Desde finales de febrero, la mirada del mundo se ha dirigido a Ucrania y a los millones de refugiados por la guerra. Un éxodo que necesita atención, pero que no es diferente al de ciudadanos que huyen de otros países por los conflictos armados y que sin embargo han tenido una acogida que dista mucho a la que tienen los refugiados ucranianos.
Habib es afgano y vive desde hace algunos años en Turquía. Cuando corre con suerte, logra una jornada de trabajo por la que recibirá nueve dólares. Lo tiene que aceptar porque en Turquía no puede elegir.
Él es uno de los más de cuatro millones de refugiados que según la ONU viven en Turquía, donde la crisis económica afecta a todos, pero especialmente a los extranjeros.
“En el mercado laboral, los refugiados trabajan en situaciones más precarias. Hay una clara sobre-explotación, una forma de hiper-precariedad y vulnerabilidad. Ganan salarios mucho menores y la tasa de desempleo entre ellos es muy alta”, explica la académica Canan Sahin.
Estos trabajos son lo único que pueden conseguir para ayudar a sus familiares que esperan su apoyo.
En contraste, en Francia, la situación se espera sea diferente para los ucranianos que huyeron de la guerra. En el país, organizaciones trabajan para su integración, lo que incluye un trabajo con sueldos dignos.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la Unión Europea centra sus esfuerzos en ayudar a quienes huyeron del conflicto. Pero a un paso de Europa, hay otros conflictos y refugiados desatendidos.
+ Y el dato de migración de la semana: 115.000 migrantes fueron interceptados en México desde enero, hasta abril de 2022. El 15% eran niños.
Fuente: France24