- Una década después del inicio de la guerra en Siria, el fin de la guerra se antoja todavía lejano, aunque el alto el fuego vigente durante los últimos meses ha limitado los enfrentamientos entre unos contendientes que se encuentran exhaustos
Ignacio Álvarez-Ossorio
Diez años después de que estallaran en Siria las primeras manifestaciones contra el régimen autoritario de Bashar Al-Asad la situación no puede ser más desoladora. Las cifras dan sólo una idea aproximada de la magnitud de la catástrofe: 600.000 muertos, cientos de miles de heridos y un país devastado en el que la mitad de la población se ha visto obligada a abandonar sus hogares: seis millones han marchado a los países del entorno para tratar de salvar sus vidas y otros seis millones se han convertido en desplazados internos huyendo de las zonas donde los combates han sido más virulentos.
Al-Asad ha conseguido salvar su trono con la determinante ayuda de Rusia e Irán, pero a costa de reducir a cenizas buena parte del país, ya que un tercio de los hogares ha resultado dañados durante el conflicto. En la actualidad, los grupos rebeldes sólo conservan la provincia de Idlib, mientras que las Fuerzas Democráticas Sirias, una coalición liderada por las Unidades de Defensa Popular kurdas, mantienen el control del territorio al norte del río Éufrates donde se concentran los principales yacimientos de petróleo y gas del país. Turquía, por su parte, ha ocupado tres bastiones en la zona fronteriza con el objetivo de convertirlos en una zona tapón a la que desplazar a parte de los 3,5 millones de refugiados sirios que acoge en su territorio. El fin de la guerra se antoja todavía lejano, aunque el alto el fuego vigente durante los últimos meses ha limitado los enfrentamientos entre unos contendientes que se encuentran exhaustos.
Hoy en día, la máxima preocupación de la población siria es sobrevivir a la devastadora crisis económica que sacude el país y que la pandemia de la covid-19 no ha hecho más que agudizar. En la última década, la lira siria ha perdido más del 90% de su valor y el cambio ha pasado de 50 liras el dólar a 4.000, lo que ha disparado el precio de los productos de la cesta diaria. En la actualidad, el 80% de la población siria vive bajo el umbral de la pobreza y, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, el 60% están en situación de inseguridad alimentaria. La reconstrucción del país todavía parece lejana.
Los refugiados palestinos en Siria son el eslabón más débil de esta cadena y sufren con especial intensidad la doble crisis provocada por diez años de conflicto armado y el colapso económico. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) estima que el 91% de los 438.000 refugiados palestinos que todavía quedan en Siria viven en una situación de extrema pobreza y que el 40% de ellos se han visto obligados a desplazarse como consecuencia de la destrucción de los campamentos en los que residían. El caso más paradigmático es el de Yarmuk, situado a las afueras de Damasco, que albergaba a 150.000 refugiados y que ha resultado completamente devastado en el curso de los combates. Además, debe tenerse en cuenta que más de 45.000 refugiados palestinos han abandonado Siria y se han radicado en Líbano y Jordania, donde sobreviven en penosas condiciones.
El impacto de la covid-19 también ha hecho mella entre los refugiados palestinos en Siria, puesto que ha provocado más de 10.000 contagios y, al menos, medio millar de muertes, aunque los números reales podrían ser mucho más elevados dados los limitados medios de detección existentes. Además, las restricciones de movimientos de personas y mercancías para tratar de frenar la pandemia han disparado el desempleo y la pobreza entre los refugiados. De hecho, un 80% de ellos manifiesta que se ha visto obligado a reducir el número de comidas y la cantidad de alimentos que ingiere como resultado de la crisis económica y los efectos de la pandemia.
Para hacer frente a esta crítica situación, la UNRWA ha puesto en marcha un pionero programa de ayudas en metálico de 27 dólares mensuales para aquellos refugiados en situación más vulnerable (418.000 de los 438.000 palestinos que todavía permanecen en territorio sirio), a los que también ofrece ayuda alimentaria y sanitaria. En medio de una crisis sin precedentes tras la retirada de financiación por parte de la Administración de Trump, UNRWA ha realizado un llamamiento de emergencia para tratar de recaudar los 318 millones de dólares que necesita para hacer frente a la ayuda de emergencia para los refugiados en Siria, Líbano y Jordania en 2021.
Ignacio Álvarez-Ossorio es profesor de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid. Investigador del ICEI-UCM y colaborador en varios medios como El País Opinión y El Periódico.
Fuente: eldiario. España