La reforma propuesta por el presidente de Estados Unidos Joe Biden puede salvar la migración global del estancamiento y empujar al mundo hacia la apertura.
JANAN GANESH
Ciudad de México / 01.03.2021 00:00:02
Donald Trump los atacó en palabras y hechos. Reino Unido buscó reducir su número al abandonar la Unión Europea. Sin embargo, los inmigrantes pueden llegar a ver la era anterior a la pandemia como un Edén de buena voluntad. El endurecimiento de las fronteras en algunos países se ha convertido en una feroz restricción sobre casi todos. El estigma económico (el inmigrante como ladrón de empleos) se convirtió en algo más espeluznante (el inmigrante como vector de enfermedad).
Si sobrevive a la pandemia de covid-19, un mundo de migración ultrabaja sería menos humano y menos eficiente. Las remesas, mucho más importantes que la ayuda exterior, se agotarían. El Banco Mundial ya espera que caigan por segundo año consecutivo. Las naciones que exportan trabajadores de bajos salarios tendrían que emplearlos en sus países, o enfrentar quién sabe qué consecuencias para mantener su estabilidad interna. Considerado en el mundo rico como una fuente de conflictos civiles, el movimiento de personas a menudo los impide en otros lugares. El mundo corre el riesgo de perder una válvula de presión y una fuerza material para siempre.
Pocas cosas pueden evitar un enfriamiento duradero en la migración. La reforma en la dirección opuesta por el país más poderoso del mundo es una de ellas. El proyecto de ley de inmigración que presentó el presidente estadunidense Joe Biden se aclama como el cambio más radical de su tipo desde 1986. Esto lo infravalora criminalmente. Cualquiera que sea su contenido, las reformas anteriores fueron de interés nacional o quizás regional. Este, debido al momento, podría empujar al mundo hacia la apertura en un momento crucial de la historia.
Además de naturalizar a los inmigrantes indocumentados, incluidos los que llegaron siendo niños, el proyecto de ley de Biden relajaría las reglas sobre trabajadores cualificados, estudiantes y familiares de residentes permanentes legales. Incluso en sus cambios de tono, la legislación es generosa. Esa desagradable palabra “alien” (extraño o extranjero) se convertirá en “no ciudadano” en el discurso oficial de Estados Unidos (EU).
La prueba definitiva de la ambición del proyecto de ley es que no sobrevivirá al Congreso en su forma actual. Los republicanos plantean el riesgo moral de naturalizar a los indocumentados, aunque estén libres de culpa. A medida que la proporción de la población estadunidense nacida en el extranjero se acerca a un nivel récord, las preocupaciones sobre su crecimiento, incluso autorizado, no son innatamente mezquinas.
Él dice…
“A través del ejemplo y los números, un Estados Unidos abierto podría traer un mundo abierto en un momento crucial de la historia”
Entonces, un proyecto de ley menos ambicioso es lo máximo que surgirá del corte legislativo. Pero incluso esto constituiría un acto drástico de apertura por parte de la nación de referencia del sistema internacional; y llega en el peor momento de la vida para la movilidad humana. Como ejemplo moral para otros países, es bastante sorprendente. Como impulso directo a la migración global, es potencialmente decisivo.
En términos fríamente numéricos, Estados Unidos como un país abierto equivale a un mundo rico y abierto. En 2015 y 2016, 39 por ciento de todos los migrantes en los países de la OCDE vivían allí. Alemania quedó en segundo lugar, solo con 10 por ciento. Un nuevo flujo de trabajadores cualificados con destino a EU obligaría a otras economías globalizadas a decidir si pueden darse el lujo de que una nación los acapare indefinidamente. Si va a haber un mercado laboral global nuevamente, será necesaria la circularidad de la competencia por el talento finito. También exige una economía desproporcionadamente grande para impulsar ese proceso.
Calladamente, el comercio de mercancías regresó a su nivel anterior a la pandemia de covid-19 ya en noviembre pasado. Una gran parte de la humanidad todavía está por unirse a la economía moderna, muchas de esas personas tan solo en India. Bajo el mandato de Biden, incluso la disputa entre EU y China tiene la posibilidad de detenerse poco antes de una separación consciente.
Es el sacrificio en la migración lo que más amenaza la idea de un mundo coherente. Lo que comenzó como una medida transitoria podría llegar a establecerse.
Si eso ocurre, la prudencia se habrá vuelto loca. En cuanto a la salud, una nación tiene menos que perder con los inmigrantes que con los turistas, los viajeros de negocios o incluso los expatriados visitantes. Nadie que venga a vivir se va a oponer a una semana o dos de cuarentena. Una vez asentados, tienen el mismo interés en la salud pública que los ciudadanos por nacimiento. Los que están en edad laboral también pueden mejorar la proporción entre contribuyentes y jubilados, justo cuando los países deben pagar la increíble factura del alivio de la pandemia de coronavirus.
Tan solo nombrar estas variedades de tráfico transfronterizo es ver cuál será la más difícil, políticamente, para revivir. Después de lograr a través de la conmoción externa los niveles de migrantes que una vez intentaron legislar, los nativistas no permitirán un gran aumento alegremente. Sin embargo, sin uno, el mundo podría perder el crecimiento económico al dejar atrás la pandemia. Si todo lo que logra el proyecto de ley de Joe Biden es librar a Estados Unidos de esta locura, vale la pena. Si mueve a otras naciones a seguir su ejemplo, es posible que nunca haga nada más grandioso.
Fuente: El Milenio