Control de pasaporte en Baviera en una imagen de archivo.Imagen: Lino Mirgeler/dpa/picture alliance
Abrir una cuenta bancaria es difícil sin un documento de identidad. También reservar un hotel. Casarse es casi imposible y acceder a un trabajo como funcionario público está descartado. Para personas como Christiana Bukalo, de 29 años, nacida en Alemania pero apátrida, la vida cotidiana puede convertirse en un desafío en cualquier momento.
“No tienes libertad para viajar, tienes dificultades para encontrar empleo. A menudo es difícil comenzar una carrera universitaria, pero también es difícil terminarla. Conozco gente que no pudo concluir sus estudios porque se les habría exigido presentar un certificado de nacimiento para el examen final. Y las personas apátridas no tienen derecho a votar, aunque hayan vivido aquí durante mucho tiempo”, explica a DW.
Bukalo, hija de padres de África occidental sin nacionalidad determinada, forma parte de un creciente número de apátridas en Alemania, que actualmente asciende a 126.000 personas. Muchas son palestinas, kurdas, antiguas ciudadanas de la Unión Soviética o Yugoslavia, cuyos estados ya no existen. Es una vida en los márgenes de la sociedad, y los apátridas quedan excluidos de muchas cosas. Bukalo lo ha aprendido desde niña.
“Ya de niño te hacen sentir que no perteneces al lugar. Te dicen que no debes quedarte aquí, pero al mismo tiempo, no puedes irte. Son cosas bastante banales: intercambios con el colegio, viajes de idiomas, excursiones de esquí al extranjero, nada de eso es posible. Y esto, por supuesto, está acompañado de una gran vergüenza, porque tienes que explicar algo que nunca te explicaron”.
Una voz para los apátridas
Durante mucho tiempo, la información sobre los apátridas y para los apátridas era tan invisible como los propios apátridas. Hace dos años, Christiana Bukalo decidió darles voz y fundó en Múnich la organización de derechos humanos Statefree. El objetivo es llenar lagunas de conocimiento, concientizar, poner en contacto a las personas afectadas y visibilizar la apatridia. Y también hacer exigencias a los políticos.
“En Alemania, tenemos una reproducción extrema de la apatridia debido a que no se trata adecuadamente a los niños apátridas nacidos aquí. Exigimos que los niños apátridas nacidos en Alemania sean identificados como apátridas de inmediato y tengan derecho a la nacionalidad alemana en los primeros cinco años de vida”.
Moderna ley de inmigración que no tiene en cuenta a los apátridas
En Alemania cuenta la filiación y no lugar de nacimiento para establecer la nacionalidad. Si los padres son apátridas, el recién nacido también lo es. Por eso aproximadamente un tercio de los apátridas en Alemania son menores de edad, aunque Bukalo conoce a personas de 65 años que nacieron en Alemania y todavía son apátridas. Statefree tenía grandes esperanzas en que la nueva ley de ciudadanía del gobierno actual cambiara esto.
Una portavoz del Ministerio del Interior, Construcción y Patria de Alemania respondió a la consulta de DW: “Los intereses de los apátridas ya se tienen suficientemente en cuenta en la legislación de ciudadanía. Además, las disposiciones generales para la adquisición de la nacionalidad alemana también se aplican a los apátridas, ya que también son extranjeros según la ley de ciudadanía”.
Mientras Bruselas debate sobre deportaciones, más que sobre integración, y la inmigración entra en la agenda política alemana, para Bukalo, que habla de “un giro a la derecha en Europa”, no es extraño que no se avance en la cuestión de los apátridas.
No hay procedimientos uniformes para los apátridas en los tribunales
Sobre todo, en Alemania no existen procedimientos estandarizados para determinar la apatridia. La Oficina de Extranjeros en Múnich a veces toma decisiones diferentes a las de Hamburgo o Colonia en casos similares. “En última instancia, depende de quién está al otro lado del escritorio”, dice la etnóloga británica Judith Beyer, que hace siete años empezó a estudiar el caso de los rohingyas en Bangladesh.
“Lo que muchos apátridas lamentan una y otra vez es que no hay seguridad legal y que depende de la persona y su nivel de conocimientos. A menudo, no es mala intención, sino simplemente la falta de conocimiento sobre cómo tratar con personas apátridas”, lamenta Beyer, catedrática de Antropología Social y Política en la Universidad de Constanza.
Apátridas de primera y de segunda clase
Según lo que decidan las autoridades, estas personas pueden ser consideradas personas o apátridas propiamente dicho, o con nacionalidad indeterminada. Unas 30.000 personas en Alemania están, como Christiana Bukalo, reconocidas como apátridas. Pueden ser naturalizadas después de seis años.
La mayoría, cerca de 100.000 personas, tienen el estatus de nacionalidad indeterminada: refugiados que no pudieron demostrar su identidad, como los rohingyas que fueron despojados de su nacionalidad, o niños nacidos en Alemania cuyos padres tienen una nacionalidad indeterminada. Para ellos, la naturalización a menudo es posible sólo mucho más tarde.
Ser apátrida constituye una violación de los derechos humanos, dice Sawsan Chebli, política del SPD nacida en Berlín de padres palestinos apátridas. Ella fue naturalizada como ciudadana alemana a los 15 años. Beyer va más allá: “los derechos humanos solo se pueden realizar dentro de una comunidad política, es decir, un Estado. Esto significa que a las personas apátridas a menudo se les niega el ‘derecho a tener derechos’, como lo formuló la filósofa Hannah Arendt”.
Fuente: DW