Entre el 6 y el 12 de febrero, seis embarcaciones precarias partieron desde la capital, Trípoli, y la ciudad de Zawiya (este), casi todas con medio centenar de personas a bordo, de las cuales 3 perdieron la vida, según este organismo dependiente de Naciones Unidas y que defiende “la promoción de una migración humana y ordenada en beneficio de todos”.
Durante las seis primeras semanas del año, al menos 1.721 personas han sido devueltas a Libia, 34 han fallecido y 87 desaparecieron cuando trataban de alcanzar de manera irregular la isla italiana de Lampedusa, a tan sólo 300 kilómetros de distancia.
El último informe anual de la OIM reveló que un total de 32.425 personas -incluidos 1.309 menores- fueron rescatadas o interceptadas en 2021, 655 personas murieron y otras 897 desaparecieron en la ruta migratoria del Mediterráneo Central, una de las más letales del mundo, en embarcaciones precarias, fletadas por mafias que se lucran en Túnez y el oeste de Libia.
La encargada de las operaciones de rescate es la Guardia Costera libia, un cuerpo formado en su mayor parte por la Unión Europea y que está bajo la sospecha de distintas organizaciones humanitarias internacionales por sus supuestos vínculos con las mafias que se dedican al lucrativo negocio del contrabando de personas.
El pasado mes de julio, Amnistía Internacional denunció las “atroces” violaciones cometidas por las autoridades libias durante las detenciones de personas migrantes tras ser interceptadas en el Mediterráneo y devueltas de manera forzosa al país con apoyo de la cooperación europea.
Los llamados “centros de reagrupación y retorno” son escenario de torturas sistemáticas, violencia sexual, trabajos forzados y otras formas de explotación “con total impunidad”, reveló la ONG en su último informe, en el que instó a los Estados europeos a suspender la cooperación en materia de migración y control de las fronteras.
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Fuente: Swissinfo