La ruta migratoria del Mediterráneo Central hacia Europea, cuyos principales puntos de salida son Túnez y Libia, se cobró la vida de 955 hombres, mujeres y niños, mientras otras 1.316 personas continúan hasta hoy desaparecidas, en el año más mortífero desde 2017 según Médicos Sin Fronteras (MSF).
MSF responsabilizó a las políticas europeas de no asistencia y externalización de fronteras del último naufragio registrado frente a las costas libias a mediados de este mes de diciembre en el que murieron 61 migrantes, la mayoría de Nigeria y Gambia.
Esta misma organización publicó recientemente un informe en el que denunciaba los abusos y malos tratos contra solicitantes de asilo y migrantes en centros de detención de Trípoli, capital libia, donde miles de personas están retenidas de forma arbitraria.
ONG de derechos humanos consideran a Libia “un país no seguro” para la devolución de personas migrantes y han instado a la Unión Europea y Naciones Unidas a “revisar urgentemente —y, si es necesario, suspender— los actuales acuerdos de cooperación con las autoridades libias” para las intercepciones en el Mediterráneo.
En 2021 un total de 32.425 migrantes fueron devueltos a Libia, y en 2022 lo fueron 24.684, en datos de la OIM, que estima que más de 700.000 personas migrantes de unas 40 nacionalidades residen en este país norteafricano. EFE
Fuente: Awissinfo