Los individuos, todos varones de origen marroquí y argelino, iban ocultos en vehículos cargados de ceniza tóxica y vidrio para reciclaje
DIEGO ESTEBANEZ GARCÍA Madrid – 22 FEB 2021 – 14:42
Una pierna al aire inerte fue lo primero que vio un guardia civil del puerto de Melilla al abrir un saco blanco de plástico. Dentro de la bolsa había un hombre desorientado. Pensando que había fallecido, el agente solicitó una ambulancia, sacó un cuchillo y abrió la bolsa llena de cenizas volantes tóxicas. En ese momento el sujeto que estaba dentro reaccionó. Como él, en la mañana del pasado viernes encontraron a otras 40 personas ocultas entre fragmentos de vidrio y otros residuos peligrosos contenidos en bateas, vehículos articulados, camiones y contenedores. Fuentes del cuerpo de seguridad confirman que todos los individuos eran hombres y de origen marroquí y argelino.
En el primer registro se localizaron rápidamente a 35 personas escondidas en distintos lugares del puerto. La dificultad vino con el segundo registro, que fue más exhaustivo y meticuloso, cuando se encontraron a otros cinco individuos, cuatro de ellos en una batea que embarcaba llena de restos de vidrio fracturados para el reciclaje. Les esperaba una travesía de unas siete horas entre ese material hacia la península. Los 41 migrantes, tras ser rescatados fueron evaluados por el personal médico y sanitario para posteriormente ser trasladados a la comisaría de la Policía Nacional.
La entrada de personas a la zona del puerto de la ciudad autónoma para intentar alcanzar la Península se da de distintas formas, cada una con su nivel de riesgo. La Guardia Civil ha detectado que muchos de los migrantes intentan acceder nadando desde zonas aledañas como el mismo puerto marroquí de Beni Ansar, o muchos otros por tierra saltando hacia los vehículos en movimiento cuando bajan la velocidad para acceder al puerto o escabulléndose por debajo. Una práctica que se conoce como risky.
Fuentes de la Guardia Civil explican que se trata del paso siguiente para las personas que han entrado a Melilla por la frontera con Marruecos, cerrada desde el 13 de marzo de 2020 con la declaración del primer estado de alarma con la pandemia. Los migrantes que se encuentran viviendo temporalmente en la ciudad autónoma, la mayoría de manera irregular y algunos en centros de acogida, son los que todos los días intentan llegar a la península colándose en buques comerciales que cruzan el estrecho hacia Almería, Málaga o Motril (Granada). Algunos lo intentan más de una vez escondiéndose entre las cargas en remolques o camiones, arriesgando su vida.
Para localizar a las personas entre vehículos y contenedores, la Guardia Civil echa mano de recursos humanos, tecnológicos y animales. Desde perros que olfatean los contenedores, máquinas detectoras de latidos de corazón hasta, como este caso particular, la intuición y la experiencia de los agentes. Sin embargo, las imágenes del viernes pasado se han vuelto repetitivas para los agentes en el puerto. En lo que va del año han auxiliado a 1.781 personas en esta zona de seguridad. En 2020 fueron en total 11.669. La pandemia ha vuelto más desesperado el intento de cruce de migrantes del puerto hacia la península.
Fuente: El País España