Por: Édgar Gutiérrez
La vicepresidenta Kamala Harris podría liderar la causa.
La crisis migratoria puede superarse en el corto plazo atendiendo los impulsos del mercado de trabajo formal en Estados Unidos. Como anoté en otra ocasión, Estados Unidos tiene un déficit de fuerza laboral en la agricultura, construcción y servicios básicos. En lo que va de este siglo generaron 20 millones de plazas en esas actividades, y la fuerza de trabajo nativa solo cubrió el 20 por ciento. La demanda restante la cubrieron migrantes, abrumadoramente centroamericanos y mexicanos (ocho de cada diez).
La política del presidente Biden de estímulo del consumo doméstico, para alentar una recuperación económica a partir de este año, tiene el inconveniente de no generar empleo porque las transferencias monetarias resultan muy atractivas en muchos estados al duplicar y hasta triplicar el salario mínimo por hora. Significa que la economía estadounidense requiere con urgencia mano de obra con el perfil de la centroamericana.
No es descabellado que el programa de visas temporales de trabajo se pueda multiplicar por diez a partir del próximo semestre. En vez de 6 mil visados, 60 mil. Sería un mensaje muy poderoso que ordenaría de inmediato las migraciones, pues la seguridad del transporte y la certeza de un empleo protegido sería “la” alternativa para los guatemaltecos, desbaratando de paso las redes de coyotaje y las bandas criminales de extorsión que acechan en todo el corredor migratorio.
En ese escenario cabe replantear la reunificación familiar de los migrantes trabajadores, que empuja el incierto viaje de los menores no acompañados. Gestionar eficazmente el Estatuto de Protección Temporal (TPS) daría estabilidad a los migrantes y sus familias, y los pondría en línea de los beneficios de la reforma migratoria de más largo aliento que promueven los demócratas en el Capitolio.
La migración irregular despoja de su condición ciudadana a los centroamericanos y es una falsa puerta de desarrollo. En cambio, la migración regular, segura y ordenada pondría a funcionar un amplio ascensor social. Hasta ahora las remesas (poco más de US$800 en promedio) apenas compensan lo que un trabajador debería ganar en un empleo decente en Guatemala.
La migración documentada abriría un círculo virtuoso: la formación de ahorro familiar que facilitaría el acceso a los servicios de salud y educación, y la adquisición de activos dinamizaría las economías locales; además de crear una demanda de formación técnica, traería beneficios para la democracia y un mercado sin privilegios. La clientela electoral de las redes de corrupción y crimen se adelgazaría, y unas pujantes clases medias en todo el territorio le darían cara vuelta a la economía rentista y de baja productividad. En menos de dos décadas los migrantes regulares harían el milagro centroamericano. Es cuestión de voluntad. La vicepresidenta Kamala Harris podría liderar la causa.
Fuente: elperiodico, Guatemala