Lorena Mena es una ecuatoriana radicada en México que investiga el fenómeno migratorio a través de su proyecto independiente Continente Móvil, del cual es directora y cofundadora. Tiene un doctorado en Ciencias Sociales por el Colegio de la Frontera Norte, un centro de investigación ubicado en Tijuana.

En entrevista con este Diario, la especialista analizó el comportamiento del flujo migratorio de Ecuador y las causas que han motivado que más ecuatorianos salgan del país en condiciones irregulares.

La migración se ha agudizado en el último año en la región. ¿Estamos en el pico más alto de este problema?

Desde el 2018, cuando se generaron las caravanas de migrantes hacia Estados Unidos, el flujo ya trajo a ciudades como Tijuana (donde ella reside) a personas centroamericanas, especialmente hondureños.

A mediados de 2019, muchas personas querían llegar a Estados Unidos y estaban tratando de solicitar asilo. Se instauró una política en el Gobierno de Donald Trump para intentar frenar un poco ese asunto, obligar a las personas a pedir el asilo y quedarse en territorio mexicano a esperar sus procesos, y eso empezó a generar un cuello de botella en las ciudades fronterizas.

Dentro de estos flujos, además de centroamericanos, estaban llegando personas de Venezuela y de Ecuador, especialmente hacia la frontera de Chihuahua. Los ecuatorianos aparecían ya en las estadísticas y estaban dentro de los solicitantes de asilo que estaban esperando en territorio mexicano.

En 2021 vino el repunte importante. Ocurrió lo que ya sabemos: que muchos ecuatorianos llegaban con visa de turismo a México para cruzar a los Estados Unidos, y ahí nos ponen la visa nuevamente a México. Ahí cambia el comportamiento del flujo en el sentido de que las rutas para llegar ya fueron de manera irregular, llegar a países intermedios y atravesar México de manera indocumentada.

Un grupo de migrantes busca un lugar para cruzar la valla fronteriza entre Estados Unidos y México desde Tijuana, estado de Baja California, México, hacia Estados Unidos. Foto: AFP

Hay una multiplicidad de flujos migratorios en la frontera norte, en los que no solo hay personas sudamericanas, sino también extracontinentales.

Hay todo un reto en las ciudades fronterizas del norte de México con todos estos flujos, que se agravó con el tema del Título 42, que, como sabemos, es el título que estaba haciendo expulsiones expeditas a muchos hacia territorio mexicano, y se empezó a hacer también un nuevo cuello de botella allí.

La única alternativa que ven muchos, fuera de un cruce irregular con ayuda de coyotes, es ver si pueden entrar solicitando asilo. Y dentro de esa figura están incluso ecuatorianos tratando de ingresar, aunque no es sencillo.

Según los últimos registros de salida de ecuatorianos del país, ¿se puede considerar que estamos ante una nueva ola migratoria como la de hace más de 20 años?

Hay un flujo importante analizando el saldo migratorio, que es la resta entre los que salen y entran del país. Creo que ya son dos años seguidos que estamos teniendo ese saldo.

En el comportamiento de los años 2021 y 2022 sí tenemos que el saldo migratorio haya sobrepasado las 100.000 personas, pero aún es muy apresurado hablar de una oleada migratoria como tal. En el caso de Europa, en los noventa, pues, las personas llegaban y se quedaban.

En el caso del tránsito hacia Estados Unidos, por las condiciones en que se hace, no todos pueden llegar al final del trayecto. Muchos pueden estar en centros de detención, esperando ser devueltos al país.

Es complicado pensar si todos los que se están yendo realmente se están quedando o a dónde se están yendo. Hay que revisar todavía cómo se comporta en lo que va de este año toda esta situación. La vigencia del Título 8 sí genera que los ecuatorianos se la puedan pensar un poco más.

¿Hay algún comportamiento diferente al de la ola migratoria de los 2000?

El tema de entrar con el visado de turista, y con eso estar un tiempo en Estados Unidos y hacer dinero y regresar, digamos que es una práctica que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Es posible que esté ocurriendo; incluso, sea mucho más habitual que haya más personas que lo estén haciendo. Sin embargo, es complejo saberlo porque en los registros eso no consta.

Pero es posible que esté ocurriendo esta práctica de manera mucho más ampliada.

¿Qué otras características se están detectando en este flujo migratorio que se ha incrementado en el último año?

La diferencia con el flujo actual es que desde el inicio, al menos al hacerlo de manera irregular, estás en condiciones de riesgo, de peligro, de exposición. Ahora, en el tiempo que estamos, las vías regulares para poder migrar simplemente son difíciles.

Para acceder a un visado tienes que cumplir ciertos requisitos, y desde ahí ya hay un filtro muy grande. Entonces, la única alternativa que les queda es hacerlo por la vía irregular, y la vía irregular implica sortear en qué países puede haber obstáculos o no para que puedas llegar.

Ahí entran los facilitadores, que son justamente las redes de tráfico de personas que tienen muy identificados en qué países puedes entrar solo con tu pasaporte, sin necesidad de visa, y en cuáles no puedes hacerlo. Según eso, ellos también te ayudan a armar este paquete de cómo hacer tu ruta migratoria, y esto implica, según tu presupuesto también, qué puedes hacer.

O tomas un vuelo, te vas a Nicaragua y desde allí inicias el trayecto de manera irregular o vía terrestre.

¿Qué es lo nuevo, a diferencia de la ola migratoria de los 2000, que motiva a que los ecuatorianos migren?

La oleada migratoria de finales de los 90 e inicios de los 2000 tuvo una combinación de distintos factores, que eran un fenómeno de El Niño que dejó muchísimos daños, la crisis política y la dolarización. Ahora se puede decir que están casi los mismos factores, a diferencia de que se suma la inseguridad.

En el pasado era netamente lo económico. En la actualidad tenemos una combinación entre la situación económica y el factor de la inseguridad y de la violencia.

Entonces, eso hace que incluso se explique por qué muchas de estas salidas ocurren de una forma muy irregular y riesgosa, porque algunos salen del país por extorsiones, por amenazas.

Las redes sociales, ¿qué papel juegan ahora?

En el contexto actual, muchos de los trayectos los están haciendo con ayuda de traficantes y de coyoteros que conocen las rutas. No les importa el riesgo en el que te ponen y te venden el sueño americano.

Esto se combina con la existencia de la tecnología, que hace que los mismos migrantes intenten de alguna manera no depender totalmente del coyote, sino que opten por sus propias redes siguiendo a gente que ha hecho ya la ruta.

Un grupo de entre 11 y 16 migrantes ecuatorianos inició la travesía hacia Estados Unidos a fines de marzo del 2021. (Foto: Redes sociales) Foto: Archivo

La gente se deja llevar por lo que ven en redes sociales y quienes venden la idea de que la periferia no es tan complicada o que es fácil o que en tantos días lo logras. Las redes sociales han mal motivado y potenciado esa idea.

Es riesgoso de por sí hacerlo con traficantes. México es uno de los países más peligrosos para hacer el trayecto de manera irregular, porque las rutas están mezcladas con las usadas por el narcotráfico.

Han potenciado más esa idea de “Bueno, al coyote quizás lo contrato cuando llegue a México, y hasta eso accedo a rutas a través de Google Maps”, pero al final uno va como a la ciega. Sí, a menos ciegas que si no tuvieras la tecnología, pero eso no te garantiza que estás haciéndolo de manera segura.

¿Cuáles son los puntos en los que se puede decir que ya se ha detectado que llegan más ecuatorianos o gente de la región?

La ruta por la que entran es el sur de México, lo que es Chiapas, que es el primer tapón. Ahí están concentrados migrantes de distintos países. Desde ese punto empiezan algunos a ver la posibilidad de que les den oficios (documentos que les llaman “salvoconductos”) para poder continuar el trayecto. Los documentos no son realmente salvoconductos: es un oficio de salida que da la autoridad migratoria de México donde te dice ciertos días para abandonar territorio.

Muchos traficantes dicen: “Este es tu salvoconducto para llegar a la frontera norte y cruzar”. De ahí, la ruta tradicional que toman los ecuatorianos generalmente es hacia el noreste de México, que es generalmente hacia Tamaulipas, que es muy peligroso. También Chihuahua.

La ruta del noroeste es hacia Tijuana y es mucho más larga. Sin embargo, esa ruta empezó a ser tomada también por un pequeño número de ecuatorianos. Tijuana tiene una red grande de albergues en donde te puedes quedar.

Ese es un tema en México: a lo largo de las rutas hay albergues que son manejados por grupos religiosos y que atienden a las personas, les dan comida y atención primaria.

¿Se podría llegar en 2023 o 2024 a los niveles de migración que se tuvieron hace 20 años o todavía eso es muy apresurado?

Los números preocupan, pero creo que hay que revisar qué va a pasar con el comportamiento a lo largo de este año. Hay todo un contexto ahí, la situación del país y qué cambios se hagan para evitar que las personas opten por salir.

También hay que ver qué ocurre con estos procesos que está haciendo Estados Unidos de externalizar la gestión de la migración en otros países. Ha instalado centros de procesamiento en Guatemala, uno en Colombia, desde el cual van a procesar algunos casos para entrar a los Estados Unidos.

Hay que ver si hay un flujo demasiado considerable de ecuatorianos hacia Estados Unidos y se considere que también hay que incluirlo en este tipo de programas. Todo está, digamos, en cómo va a ser el comportamiento en los meses siguientes y también en lo que pase después de las elecciones en Ecuador.

Estamos en tercer lugar en los flujos del Darién, después de Venezuela y Haití, en lo que va hasta mayo. Hay que ver qué va a pasar. (I)

Fuente: eluniverso