ACNUR (Agencia para los refugiados de Naciones Unidas) se enfrenta al desafío de proporcionar artículos de primera necesidad, comida, agua y atención médica a estos refugiados, cosa que le está resultando difícil a causa de la inseguridad en la zona. Esta organización ha pedido de forma urgente 55 millones de euros para asistir a cien mil personas, pero nadie responde.
El grupo de Boko Haram secuestra inocentes, roba en las aldeas y quema todo a su paso, atacan con Kaláshnikov y machetes, inmolan a niñas bomba en los supermercados…
Surgieron en 2009 en el norte de Nigeria, donde acumulan más de 350.000 muertos a sus espaldas, pero amedrantan a toda la región: solo en 2020, en esta zona, se registraron más ataques que en Chad, Nigeria y Níger juntos, según las estimaciones del Centro Africano de Estudios Estratégicos. Nadie vive tranquilo ante un grupo terrorista que provoca miedo y dolor en nombre de una ideología que pretende instaurar la ley islámica.
Muchos/as súbditos/as cameruneses/as han tenido que marcharse de su hogar y su ciudad, pero no han llegado a salir del país. ACNUR estima que hay unas 100.000 personas en esta situación, tanto dentro del país como provenientes de Nigeria. De ellas, el 60% son menores de edad, y el 53% son mujeres.
Antes solo llegaban quienes huían de los ataques de Boko Haram, pero ahora también hay los que escapan de los conflictos intercomunitarios”, confirma por WhatsApp Moise Amedje, asistente de comunicación de ACNUR en Maroua. “Todos ellos se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad y viviendo en condiciones precarias; especialmente en un entorno urbano como Maroua, donde la vida es cara».
Son muchos los testimonios afligidos que se escuchan entre la población desplazada del Extremo Norte, donde las necesidades humanitarias son acuciantes para todos, pero sobre todo para quienes se ven obligados a escapar de la violencia con lo puesto a lugares donde no conocen a nadie, donde no encuentran empleo ni arraigo, ni hay ley de acogida alguna que los asista. La situación, en marzo de 2022, era “catastrófica”.
A principios de este año, esta agencia de la ONU realizó una petición extraordinaria de fondos para poder ofrecer ayuda a cien mil personas. De los 55 millones de euros solicitados se ha recaudado el 4% y a esta exigua respuesta se suma el temor a que la invasión rusa en Ucrania socave los llamamientos futuros e incluso los fondos ya destinados a países que sufren otras crisis humanitarias, tal y como ha advertido la semana pasada Oxfam Intermón.
La organización ha expresado su preocupación por el hecho de que algunos gobiernos estén cambiando los presupuestos ya asignados para pagar la asistencia en el país europeo, y ha instado a los donantes a satisfacer estas necesidades con nuevas partidas. “Algunos donantes han indicado que reducirán su ayuda oficial al desarrollo a Burkina Faso en un 70%, mientras que otros países de África Occidental están recibiendo noticias similares”, aseguran en un comunicado de prensa.
Pero Boko Haram y el Estado Islámico de África del Oeste –una escisión de los primeros que opera de manera similar en el mismo territorio– no son los únicos problemas. A las razones por las que escapar se han sumado crecientes enfrentamientos entre etnias que se disputan los cada vez más exiguos recursos naturales, fundamentalmente agua.
Desde la ONG “Los amigos de Ouzal” venimos ayudando al campo de refugiados de Zhelevet (Ouzal), con la construcción de numerosos pozos, compra de cereales, ropa y carpas para que puedan resguardarse del sol y de la época de lluvias que ahora comienza. ¡Pero esto es solo un granito de arena en un infinito desierto!.
El pasado mes de mayo, un nuevo ataque arrasó con más de 200 familias en Zhelevet (Ouzal), mataron los animales, robaron sus cereales y destruyeron todo cuanto encontraron a su paso; en este campo hay ya alrededor de 10.000 personas, aunque el número no deja de aumentar y ahora comienzan las épocas de lluvias.
Fuente: fuentepalmerainformacion.es