Por Blanca Juárez
A través de un ejercicio puntual de presentación de información sobre la vida de las personas migrantes, los organismos internacionales demostraron que es posible fomentar la solidaridad laboral en México.
Un experimento del BID y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en nueve países de América Latina y el Caribe demostró que con datos veraces, el rechazo contra la población migrante se reduce significativamente.
Las conclusiones fueron presentadas en el libro Un mundo mejor para la población migrante en América Latina y el Caribe. Para el caso de México, “los resultados son prometedores”, pues con información verídica, alejada de la narrativa sensacionalista y xenofóbica, la mirada hacia la población migrante mejoró.
En los últimos años, México ha visto llegar cada vez a más personas migrantes cuyo destino no es Estados Unidos, sino este país. Constantemente se habla de esta situación con el único enfoque de crisis.
El BID y el PNUD resaltan que las personas que han participado en las olas migratorias del siglo XXI, provenientes de América Latina y el Caribe, no han recibido el mismo apoyo que el gobierno mexicano “brindó a los inmigrantes europeos que llegaron al país en el siglo XX”.
Una parte de la población tampoco recibe de la misma manera a una inmigración y a otra. El clasismo, el racismo y la xenofobia contra las personas migrantes que no son blancas, europeas, documentadas y que están empobrecidas provoca una exclusión social.
Esa exclusión ha impedido observar que la población discriminada “posee calificaciones valiosas para el mercado laboral mexicano”, señalan ambas organizaciones.
La investigación fue realizada por Guillermo Cruces, Johanna Fajardo-Gonzalez, Pablo Hernández, Ana María Ibáñez, Marta Luzes, Marcela Meléndez, Felipe Muñoz Gómez, Lucina Rodríguez Guillén y Laura Tenjo.
Se aplicó en los siguientes países:
- México
- Costa Rica
- República Dominicana
- Chile
- Colombia
- Ecuador
- Perú
- Barbados
- Trinidad y Tobago
A grandes rasgos, consistió en reunir a un grupo de personas en cada país. Una parte de ellas vio un video “con información objetiva sobre el tamaño de la población migrante que vive en su país, así como sobre su origen y su nivel educativo”.
La otra parte del grupo vio un video emotivo, donde una mujer migrante con hijos o hijas habla de “las dificultades que enfrentan y superan en su país de origen (pobreza, persecución, enfermedades) y en el país receptor (maltrato, barreras lingüísticas y culturales, estereotipos, dificultades laborales)”.
Antes de ver los videos, el 40% por ciento de las personas mexicanas participantes consideraba que la población migrante les resta oportunidades laborales.
Y aunque el video emotivo no logró cambiar esta opinión, la entrega de datos tuvo un efecto significativo: después de ver el video informativo sólo el 28% las personas siguieron viendo a la población migrantes como una competencia en el mercado laboral.
A pesar de esa percepción inicial sobre los puestos de trabajo, la mayoría (87%) estaba de acuerdo con que el gobierno conceda permisos de empleo a la población migrante. Pero luego de mirar los videos el 92% externó su apoyo a esa política.
Otra idea que se logró disminuir fue aquella que sostiene que la población migrante es una carga para el Estado. El 58% opinaba eso y después de ver el video informativo sólo 33% mantuvo esa postura y el 42% de quienes vieron el testimonio de una madre migrante.
Sobre el aporte a la diversidad, el 63% del grupo de control estaba de acuerdo con que la población migrante mejora la sociedad al traer nuevas ideas y culturas. Pero ambas intervenciones mejoraron esta visión, el 73% que vio el video emotivo estuvo de acuerdo con ello y el 80% de quien miró el video informativo.
También hubo un cambio en el estigma que criminaliza al trabajo sexual y estereotipa a las mujeres migrantes. Si bien el 73% ya opinaba que no todas se dedican al trabajo sexual, luego de ver los videos fue el 80 por ciento.
“Los experimentos con encuestas muestran que es posible cambiar las percepciones de la población mexicana con respecto a la población migrante”, concluye la investigación.
Y “aunque las intervenciones no consiguen cambiar la actitud de la minoría que ha adoptado una postura negativa”, la información y la exposición a historias de vida “son efectivas para modificar las percepciones de las personas que no tienen posturas definitivas”.
Fuente: eleconomista.mx