Miles de migrantes haitianos llegaron a la frontera sur de Estados Unidos entre el 15 y el 18 de septiembre de 2021. La mayoría hizo el recorrido desde Chile. Otras personas salieron desde Brasil, Colombia y Perú. Se trata de una doble migración, pues la gente ya había abandonado su primera casa hace varios años.
Desde Chile hasta Estados Unidos el tiempo mínimo fue de un mes y medio. El máximo fue de tres meses. Los haitianos recuerdan que la ruta es muy dura, pero que la peor parte del viaje es cruzar de Colombia hacia Panamá.
Aunque los migrantes podían pagar autobuses en algunas zonas, la mayoría del camino lo hicieron a pie. Esta serie fotográfica es un intento de mostrar en qué condiciones llegaron algunas de estas personas a Estados Unidos.
Huellas migrantes en el “sueño americano”
La región del Darién es una de las más temidas, pero pocos de los migrantes consultados saben su nombre. Solo dicen que pasaron muchos días en una selva y que no sabían realmente donde estaban.
Luego pasaron por países como Honduras, Nicaragua, Guatemala y México. Los migrantes afirmaron que en cada lugar tenían que pagar dinero. Bien sea a las autoridades de esos países o a las mafias que controlan los territorios.
De México hacia Estados Unidos también fue complicado. Las autoridades de Chiapas no dejaban avanzar a la caravana, incluso hubo persecución hacia algunas personas. Sin embargo, tras varios intentos, lograron avanzar hacia el norte.
Ciudad Acuña es la última parada del lado mexicano. Ahora queda cruzar el Río Grande y entrar a territorio estadounidense.
Lo que no sabían los migrantes es que tendrían que pasar hasta cinco días debajo del puente fronterizo que comunica a México y Estados Unidos. Cinco días durmiendo en el suelo, llenos de tierra, sin alimentarse bien y sin asearse.
Muchos deportados, otros tantos se devolvieron al lado mexicano y unos contaron con la suerte de ser admitidos en el país.
Tras ser detenidos e interrogados, los migrantes haitianos fueron liberados. Algunos tienen que llevar un grillete electrónico para que las autoridades puedan monitorear su actividad.
En la única parada de autobuses de Del Río, los migrantes esperan el vehículo que los sacará de la ciudad fronteriza y los llevará hacia su destino final, donde esperan comenzar una nueva vida.