Decididamente, lo ocurrido en Colchane remece a Chile y hay varios políticos del gobierno que opinan como controlar la migración, más aún, dan la fórmula de cómo hacerlo. A buena hora, pero sin duda el problema de la emigración llegó para quedarse. Dio inicio en los 90 con el exilio de peruanos que escapan de la dictadura fujimorista y que los gobiernos de turno no supieron responder, porque no eran un problema.
Luego llegaron los haitianos, del país más pobre de Latinoamérica. Venían en busca de nuevos horizontes, nuestra versión del sueño americano. Como Chile tenía misiones de paz en ese país, de alguna manera nos sentíamos comprometidos apadrinarlos. Advinieron a Chile y se encontraron con un mundo totalmente distinto, con claras dificultades del idioma, clasismo por el color de su piel y otras dificultades, se fueron transformando en guetos de pobreza y el Estado no asumió la responsabilidad del problema.
En la actualidad, nace el chavismo y su régimen político con todas las circunstancias que esto trajo, una marea de migrantes venezolanos a Chile. Y como es usual, los diversos regímenes nuevamente no hacen nada.
¿Cómo ocurrió esto? Simplemente porque Chile no era un país de importancia en migración. Abrigamos grandes colonizaciones en el siglo XVIII cuando todavía éramos colonia de extranjeros trabajando para el imperio español. A partir del siglo XIX, pos independencia colonizadores eran traídos por el Estado para poblar el sur de Chile, inclusive nuestra región de Magallanes. Pero sin duda era una migración fiscalizada, eran pioneros que venían a poblar terrenos que los chilenos no querían o que no podían por la lejanía geográfica.
La migración actual es muy distinta. Estas se producen por razones políticas o por razones económicas y Chile se mantenía como el último país de Sudamérica en experimentarlas, como las vivió Argentina y Brasil a inicios del siglo XX. En otras palabras, Chile estaba acostumbrado a vivir en su parcela de agrado, de aislamiento, hasta que los fenómenos en el barrio local generaron un desplazamiento hacia el país que se consideraba en algún momento el mejor de la región.
No obstante, el resultado que trajo a la migración la estructura del país, la xenofobia, el racismo, el clasismo, ha sido un sinfín de dificultades. Ausencias de trabajo, de vivienda, de una alimentación apropiada, o hacinamientos programados, etc. Por eso, lo que ocurre en Colchane y las declaraciones emitidas por ciertos políticos de gobierno, reflejan la cultura que no reconocemos y que necesitamos desterrar.
En consecuencia, en la próxima constitución debemos afrontar este problema. Debemos determinar las bases y los procesos para que los migrantes tengan plenitud de derechos y la protección como nuevos ciudadanos. Así como establecer criterios de cuotas, porque no podemos aceptar a todo migrantes que llegue aquí sin tener la infraestructura material y política. La migración no puede ser como una cañería rota, que el agua salga eternamente. ¡No!, se tiene que regular.
Chile debe prepararse, porque la migración no se detendrá si la situación de Venezuela no cambia. Seguirán llegando migrantes venezolanos al país, y debemos estar prevenidos, para que estas migraciones sean ordenadas, estructuradas y auspiciadas por el Estado.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
Fuente: Radio Polar