- El que sale de su lugar de origen y busca mejorar sus condiciones de vida, es un migrante, pero además cuando lo hace forzadamente, por cualquiera que sea el factor expulsor, implica otros niveles de sufrimiento físicos y mentales, a cada paso que avanza aparecen nuevos estresores, no solo son propios de sus duelos y perdidas sino de las estructuras sociales, culturales y legales de los lugares que atraviesa.
No son nuevas estas realidades; desde que el mundo es mundo los seres vivos somos migrantes, las personas tenemos una cualidad especial para la migración y esta ha fortalecido la especie en todos los rincones del planeta. Cada migración tiene motivaciones especiales, unas son más duras que otras, en lo individual no es lo mismo un caminante que atravesó la cordillera andina, los desiertos de México a EEUU y otras rutas hostiles, que los que llegan en medios de transporte seguros, a más esfuerzo más sufrimiento dolor y muertes.
La continua e imparable movilidad humana y sobre todo, la manera cómo actúan los factores expulsores, generaron normas universales para la protección e impulsan medidas humanitarias de diferentes abordajes. Hay importantes instituciones trabajando con mucha energía para aliviar el sufrimiento de los migrantes, hay también algunos estados que las toman con poca seriedad, otros con conveniencias y otros ni siquiera les importan aunque son suscriptores de pactos convenios y otros acuerdos internacionales sobre el tema, he allí que surgen las barreras anti migrantes unas son muros, otras leyes xenófobas, criminilizadoras o limitación de las oportunidades, otras son posiciones individuales o colectivas de discriminación, xenofobia y racismo.
Empecemos por el tristemente célebre muro de Trump, ni siquiera es una idea de Trump, en el mandado de George Busch se habían construido 3000 kilómetros de intrincadas alambradas antinmigrantes, con modernos equipos electrónicos de detección y vigiladas por algunos 20.000 hombres armados, Francia el país de la libertad la igualdad y la fraternidad, hizo lo mismo 30 o 40 km de vallas antinmigrantes, Hungría con Serbia 170 km de alambrada, Macedonia con Grecia, Eslovenia con Croacia y Austria con Eslovenia, Grecia y Bulgaria con Turquía, Marruecos con España, Israel con Cisjordania, y otras 60 más aproximadamente. Si nos preguntamos ¿qué han resuelto estas barreras?, Con certeza podemos decir que nada, siguen llegando migrantes además se ha incrementado el sufrimiento y la muerte a partir de estos obstáculos.
En el caribe Trinidad y Tobago con la desdichada actuación contra los migrantes venezolanos se anotan un triste récord, específicamente el caso de 16 niños expulsados y arrojados al mar en una barcaza precaria. Estas islas han tenido dificultades económicas y sociales en su historia reciente, situación que expulsó a varios ciudadanos a otros países, uno de ellos Venezuela; como Venezuela revirtió negativamente su estado de bienestar, sus naturales están regados por el mundo, más allá de eso, en la historia de estas tierra antes llamada Kairi, ahora Trinidad en honor a la Santísima Trinidad, se narra cómo la población originaria Caribes y Kagulos fueron diezmados por largos periodos de esclavitud. Los conquistadores españoles, ingleses, neerlandeses y franceses, abrieron paso al despoblamiento y repoblamiento con esclavos de nuestra querida y sufrida África, y trabajadores de otras latitudes como Siria e India.
Fue en 1976 cuando proclama su independencia de la corona inglesa, su población está conformada por los descendientes de los trabajadores de la India, indo trinitenses y los afro trinitenses descendientes de los esclavos africanos.
Contextualizado esto, hablemos de los 16 niños. En la isla ha sido recurrente las violaciones de derechos humanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la OEA y la ONU le han hecho llamamientos a aquel gobierno para que cese en la violación de los derechos de las personas migrantes, además se expresan en términos de preocupación por la desaparición, ejecuciones sumarias, explotación sexual de niños y mujeres, la criminalización de la migración y la existencia y tolerancia de redes de trata que hacen vida en este país y se aprovechan de los migrantes.
El 22 de noviembre 2020, la guardia costera trinitense montó en una barcaza precaria a 16 niños y otros adultos, algunos de los niños separados de sus padres, lo hicieron en medio de una tormenta; pasaron por encima de los derechos humanos, un habeas corpus para evitar la repatriación y seguramente de muchos clamores.
Más de 48 horas pasaron sin que se supiese algo de la embarcación y sus pequeños tripulantes. Lo que contaron los padres, y otras personas a los medios de comunicación, fue que tuvieron contacto con el responsable de la embarcación y que a media hora de haber salido el motor se dañó, quedaron sin combustible y a la deriva.
Después de expuesto el abominable hecho a la opinión pública encontraron la embarcación; entre los niños había un pequeño de 4 meses; sin alimentos y sin agua presentaron cuadros de deshidratación y vómitos. En la isla, el llanto desesperado de sus padres y el temor por la amenaza de las autoridades.
El tribunal supremo se pronunció y la embarcación fue devuelta a la isla, acto seguido las autoridades ejecutivas mostraron sus barreras, el ministro de seguridad Stuar Yung dijo que si un migrante pisa ilegalmente la isla es una persona indeseable, declaraciones abiertas contra los más elementales derechos humanos y una apología del delito. Cuando los gobiernos y / o los funcionarios son xenófobos es difícil esperar buenas repuestas, el primer ministro Keith Rowley, justificó las actuaciones de su gobierno señalando que estos niños son utilizados por personas anónimas como armas para doblegar la postura de la isla ante la comprensión de los organismos mutilaterales sobre el estatuto de refugiados.
Los migrantes tenemos derecho a ser protegidos de acuerdo a las leyes y convenios internacionales, el Estatuto de Refugiados, la convención de Cartagena, de acuerdo a los más elementales valores humanos y sobre todo, tenemos derecho a que no pongan en riesgo nuestras vidas, resulta atroz que pongan a personas en una embarcación precaria sobre todo niños indefensos con la probabilidad mayor de que puedan desaparecer en el mar como ya les ha pasado a otros tantos.
José León Toro Mejías
Arepa Viva. Programa de Asistencia para Migrantes y Refugiados
Fuentes: misionesonline