El presidente Andrés Manuel López Obrador y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, conversarán el 7 de mayo sobre posibles acuerdos económicos para desalentar la migración centroamericana.
Antes, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, envió, a través del corresponsal de Proceso, Jesús Esquivel, una advertencia al gobierno estadunidense: “Necesitamos que la administración del presidente Joe Biden haga un esfuerzo importante de inversión en la zona sur de México, El Salvador, Guatemala y sobre todo en Honduras. Solo así podremos colaborar”.
Al respecto, ya casi nadie se acuerda del anuncio triunfal de Ebrard, en diciembre de 2018, de los 5 mil 800 millones de dólares que supuestamente el gobierno de Trump iba a destinar a Centroamérica y que además aumentaría la inversión privada en México vía la Corporación de Inversión Privada en el Extranjero (Overseas Private Investment Corporation u OPIC, en inglés) por un monto de 4 mil 800 millones de dólares. Ni un solo dólar llegó y Trump se fue.
El anuncio a bombo y platillo de Ebrard resultó todo un fiasco. Además de cancelar toda la ayuda a Centroamérica, Trump amenazó al gobierno de López Obrador con imponer aranceles a los productos mexicanos si no usábamos la fuerza militar para frenar la migración centroamericana, y todo hicimos a cambio de nada.
La colaboración en política migratoria entre México y EU no debe estar condicionada Ahora la actitud del gobierno mexicano pasó de la docilidad con Trump al condicionamiento con Biden en cuestiones migratorias, área en la que se supone comparten visiones humanistas. Hace poco, Estados Unidos anunció un paquete económico de 310 millones de dólares para combatir las causas de la migración en Centroamérica, monto modesto que fue celebrado por la SRE. México juega un papel prioritario en la estrategia migratoria de Estados Unidos.
Sin nuestro país, los estadunidenses no podrían combatir la migración irregular, por ello el gobierno de Biden debe destinar más fondos, no solo los 310 millones. Al otro lado del Atlántico, la Unión Europea busca mayor apoyo de Marruecos contra la inmigración irregular africana a cambio de más ayuda, como ya lo hizo con Libia y Turquía, con objetivos a largo plazo.
Según el diario El País, el llamado Instrumento de Vecindad, Desarrollo y Cooperación Internacional tiene una dotación de 79 mil 500 millones de euros (casi una cuarta parte para los países vecinos de la UE), más un colchón de 9 mil 500 millones para intervenciones de emergencia, para el periodo 2021-2027. México podría replantear el incremento de la cooperación estadunidense sin actitudes hostiles realineando objetivos para lograr ser uno de los beneficiarios, en una colaboración fluida y franca.
Para empezar, México debe exigir a Estados Unidos que cumpla con la promesa de Trump de agilizar los juicios de solicitantes de asilo que esperan en México, pues miles de centroamericanos están hacinados en la frontera mexicana en condiciones deplorables.
La colaboración en política migratoria no debe estar condicionada, como lo propuso Ebrard, parece una baladronada. Debe imperar el entendimiento franco con los vecinos estadunidenses para regular flujos migratorios sin recurrir al chantaje de blindar o abrir las fronteras con la Guardia Nacional, como fichas de negociación. Sería indigno de la tradición humanitaria de México jugar con la vida de millones de migrantes.
Agustín Gutiérrez Canet
Fuente: El Milenio