge desde hace algunos años a la comunidad migrante venezolana. Abrieron negocios y ventas que han hecho que incluso los ecuatorianos que residen también en la zona la llamen Venesolanda, reseña el diario digital Primicias.
En esa parroquia del sur de Quito se pueden encontrar centros médicos, dentistas, fruterías, abastos, barberías y hasta comida venezolana. Actualmente cuenta con 130.000 habitantes y desde hace cinco años comenzó a llamarse popularmente Venesolanda, debido a la llegada de una creciente migración venezolana.
Adelis Peña es un venezolano que vende empanadas en una de las esquinas de la parroquia en un carrito al que apodó El Maracucho. El zuliano contó a Primicias que llegó a Ecuador en 2019 y decidió quedarse en Solanda porque le pareció una zona tranquila.
El venezolano ya es conocido dentro de la comunidad y los habitantes de la zona le dicen «vecino» cada vez que lo ven. También es conocido por ofrecer empanadas con harina de choclo para brindar el sabor de su tierra natal a sus clientes.
Venezolanos dejan Ecuador
Para noviembre de 2022, en Ecuador se contabilizan 502.214 migrantes y refugiados venezolanos siendo el tercer país con mayor receptividad de migrantes de dicha nacionalidad, según datos de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V). Sin embargo, Daniel Regalado, presidente de la Asociación Civil de Venezuela en Ecuador, dice que al menos 200.000 venezolanos han salido de Ecuador desde octubre de 2021 hasta noviembre de 2022, la mayoría con el objetivo de llegar a Estados Unidos.
Peña asegura que su familia es un reflejo de cómo los venezolanos que habían migrado a Ecuador han decidido buscar nuevas oportunidades. Asegura que de 35 familiares que vivían en Solanda, tan solo quedan 12; entre los que se han ido está su hijo, quien se fue caminando a Estados Unidos, pero actualmente se encuentra en México debido al cierre de las fronteras.
Carolina Mendoza, otra venezolana de la parroquia, vende tequeños y otras comidas en El Rincón del Sazón, un negocio que logró edificar tras cinco años de su llegada. Asegura que es una zona tranquila y que los venezolanos que deciden irse de Ecuador tienen poca fe.
Estados Unidos habilitó un nuevo programa migratorio con el in de frenar la migración irregular. El mismo establece que 24.000 venezolanos podrán optara una estadía regular por dos años si poseen un patrocinador en el país norteamericano y que se expulsará de forma inmediata a todos los que crucen la frontera con México de forma irregular.
Visión de los ecuatorianos
La venezolana Yésica Curiel, de 26 años, trabaja en una tienda de cosméticos donde buscan personal. La mujer explica que los dueños quieren contratar solo a ecuatorianos puesto que muchos venezolanos toman los trabajos para trabajar unos meses y luego irse a Estados Unidos.
Curiel aclara que es una acción que no tiene nada que ver con la xenofobia, si no que la renuncia temprana de un trabajador causa inestabilidad en la economía del negocio.
Por su parte, el ecuatoriano Juan Ramón Navarrete, presidente del Comité Pro mejoras del Sector 4 de Solanda, asegura que para los locales ha sido incómoda la llegada de los migrantes debido a que han instalado sus puestos de comida y ventas en espacios públicos.
“Eso ha perjudicado el uso del espacio de suelo de los moradores, de quienes vivimos aquí”, insiste Navarrete, quien también asegura que las personas no protestan por temor.
Fuente: El Pitazo