El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, visitó el lunes la Casa Blanca buscando soluciones a la fuga de ciudadanos de su país por la pobreza y corrupción, uno de los puntos fuertes de su campaña, que prometió combatirla. Por su parte, Kamala Harris, vicepresidenta de los Estados Unidos, lo recibió para apoyarle en su misión y poner remedio a la migración ilegal.

Ambos coincidieron en apoyar la lucha contra la corrupción en Guatemala, fortalecer los derechos humanos e impulsar la economía. Hablaron sobre el acercamiento de Arévalo a los pueblos indígenas y la priorización de esfuerzos para reducir lo que el funcionario llamó “migración irregular” hacia Estados Unidos. Para Harris, esta migración se combate –según dijo– “exigiendo responsabilidades a los corruptos y promoviendo la buena gobernanza”. Porque el resultado de la corrupción, finalmente, es el “fortalecimiento de organizaciones criminales y perpetuación de la violencia, todos ellos factores que impulsan a las personas a abandonar su país de origen”, afirmó la vicepresidenta.

Y como muestra de apoyo, inversión: Harris anunció una batería de medidas para el país centroamericano, como una ayuda de 170 millones de dólares, la ampliación del programa Cuerpo de Servicios Centroamericano (CASC) para miles de jóvenes que corren el riesgo de emigrar, asistencia técnica para reformas y la promoción del comercio de textiles, industria clave para la economía de Guatemala.

Las medidas no finalizaron ahí. Posteriormente a la reunión, ambos también acudieron a una reunión de Centroamérica Adelante, una alianza público-privada que aborda las causas de la migración en Guatemala, El Salvador y Honduras, y se anunció el envío de más de mil millones de dólares a la región. Desde el año 2021, la organización ha enviado cinco mil doscientos millones de dólares.

La buena sintonía entre Kamala Harris y Bernardo Arévalo era proporcional a la de Joe Biden, quien no tenía previsto recibir al presidente guatemalteco, pero finalmente lo hizo. Según un escueto comunicado de la Casa Blanca, Biden lo recibió en privado y elogió sus esfuerzos por democratizar el país y apostar por la buena gobernanza. El demócrata también quiso agradecerle que Guatemala acoja en abril una cumbre regional sobre migración. En la misma línea que Harris, insistió en la importancia de abordar las causas que impulsan a los centroamericanos a irse de sus países.

Arévalo, que llega al poder abanderando el reformismo en un país consumido por la corrupción y la violencia, sintonizó con una Kamala Harris que se deshizo en elogios hacia el máximo mandatario de Guatemala.

Aún así, dosis de realidad: ambos saben que combatir una corrupción arraigada durante décadas no se solucionará de forma inmediata. “Los problemas, por supuesto, no surgieron de la noche a la mañana, y las soluciones no se conseguirán de la noche a la mañana”, afirmó Harris. Pero también admitió que se han producido avances a corto plazo. Arévalo, mejor conocedor del país, estaba de acuerdo. “Muchos de los problemas que enfrentamos son estructurales y no pueden resolverse en un corto período de tiempo, ni sin el apoyo y la cooperación de Estados Unidos y otros socios internacionales clave”.

El predecesor de Arévalo, el derechista Alejandro Giammattei, había tensado la cuerda diplomática entre ambos países, sobretodo en los últimos meses de mandato.

Nueva caravana migrante desde México

Mientras las salas de reuniones de Washington acumulaban medidas y argumentos, las calles de Tapachula, al sur de México, se llenaban de migrantes que ya caminan hacia el norte. La segunda caravana migrante del año recibe el nombre de “Via Crucis Migrante”, esta formado por diversas nacionalidades y cuenta con cerca de dos mil personas.

Además de abordar la posibilidad de ingresar en los Estados Unidos, el contingente lleva una cruz y una manta con la leyenda “asesinos de migrantes pobres” y ya enfila por la carretera costera de Chiapas.

El “Viacrucis Migrante” lo fraguó el Centro de Dignificación Humana AC, y su coordinador, Luís García Villagrán, está inmerso en un proceso judicial por convocar el evento y acusado de “extorsión”. Él, por su parte, alega que sufre “persecución política”.

Fuente: france24