Ana Basanta
Entrevista a Ana Basanta
De alguna manera, para dar a conocer, familiarizarnos, con personas refugiadas o asiladas. En realidad, hablamos de protección internacional, aunque cada país tiene sus propias leyes. En el caso de España, el asilo está relacionado con personas que han sufrido alguna persecución por cuestiones políticas, activismo social…, y que si volvieran a sus países de origen podrían ser represaliadas. El refugio suele tener un carácter más humanitario, relacionado con situaciones de guerra, hambre o desastres naturales. Con estas historias queremos poner en valor lo que significa una cosa tan sencilla como tener que huir para sobrevivir. Se trata de ocho personas que ahora residen en Cataluña, con una situación administrativamente regularizada, con la idea de evitar que sus opiniones pudieran ser utilizadas en su contra.
Teóricamente, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se encarga de dar protección de los refugiados, en el ámbito mundial. ¿Pasa, como con otras cuestiones de la ONU, que parecen más deseos que realidades?
Los organismos internacionales son necesarios, pero muchas veces resultan insuficientes, porque la carga humana no se puede solucionar con una ley o un organismo. En el caso de Palestina, por ejemplo, la UNRWA, que, específicamente, se encarga de las tareas humanitarias de los refugiados palestinos, presta ayuda en educación, salud, pero de manera insuficiente. Necesita más recursos. Pero ahora, por la presión de Israel, se intenta incluso recortarlos. El incumplimiento de los acuerdos y las resoluciones de las Naciones Unidas es un desastre. La ACNUR emite un pasaporte a las personas que están bajo su protección, pero, paradójicamente, a veces constituye un obstáculo añadido en determinados países y situaciones. Así pasa con los palestinos proveídos de documentación de la UNRWA, que son tratados como apestados en algunas fronteras.
Entre las muchas trabas que se presentan a la hora de solicitar asilo, está la de presentar pruebas que justifiquen la demanda. ¿Qué pruebas puede aportar una persona que, muchas veces, se ve obligada a huir con lo que lleva puesto?
La gran mayoría de peticiones de asilo y refugio en España y en Europa se deniegan. Las personas que lo consiguen, en los casos que yo conozco, es porque cuentan con una organización que las ayuda, en su país de origen, de llegada o internacionalmente. Resulta evidente que las autoridades de los países de origen no te ayudarán, sino todo lo contrario. Este es el caso, por ejemplo, de Afganistán. Se recomienda a los afectados que procuren conseguir cualquier información o documento, por simple que sea, que pueda servir para justificar su petición. En el libro se recoge el caso de Marina Camargo, una activista social de Colombia, que trabajó incluso con organismos estatales, y tuvo que huir por amenazas de grupos paramilitares.
Además de las trabas burocráticas, ¿no hay también discriminación ideológica, a la hora de conceder asilo o de ayudar los refugiados? ¿Se trata del mismo modo en Europa un demandante de asilo palestino que uno ucraniano?
Aquí intervienen también dificultades no solo administrativas y políticas, sino también sociales. Sobre el papel no tendría que haber ninguna discriminación. Una persona que, por ejemplo, llega a Cataluña y no sabe ni catalán ni castellano tiene que afrontar muchísimos más problemas. Las cosas son también muy diferentes, según la situación económica, familiar, profesional… del solicitante. Es muy frecuente que a los peticionarios se les cambie a menudo de domicilio, y esto causa un desarraigo terrible. Una familia que aparece en el informe ha sido obligada a cambiar de domicilio seis veces en un año. Hace dos años, cuando estalló la guerra de Ucrania, una directiva europea ya estableció un marco específico de ayudas.
¿Pasa que, incluso reconocida su condición de refugiado, hay personas que sufren acoso administrativo en el país de acogida por cuestiones, como, por ejemplo, los permisos de trabajo?
Puede ser que haya países europeos que, al no disponer de permiso de trabajo, que se expide con un contrato laboral, puedan amenazar con la expulsión. No creo que sea el caso de España. De hecho, los demandantes de asilo generalmente se informan de las condiciones de cada país. Después, en el lugar de destino, pueden encontrarse con otra realidad no prevista. En cualquier caso, son tantas las situaciones administrativas que constituyen un laberinto.
Más allá de las políticas nacionales, ¿hay una normativa europea común de asilo y refugio?
Puede haber unas directrices comunes básicas, pero, hasta donde yo sé, las cuestiones de asilo y refugio son competencia de los Estados. Recogemos en el libro que, según datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), en 2022 las peticiones de asilo en España eran más de 118.000, y las resoluciones favorables, del 16,5%. La media en la Unión Europea es de un 38%. Es decir, que la gran mayoría de los solicitantes de asilo acaban en la calle.
¿De dónde proceden mayoritariamente las personas que solicitan asilo en España?
En una época, con la guerra, hubo muchas personas de Siria. Lógicamente, con la guerra de Ucrania, vino más gente de este país. También hubo años en que llegaron a España venezolanos y colombianos, solicitando protección internacional. La afluencia tiene mucho que ver con la situación internacional, y hay algunos casos cronificados. Las guerras son quizás la principal causa de solicitud de asilo.
¿Existen formas de protección especial para personas o familias especialmente afectadas o vulnerables?
Las familias con menores sí que cuentan en las peticiones de asilo. Independientemente del color del gobierno, en España, en principio, no vemos menores mendigando por las calles. Una cosa habitual en otros países. Aquí existe la protección al menor, independientemente de la nacionalidad.
¿Rigen las mismas prácticas en cuestiones de asilo entre las diferentes comunidades, más allá del color político de los gobiernos autonómicos?
No dispongo de información sobre esto, pero creo que, en general, están bastante homologadas las prácticas de acogida. Otra cosa es hacia donde pueden evolucionar las cosas, en función de los partidos que gobiernan en cada lugar. En cualquier caso, las personas entrevistadas no se han referido a esta cuestión. Es cierto que las competencias de asilo y refugio dependen del gobierno central, pero las comunidades autónomas también pueden decidir en algunas cuestiones.
¿Cómo se sienten las personas que has entrevistado en el lugar de acogida, en este caso en Cataluña?
He detectado, como cuestión común, que son personas muy generosas por explicar su historia. Una cosa nada fácil, si se tiene en cuenta que hay que rememorar momentos crueles. Son muy valientes. Y sobre su vida en España, al final ninguna historia es igual a otra. Todos los casos son diferentes. Hay personas que, más o menos, han cumplido sus expectativas, que ya trabajan, que tienen su vivienda… Y otras personas que hoy en día hacen lo que pueden para sobrevivir. Marina Camargo, a quien hemos mencionado, vive en Lleida. Reconoce que, al principio, le costó adaptarse, pero ahora se siente querida e integrada.
¿Qué se puede decir de las causas que están en el origen del asilo y el refugio?
Son muy amplias. Desde persecución por orientación sexual o de género, hasta pertenencia a minorías étnicas o religiosas; motivación política o social, amenaza de muerte por grupos armados, pobreza extrema… A España llega mucha gente perseguida por activismo político o social. Defender los derechos de las mujeres puede representar en algunos lugares castigos, prisión, que no puedas salir de casa, o que te obliguen a casarte.
En definitiva, ¿acoger a personas, ofrecerles refugio o asilo, no depende, a veces, más que de los reglamentos y las leyes, de la voluntad política, de la intención o no de ayudar a estas personas?
Es cierto que hay cierta geometría variable en las intenciones. No es lo mismo, por ejemplo, que te persigan, con tu nombre y apellido, por lo que estás haciendo, que formar parte de un conflicto general. Por ejemplo, las facilidades que tienen las personas que huyen de la guerra de Ucrania no las han tenido personas de ningún otro país.
Fuente: eltriangle.eu