José Ángel Rizo Corrales salió de Nicaragua cuanto tenía 24 años con la ilusión de poder encontrar un trabajo que le permitiera pagar una deuda de seis mil dólares que utilizó para emprender su travesía a Estados Unidos y poder construirle una vivienda a su madre, sin embargo, ambas metas quedaron incompletas pues una crisis depresiva lo llevó al suicidio. Rizo había migrado a Estados Unidos apenas hace siete meses.
En junio, al menos tres migrantes nicaragüenses en Estados Unidos se suicidaron. Justine Ochoa, presidenta de la organización Texas Nicaraguan Community (TNC), considera que son dos los motivos que muchas veces empujan al migrante a suicidarse.
“Desgraciadamente el choque cultural es grande y no llegan a casas de acogidas de familiares sino donde amigos, conocidos que te aguanta uno mes o dos, y al tercer mes, te dicen, podés ir pensando qué hacer, o por situaciones amorosas porque se sienten que cuando terminan una relación se le cae el mundo y un país extraño pasando depresión toman la decisión de suicidarse”, indicó.
El suicidio: un tema del que nadie quiere hablar
La psicóloga del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, Ruth Quirós, que trabaja desde hace cinco años con población migrante en Costa Rica, aseguró que es importante mencionar que actualmente como sociedad tenemos un gran problema debido a que el suicidio es “un tema del que nadie quiere hablar” puesto que es considerado “un tema tabú porque te van a aislar, te van a etiquetar, te van a calificar si hablas de tu pensamiento suicida”.
Quirós sostiene que en el caso particular de los migrantes el suicidio llega cuando el vivir se convierte en sufrimiento que no se puede sostener en el tiempo.
“Empieza con el pensamiento que se distorsiona a raíz de uno o más eventos dolorosos y traumáticos, el exilio es un evento traumático sí o sí, por las razones que sea, el tener que dejar tu familia, tu país, cultura, trabajo y todo lo que eras y empezar de cero, es definitivamente un evento traumático que distorsiona el pensamiento”.
La experta describió que en ese momento la persona piensa que la vida ya no tiene sentido, que ya nada vale la pena y que incluso piensan “yo mejor debería de estar muerto”. Enseguida, indicó que principalmente los nicaragüenses que se han exiliado a raíz de la crisis sociopolítica que mantiene sumergida a la nación centroamericana con el tiempo han perdido la esperanza y se desilusionan.
“La pérdida de la esperanza de volver a su país, de volver con su familia alimenta el sentimiento suicida, porque la gente dice que pasa el tiempo, y nada cambia, y la dictadura se pone cada día peor. Este pensamiento irracional causa emociones fuertes”, aseguró.
Atención a signos
La psicóloga exhortó a que como familiares, amigos o vecinos las personas estén atentos a los signos de depresión porque “siempre hay señales no lo que dice la gente el que se va a matar no avisa’, no eso es un mito”.
También advirtió que no solamente es el exilio o lo que ha pasado en los últimos años en Nicaragua, sino que hay historias de vidas que pueden estar marcadas por la violencia y que en ocasiones “causan muchísima más predisposición a los episodios de suicidio”.
Entre los que destacan el desánimo, la tristeza, llorar frecuentemente, cuestionarse la vida y sentirse culpables, emociones descontroladas, ataques de pánico, trastornos de sueño y alimentación (ansiedad o falta de apetito), dificultad para ir a trabajar y socializar con otras personas, pérdida de peso u obesidad, presentar conductas autodestructivas o autolesiones y creer que la muerte es su única salida.
“Se ha idealizado el viaje (migración a Estados Unidos), y pensar que voy a generar mucho dinero y las expectativas de la familia que queda en Nicaragua, pero llegas al país de escogida y te encuentras con una realidad durísima, donde tienes que trabajar día y noche, donde no tienes vida social, y aún así no alcanzan para pagar deudas y esto se vuelve un sufrimiento”, precisó.
¿Cómo ayudar?
Sobre cómo deben actuar las personas que son familiares, amigos o vecinos de un migrante nicaragüense con signos de depresión la psicóloga explicó que es fundamental “tratar de estar presente y escuchar” al migrante.
La experta propone: crear espacios seguros de comunicación donde se pueda hablar de lo que le está pasando a la persona. Además ayudarle a lidiar con los niveles de exigencia que a veces tienen las familias, que no comprenden la realidad del migrante, lo duro de la crisis cuando te enfrentas adaptar al país de acogida lo que cuesta tener un lugar donde vivir, integrarse al ámbito laboral, etc.
Quirós exhortó a los familiares de migrantes a “ser muy cuidadosos, muy empáticos y a reconocer que la vida del migrante es muy dura, y que los migrantes necesitan ser escuchados”.
Insistió en la necesidad de hacerles sentir que están al pendiente y conectados como familias, que se vuelven como soporte en el momento de crisis”. Otra de las acciones que pueden tomar es “saber en qué momento es necesario que busque asistencia psicológica, aunque no siempre la persona vaya a acceder”, por ello aseguró que también es importante “saber hasta dónde puedo ayudar, porque muchas veces la persona que aunque queramos hacer mucha por ella, esta no quiere o no se deja ayudar”.
Fuente: ondalocalni