Según las estimaciones de Naciones Unidas, más de 8.700 personas han sido desplazadas en el vecindario de Carrefour-Feuilles. Más de la mitad de ellos se vieron obligados a huir debido a un reciente brote de violencia perpetrado por las pandillas armadas. A partir del 12 de agosto, los residentes comenzaron a huir en masa, escapando de los ataques que han azotado la zona.
En el patio de la cancha deportiva local, pequeñas tiendas se han aglomerado dejando un mínimo refugio a los desplazados. Personas de todas las edades se han amontonado, secando su ropa en las rampas de acceso y cuidando de sus hijos en modestas bañeras de plástico. La falta de espacio es evidente pero la sensación de seguridad es primordial. Regresar a sus hogares abandonados no parece ser una opción viable.
La situación se vuelve aún más alarmante al ampliar la perspectiva a nivel nacional. Haití ha sido atormentada por la creciente violencia de pandillas que han logrado tomar el 80% de la capital haitiana, Puerto Príncipe.
Los enfrentamientos entre estas pandillas han desencadenado una crisis humanitaria devastadora, dejando a casi 200.000 personas desplazadas en todo el país, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La escasez de alimentos es severa, los asesinatos y secuestros son moneda corriente y la violencia sexual se ha propagado de manera alarmante.
Desde principios de este año hasta mediados de agosto, la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití ha registrado aproximadamente 2.439 asesinatos relacionados con los ‘gangs’. Además, más de 950 personas han sido secuestradas y otras 902 resultaron con graves heridas.
El desplazamiento interno: un nuevo fenómeno que enfrenta el país
El país ha enfrentado presiones adicionales debido a inundaciones devastadoras causadas por lluvias torrenciales y eventos climáticos extremos, que han afectado a más de 46.000 personas por la época ciclónica y ha desplazado a más de 13.000 personas en todo el país.
Los altos niveles de inseguridad han generado desconfianza entre las comunidades anfitrionas y los desplazados, empeorando la cohesión social y obligando a las personas a abandonar la relativa seguridad de sus alojamientos temporales en busca de otros sitios improvisados de desplazamiento. Estos lugares exponen a los desplazados a riesgos adicionales, incluyendo la violencia comunitaria, abusos sexuales, discriminación y maltrato.
Casi la mitad de la población haitiana, alrededor de 5,2 millones de personas, necesita asistencia humanitaria. A comienzos de agosto, la OIM hizo un llamado a un mayor apoyo internacional, instando a los donantes y partes interesadas a contribuir tanto a las necesidades inmediatas como a las soluciones a largo plazo. Actualmente, solo el 20% del Plan de Respuesta Humanitaria de Haití está financiado.
En medio de esta crisis, el primer ministro de facto de Haití, Ariel Henry, ha solicitado ayuda internacional para garantizar la seguridad en el país desde octubre de 2022, a pesar de las controversias de previas intervenciones internacionales en el país. La intervención más polémica fue la de 2010, en la que se denunciaron abusos sexuales y también la entrada del cólera al país por parte de los cascos azules.
La ayuda de Kenia planta dudas
La situación en Haití se ha vuelto cada vez más tensa en las últimas semanas, coincidiendo con la llegada de una misión de reconocimiento de Kenia compuesta por aproximadamente una docena de altos oficiales de policía.
Esta delegación busca evaluar la viabilidad de liderar una fuerza multinacional para combatir la creciente violencia de pandillas que ha dejado a la población haitiana en una situación de vulnerabilidad extrema.
El país caribeño enfrenta un gran desafío con el departamento de policía nacional, que carece de personal y recursos suficientes para hacer frente a la creciente amenaza de pandillas. Con solo alrededor de 10.000 agentes de policía para una población de más de 11 millones de personas, las fuerzas de seguridad se han encontrado desbordadas.
Estados Unidos también ha anunciado su intención de presentar una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para autorizar a Kenia a liderar una fuerza policial multinacional y proporcionar 1.000 agentes adicionales.
Y el 15 de agosto, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, “llamó a un uso robusto de la fuerza” para combatir la situación y se espera que la resolución sea votada en el Consejo de Seguridad, pero aún no hay fecha para ello.
Sin embargo, un eventual apoyo del país africano ha generado cierta preocupación entre la población debido a las controversias que rodean a la fuerza policial keniana, señalada en el pasado por presuntas ejecuciones extrajudiciales y torturas.
Así pues, algunos líderes de la sociedad civil en Haití han rechazado la idea de intervención extranjera, argumentando que experiencias anteriores han causado más daño que beneficio. Un tema que polariza a la población.
Dos años de una espiral creciente de violencia
La situación en Haití se ha tornado cada vez más crítica debido al incremento de la violencia en el país caribeño, un problema que ha empeorado desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, lo que ha dejado un vacío de poder en el país. La falta de un sistema gubernamental efectivo ha hecho que sea difícil contener los ataques y mantener la seguridad.
Los ‘gangs’ han dejado graves consecuencias en la vida diaria de los haitianos. El acceso de los servicios de atención médica se ha visto obstaculizado, las escuelas y las clínicas han tenido que cerrar y la inseguridad alimentaria ya existente se ha agravado porque los residentes de las zonas controladas por pandillas no pueden obtener suministros esenciales.
Aunque no es una crisis aislada, por el lado de la crisis política, Henry, enfrenta una crisis de legitimidad después de que Moïse lo eligiera para el cargo poco antes de su asesinato. Los intentos de establecer una transición política para el país han fracasado en medio de la creciente violencia.
La organización Human Rights Watch señaló que la situación de seguridad es aún más grave debido a la paralización política, la disfunción del sistema judicial y la impunidad histórica por abusos a los derechos humanos.
En un país sin instituciones y que carece de los derechos fundamentales, los haitianos pierden cada vez más la esperanza por el ciclón de violencias a las que se enfrentan a diario.
France24, con Reuters, AP y medios locales
Fuente: miperiodico.ar
