Los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo suelen enfrentar situaciones traumáticas, desde los motivos que los obligaron a huir hasta las dificultades sobrellevadas durante la migración. En muchas ocasiones, estas situaciones dejan huellas físicas y psicológicas. Las consecuencias visibles son las primeras en ser atendidas, pero poco a poco la salud mental se convierte en una prioridad en el tratamiento de los que fueron obligados a huir lejos de casa.
Las historias de miedo y tristeza se escuchan entre los desplazados internos de la República Centroafricana. Son cientos de anécdotas que dan cuenta de las consecuencias de la violencia en el país y los niños que estuvieron en medio de ese fuego cruzado.
Para tratar de sanar las heridas de los más pequeños, la Cruz Roja instaló un centro de asesoramiento psicológico. “Acaban de perder a su padre y los pensamientos oscuros han regresado. Ir al centro de asesoramiento les ayuda mucho, escuchan los consejos que reciben y se comportan de manera diferente en casa”, cuenta Fatimé Aboubacar, una mujer que fue desplazada con sus dos hijas.
El tratamiento incluye sesiones individuales en los que se mezcla el dibujo, la respiración y el diálogo para lograr objetivos. Para el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer, las sesiones con los niños ya están dando resultados. “Me alegra mucho ver que los primeros programas están comenzando a funcionar, porque es cierto que, en el pasado, quizás le prestamos mucha atención al aspecto físico, veíamos heridas físicas y las tratamos, pero no vimos lo invisible”, cuenta.
Más de 200.000 personas huyeron de sus hogares desde diciembre de 2020 tras el estallido de la violencia por el resultado de las elecciones en la República Centroafricana. Algunos cruzaron fronteras y se instalaron en Camerún, Chad y la República Democrática del Congo.
Covid-19 y salud mental, ¿cómo sanar las heridas lejos de casa?
En el último año, el Covid-19 se convirtió en una preocupación adicional para los que están a kilómetros de sus seres queridos. La pérdida de un familiar, el aislamiento y el trabajo en línea también afecta la salud mental de los migrantes. Ese es el caso de Gabriela Castillo, una mexicana a la que la pandemia la sorprendió a miles de kilómetros de su hogar.
Gabriela recibe apoyo psicológico en París gracias a la ayuda del consulado de su país en la ciudad. “Todo se fue juntando, todo se acumuló y después del verano, cuando se reforzaron las medidas sanitarias, esta incertidumbre desencadenó síntomas como insomnio, taquicardia, apretón en el pecho y las emociones a flor de piel”, relata.
Gabriela no es la única mexicana que ha pedido ayuda. “Cada vez más mexicanos, más jóvenes nos escribían porque se sentían solos, se sentían mal y deprimidos”, cuenta Edgar Cubero, el cónsul de México en París.
Así, la salud mental comienza a ser parte de la agenda en el tratamiento de los migrantes, desplazados y refugiados en el mundo.
+ Y el dato de migración de la semana: Jordania abrió el primer centro de vacunación del mundo contra el Covid-19 en un campo de refugiados. Se ubica en el campamento de Zaatari, donde inicialmente, unas 2.000 personas se inscribieron para recibir el antídoto.
Fuente: france24