Ahmad Alhamsho tiene 29 años, dejó Siria hace seis, huyendo de la guerra, cruzó a Turquía para subirse en una patera rumbo a Grecia con otras 80 personas, sin saber nadar, y pasó año y medio en un campo de refugiados griego en el que creía que “moriría lentamente”. Ahora, ya en Barcelona, ha publicado un libro en el que cuenta su historia.
“Siria antes de la guerra era el lugar más bonito del mundo”, afirma en una entrevista con EFE, en la que se acuerda de lo segura y lo barata que era la vida allí, y de la amabilidad de la gente, aunque reconoce que ya existía falta de libertad antes del conflicto.