- Megan Janetsky
- Medellín, Colombia
10 febrero 2021
Por segundo año consecutivo, Danexi Andrade no ha podido celebrar el cumpleaños de su hijo junto a él.
La joven de 24 años huyó de la crisis económica y política en su país de origen, Venezuela, a fines de 2019, dejando al pequeño al cuidado de su abuela.
Como muchas de las aproximadamente 5,4 millones de personas que han huido del país en los últimos años, se fue a la vecina Colombia con grandes esperanzas.
Tenía planes de conseguir un trabajo para enviar dinero a casa para alimentar a su hijo y, finalmente, ganar lo suficiente para que reunirse con él.
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Actualmente gana poco más de US$5,50 al día vendiendo café y dulces en las calles de la segunda ciudad más grande de Colombia, Medellín.
“Realmente no puedo sobrevivir con lo que gano, porque tengo que pagar la renta y la comida”, dice sentada junto a un cochecito rosa en el que guarda montones de dulces y termos llenos de café.
“Cada día se vuelve más difícil”.
Un cambio para mejor
Pero Andrade es parte del millón de migrantes sin papeles en Colombia a quienes se les otorgará un estatus de protección hasta por 10 años.
Eso anunció de forma sorpresiva el presidente Iván Duque el lunes.
La medida se aplica a los inmigrantes venezolanos indocumentados que vivían en Colombia antes del 31 de enero de 2021.
También significa que cientos de miles de migrantes ya legalizados no tendrán que volver a solicitar permisos o visas temporales.
Las nuevas reglas permitirán a los migrantes trabajar legalmente y acceder a los servicios de salud y educación.
“Al dar este paso histórico y trascendental para América Latina, esperamos que otros países sigan nuestro ejemplo”, dijo el presidente en un discurso.
Para Andrade, la medida le ha devuelto la esperanza. “Tener un estatus legal lo cambiará todo para nosotros”, afirma.
“Podré encontrar trabajo. Todo será diferente”, agrega, y explica que su prioridad es enviar dinero a casa para alimentar a su niño, ahora de cinco años, y eventualmente reunirse con él.
Millones se han ido de Venezuela
El éxodo venezolano es una de las migraciones masivas más grandes del mundo, impulsada por la escasez de combustible, alimentos y medicinas, así como por la violenta represión del gobierno del presidente Nicolás Maduro.
La vecina Colombia ha recibido alrededor de 1,7 millones de migrantes, más que cualquier otro lugar del mundo.
Debido a que es prácticamente imposible conseguir un pasaporte nuevo en Venezuela e incluso que una extensión de los vencidos puede llevar meses, hay muchos migrantes que salen del país sin documentos.
Según la autoridad migratoria de Colombia, actualmente hay 966.000 venezolanos indocumentados que ahora podrán legalizar su estatus.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, calificó la medida como “el gesto humanitario más importante” en la región en décadas.
Arles Pereda, quien dirige Colvenz, un grupo que representa a los venezolanos en Colombia, dijo que la decisión no podría haber llegado en un momento más urgente y podría transformar las vidas de algunos de los más afectados por la pandemia de covid-19.
Colvenz ayuda a los migrantes venezolanos que llegan sin un centavo a integrarse y acceder a empleos, servicios legales y alimentos.
Pereda dice que la cantidad de personas que buscan ayuda ha aumentado a medida que la pandemia golpea con más fuerza a la población más pobre.
Dice que la vida de un inmigrante indocumentado puede sentirse “como la de un fantasma”. “Pero ahora, ellos [los migrantes] tienen una gran sensación de alivio porque pueden tener una vida mejor”.
El enfoque del gobierno colombiano hacia la llegada de venezolanos ha sido radicalmente diferente al de otros países de la región como Ecuador, Perú y Chile, que han establecido barreras a la migración.
En enero, Perú envió tanques a su frontera con Ecuador para evitar que los migrantes, muchos de ellos venezolanos, cruzaran al país, lo que dejó a cientos varados.
El gobierno colombiano ha sido más acogedor, proporcionando a los venezolanos permisos de trabajo temporales y tarjetas para cruzar la frontera, incluso antes del anuncio del lunes.
Bajo las nuevas reglas, los migrantes que ingresen legalmente al país en los próximos dos años también pueden solicitar protección temporal.
Desafíos adelante
Nadie duda de que la medida generará desafíos.
Colombia ya tiene millones de sus propios ciudadanos desplazados por el conflicto interno y enfrenta una crisis económica y de salud debido a la pandemia.
En su extensa frontera con Venezuela, los sistemas de salud pública y educación se han visto en dificultades por los fuertes flujos migratorios.
El gobierno de Colombia ha pedido apoyo internacional, señalando que el éxodo venezolano es una de las migraciones masivas con menos fondos en la historia reciente.
Los fondos de ayuda internacional designados para los migrantes venezolanos son minúsculos en comparación con los reservados para las personas que huyen de Siria y Sudán.
Y es poco probable que eso cambie, según Sergio Guzmán, de Colombia Risk Analysis.
El director de la consultora de riesgo político dice que el gobierno colombiano está “en el lado correcto de la historia”, pero no cree que la medida se traduzca en fondos internacionales adicionales.
“No veo una comunidad internacional muy generosa”, dice.
Pero muchos migrantes, como la vendedora de café Danexi Andrade, miran hacia el futuro con esperanza.
Después de servirle una taza de café a un cliente, reflexiona que espera poder conseguir un trabajo legalmente y piensa en el próximo cumpleaños de su hijo.
“Espero que el próximo año podamos estar juntos”, dice.
Fuente: BBCmundo