Esta niña tiene 14 años y está cargo de su hermano menor. Sus papás viven en otra ciudad por razones laborales.BBC
Los padres se trasladan de las zonas rurales a las urbanas en busca de trabajo, pero hoy en día un alto porcentaje de niños chinos se concentra también en las ciudades y afronta numerosas penurias, que van desde la falta de apoyo emocional hasta las dificultades para acceder a los servicios públicos. A pesar de algunas mejoras, las condiciones de vida a las que están sometidos les impide un desarrollo adecuado.
En efecto, la raíz del problema es el conocido “hukou” (户口), la reglamentación que introdujo el gobierno comunista en 1958 para facilitar la distribución de recursos y garantizar que la mayoría de la población siguiera trabajando en el campo. Según este sistema de registro, solo se pueden recibir las prestaciones sociales en el lugar de residencia heredado y escrito en el propio hukou. Como resultado, hasta el día de hoy los trabajadores migrantes que viven -incluso desde hace muchos años- en otras ciudades tienen un acceso limitado a los hospitales, y sus hijos no pueden asistir a las escuelas secundarias locales. Los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas muestran que hay 295,6 millones de trabajadores migrantes en China, y el mayor aumento de desplazamientos se registró en 2021 después de la pandemia. Pero como señala el South China Morning Post, solo el 45,4% tenía un hukou urbano en 2020.
Sin embargo, aunque el problema de los niños que quedan atrás se conoce desde hace mucho tiempo, su situación -al igual que la de sus padres- no ha mejorado, y hoy el 36,4% de los niños chinos no vive con ambos padres.
Sobre este problema habla un reciente informe titulado “China’s Child Population Status in 2020: Facts and Figures” que se publicó conjuntamente con la Oficina Nacional de Estadística, Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Según datos de 2020 (año de la última encuesta oficial), los niños de hasta 17 años representan el 21,1% de la población total, es decir 298 millones, pero casi la mitad (el 46,4%, equivalente a 138 millones) sufre las consecuencias de los desplazamientos internos. De hecho, se estima que 71 millones de niños emigraron con sus padres y 67 millones permanecieron en su lugar de nacimiento, la mayoría de los cuales fueron criados por la familia, generalmente los abuelos. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos conocen poco el mandarín y tienen un bajo nivel de educación. Los niños que quedan atrás en las zonas rurales ven a sus padres unas diez veces por año, pero a menudo manifiestan desapego emocional incluso de sus abuelos. Un estudiante de secundaria, por ejemplo, dijo: “Ayudo a mis abuelos a cocinar y miramos televisión juntos, pero no hablamos realmente”. A veces los adolescentes mayores también abandonan solos su ciudad natal por razones de estudio o trabajo.
Según el informe, entre 2010 y 2020 el número de personas sin hukou se redujo a la mitad, pasando de 8,05 millones a 4,03 millones. Pero 2,91 millones de ellas eran niños de hasta 17 años.
A partir de la década de 1980, cuando las ciudades chinas empezaron a necesitar mano de obra barata, las restricciones relacionadas con el hukou se fueron suavizando gradualmente. El porcentaje de población urbana pasó del 21,1% en 1982 al 63,9% en 2020, cuando cientos de trabajadores de las zonas rurales acudieron en masa a los centros urbanos, a veces –como en los polos industriales de Shenzhen y Dongguan– superando incluso a la población local de la ciudad.
El número de niños “dejados atrás” en otros centros urbanos y no en zonas rurales creció un 65,4% entre 2010 y 2020, mientras que el porcentaje de niños abandonados en las zonas rurales creció un 5,2%, equivalente a 2,07 millones de niños. Esto puede parecer un dato alentador, pero no lo es, porque en el mismo período la población infantil en las zonas rurales disminuyó un 28,6%, de modo que el número de niños que quedaron atrás en las zonas rurales alcanzó los 41,77 millones, lo que equivale al 62,4% de todos los que “quedaron atrás”. Sin embargo, los datos muestran que el problema también se ha intensificado en las ciudades al mismo ritmo que la urbanización del país.
Aunque el número de niños que hoy acompañan a sus padres ha aumentado gracias a una prestación parcial de servicios públicos independientemente del lugar de registro del hukou, no se puede hablar de una verdadera mejora de su situación porque las condiciones de vida de los padres siguen impidiendo que los niños se desarrollen adecuadamente. En efecto, la gran mayoría de los trabajadores migrantes siguen ocupando empleos mal pagados en la industria manufacturera, la construcción y los servicios. A pesar de los progresivos aumentos salariales, la remuneración promedio mensual de un trabajador migrante es de 4.615 yuanes (588 euros), mientras que la tarifa media nacional por los servicios ambulatorios en hospitales generales es de 329,2 yuanes por visita y la tarifa media por servicios hospitalarios es de 1.191,7 yuanes por día. El acceso a la educación en las ciudades también se ve obstaculizado por una serie de lagunas burocráticas que limitan la posibilidad de matricularse en las escuelas públicas.
Los migrantes internos suelen trabajar hasta 11 horas por día y sin ningún tipo de cobertura de seguro social. En 2017, por ejemplo, sólo alrededor del 22% de los trabajadores migrantes tenían una jubilación básica o un seguro médico. Tampoco pueden acceder a las viviendas públicas, por lo que, según varias encuestas, la superficie media de vivienda es de sólo 17,6 metros cuadrados por persona en ciudades con más de cinco millones de habitantes (una ciudad mediana en China).
Fuente: asianews.it