No es lo mismo cruzar hoy la frontera de México con Estados Unidos, que ir a España. Pero en ambos casos es emprender un camino para cambiar de vida que suele generar estrés, tanto más cuanto más hostiles son las condiciones de acogida. También lo que se deja atrás. Yolanda Vera, psicóloga clínica y miembro de la red de profesionales Psicodiáspora, nos explica cómo afrontar el estrés o duelo migratorio para conseguir de ese cambio, que es la migración, todos sus aspectos positivos
Caracas. No es una pérdida irreversible. Tampoco una enfermedad; sin embargo, puede llegar a ser un dolor recurrente que suele cebarse en quienes se encuentran sometidos a niveles de estrés muy altos. Ahora bien, cualquiera puede vivirlo (los que se van y los que se quedan).
Es el duelo migratorio, parte del lado oscuro de la migración y del que, afortunadamente, podemos salir adelante, señala Yolanda Vera. “El duelo migratorio es el proceso que se vive ante la separación y perdida de algo tan importante para el individuo como su país de origen (o al menos el lugar donde ha vivido) y la separación de sus seres queridos y de sus grupos de referencia. Con esto quiero decir que cualquier persona que migra va a experimentar en mayor o menor medida su impacto, independientemente de si tiene o no un proyecto migratorio”, plantea.
Psicóloga clínica y miembro de la red de psicólogos Psicodiáspora, Yolanda Vera conoce de cerca los avatares de la diáspora venezolana. En Caracas, seis años atrás, recibía en su consulta a padres que buscaban ayuda para preparar emocionalmente a sus hijos para un proceso migratorio; otros acudían por la inminente separación familiar. A su consultorio llegaron después los abuelos, tíos y otros cuidadores de niños o adolescentes cuyos padres se habían marchado de Venezuela.
Vera trabaja en la actualidad como Life Coach en Estados Unidos.
— ¿Qué diferencia al duelo migratorio de otros duelos?
– La principal es que este es un duelo parcial, donde lo «perdido» sigue existiendo, pero ausente. Es decir, no es una perdida irreversible como lo puede ser la muerte de un ser querido. Es también un duelo recurrente, porque se reedita con cada viaje o con el sueño de regresar algún día al país de origen. Es un duelo que coexiste con la esperanza de una mejora económica y de la calidad de vida.
— De acuerdo con su experiencia profesional, ¿cuál es el sentimiento más frecuente que ha identificado en el duelo migratorio de los venezolanos?
– Se suele percibir en ellos incertidumbre, tristeza, estrés, ansiedad y una vivencia de soledad en el país de destino, pero también optimismo y ganas de luchar (…) Otras dificultades encontradas son la necesidad de construir redes de apoyo, la xenofobia y la falta de oportunidades, el desgaste laboral, así como la adaptación de los niños a sus nuevos ambientes de aprendizaje y socialización. En este sentido, es importante estar atentos a los cambios en el estado de ánimo, debido a que la línea entre un sentimiento de tristeza normal frente a la separación del país de origen y el comienzo de una depresión puede ser imperceptible, dejando pasar el tiempo sin buscar ayuda para reponerse.
— ¿Es posible superar el duelo migratorio? ¿O siempre estará presente?
– Como cualquier proceso de duelo, su elaboración es tan personal que no hay manera de establecer una respuesta única a esta pregunta. Las características de personalidad, las condiciones bajo las que se migra, los mecanismos previos de afrontamiento al estrés y la posible existencia de algún problema de salud mental previo a la migración pueden dificultar su resolución saludable. Pero hay también elementos que facilitan su elaboración, como son la continuidad del contacto con lo dejado, la comunicación con los seres queridos que quedan atrás, la posibilidad de ayudarlos económicamente y de viajar al país de origen, la reunificación familiar, el enriquecimiento cultural, las nuevas oportunidades encontradas y la satisfacción por la mejora en la calidad de vida.
Con todo, Vera señala que hasta las personas con la mejor capacidad de adaptación pueden sentir que la nostalgia toca a la puerta, particularmente en fechas especiales para la familia como la Navidad, los nacimientos, bautizos y muertes, entre otras.
“Darse el espacio para abrazar todas las emociones, reconocerlas y aceptarlas es saludable. Si al contrario se encuentra en un estado de estancamiento emocional, vacío y tristeza que no se resuelve espontáneamente, no dude en buscar ayuda”, recomienda.
Un duelo múltiple
La profesional de Psicodiáspora distingue siete duelos que se desprenden de la migración, con base en estudios realizados por el médico psiquiatra Joseba Achotegui:
- Duelo por la familia y los seres queridos (separaciones, despedidas, reencuentros)
- Duelo por la lengua (aprendizaje de la lengua del país de destino)
- Duelo por la cultura (relacionado con las tradiciones y valores)
- Duelo por la tierra (paisajes, clima)
- Duelo por el estatus social (trabajo, vivienda, contar con documentación legal)
- Duelo por el grupo de pertenencia (miedo al rechazo, xenofobia, racismo)
- Duelo por los riesgos físicos (peligros que se corren en el viaje migratorio, indefensión)
La importancia del proyecto migratorio
Yolanda Vera tiene una primera recomendación para quienes hoy planean despedirse de Venezuela para ir a otro país en busca de mejores horizontes: prepare un proyecto migratorio.
Es esa especie de plan inicial que reúne sueños y expectativas y que le ayudará a salir bien parado de su choque con la realidad en el nuevo país de destino.
“La importancia del proyecto migratorio reside en poder tener una guía, tomar algunas decisiones informadas apegadas al criterio de realidad para reducir el factor sorpresa y disminuir los factores de riesgo para la salud mental”, sostiene la psicóloga clínica antes de recalcar que “la migración en si misma entraña múltiples pérdidas y plantea desafíos importantes para el individuo”.
Así que, en lo posible, busque información del país de destino: posibilidades reales de trabajo, requisitos para continuar estudios o hacer equivalencias, funcionamiento del sistema escolar y costo de la vida, por ejemplo.
— ¿La existencia de un proyecto migratorio aligera el duelo migratorio?
– No hay una relación de causa efecto, lo que considero es que se puede reducir el estrés a través de la planificación y la toma de decisiones que para esa persona sean relevantes, incluso aunque este proyecto pueda ser modificado en el camino. (…) El proyecto migratorio permite considerar variables importantes para la persona o grupo familiar como vivienda, educación, trabajo, salud y estatus migratorio. En este sentido, si se considera que al tener estos elementos vitales bajo control y las necesidades básicas cubiertas, se puede facilitar la adaptación y un mejor afrontamiento de las nuevas situaciones
— ¿Qué ha descubierto de los venezolanos forzados a emigrar en el aspecto psicológico?
– Teniendo en consideración siempre que cada situación es única y diferente, los venezolanos forzados a migrar en su mayoría han tomado esta decisión para sobrevivir, en muchos casos motivados por la perdida, la rabia y el dolor; además con la culpa de dejar atrás a los que se quedan, que en muchos casos son niños y/o adolescentes o adultos mayores (…) Estos migrantes no tienen los mismos recursos ni emocionales ni económicos como otros que salen con la planificación de un proyecto migratorio y protegidos de alguna manera por un estatus legal de permanencia en el país de destino.
— ¿Los venezolanos estábamos preparados para aguantar adversidades fuera de nuestro país? ¿Tolerar las frustraciones y adaptarnos a un nuevo entorno?
– Los venezolanos somos intrínsecamente fuertes y resilientes. Vivir durante tantos años situaciones de precariedad y dificultades en el propio país ha sido sin duda una experiencia que ha fortalecido nuestra capacidad de adaptación. No obstante, pensar que lo vivido nos puede preparar el camino en el país de destino es otra cosa. (…) En los últimos años hemos visto olas de migraciones forzadas hacia países vecinos en condiciones de altísimo riesgo y sin ninguna garantía que les asegure a nuestros compatriotas un trabajo digno, vivienda, alimentación, educación y atención de sus necesidades psicosociales. El venezolano se ha destacado por su optimismo y su espíritu de lucha, pero hemos visto que la migración forzada ha generado fricciones internas en los países de destino, que no estaban preparados ni social ni logísticamente para recibirla. Como consecuencia, se han generado reacciones xenofóbicas en algunos lugares que han incrementado la vulnerabilidad de nuestros compatriotas y desatado en ellos dificultades importantes en su salud mental y adaptación, lo que los coloca bajo un estrés crónico. Sin embargo, considero importante destacar la posibilidad de transitar las dificultades y salir airosos.
Yolanda Vera sigue facilitando procesos humanos, ahora desde Estados Unidos. Además ayuda a padres en la crianza de sus hijos en el extranjero con herramientas forjadas también en el coaching y en su experiencia como migrante.
Por eso no duda en afirmar que los primeros dos años son los más retadores para los migrantes: “En estos años se busca un trabajo, una vivienda, los hijos empiezan a estudiar y se van cubriendo las necesidades más inmediatas. De igual forma, se va intentando establecer redes de apoyo. Es posible reponerse de las adversidades y adaptarse si se logra resolver el conflicto entre adaptarse y resistirse a la adaptación (…) El migrante puede adaptarse si logra integrar lo que pareciera incompatible: su identidad de origen y la cultura que lo recibe. El duelo migratorio, como todos los duelos, es un proceso y lleva tiempo”.
— ¿Cómo hacer de este cambio, que es emigrar, una mejor experiencia? ¿Puede darnos al menos cinco consejos?
– En la medida de lo posible, preparar un proyecto migratorio. Si bien no siempre puede concretarse de manera fiel, sí ayuda a establecer un mapa del camino que se pretende recorrer. Eso de una forma u otra facilita la toma de decisiones, el establecimiento de expectativas más acordes a la realidad y provee cierto control frente a lo desconocido. Atender las necesidades emocionales de los niños y adolescentes que migran y de los que se quedan. Integrarlos, tomarlos en cuenta, escuchar sus dudas, necesidades e inquietudes nos darán la pauta para poder redirigir cualquier plan o buscar ayuda profesional cuando lo amerite. Participar y facilitar todos aquellos rituales de despedida que sean necesarios para empezar a elaborar el duelo migratorio (…) La recomendación es poder tener un espacio para despedirse de amigos, lugares y afectos, que ayuda a atesorar recuerdos y memorias con las personas significativas de nuestra vida. Tomarse fotografías, tener una libreta donde quien se queda nos escriba un mensaje, conservar objetos de alto valor emocional facilitan de alguna manera la transición hacia este cambio. Aceptar que el duelo migratorio es real, no es una patología sino una respuesta normal frente a la separación del lugar de origen y todo lo que ello implica y que los tiempos de cada uno son diferentes. Evitar el aislamiento. Buscar redes de apoyo social en el país de destino. Ubicar información sobre asociaciones de venezolanos en las ciudades de destino para conocer sobre oportunidades laborales, vivienda y alimentación para el recién llegado. Respetar la cultura, los espacios, las leyes y a los nacionales del país de destino. Que el acercamiento y la integración parta desde el respeto por las diferencias individuales, que la gratitud prevalezca y guie con humildad y aceptación que los primeros años pueden ser especialmente retadores.
Fuente: El Pitazo