Los libaneses, alarmados por el flujo de familias y jóvenes que intentan cruzar ilegalmente la frontera ingresando 100 dólares a las arcas de los contrabandistas. En sólo una semana, a finales de agosto, el ejército rechazó a más de 1.500 personas, pero las fronteras son demasiado extensas para un control generalizado. La alarma de la diputada de la oposición Melhem Khalaf: “Quieren asfixiar al Líbano”.
Beirut (AsiaNews) – Huyendo de la miseria a lo largo de decenas de rutas y caminos que conectan Siria con el Líbano y aprovechando la relativa desintegración de las instituciones libanesas, cientos de sirios, solos o con sus familias, han intentado entrar ilegalmente en el Líbano en los últimos tiempos. Todo a cambio de una suma de unos 100 dólares que deben pagar a las distintas redes de contrabando activas en la zona. Transportados en motocicletas, a menudo desaparecen en el aire debido a la difuminación de las fronteras libanesa y siria en el norte y el este del país de los cedros, a lo largo de una línea fronteriza de 350 km que a veces atraviesa el mismo pueblo, dividiéndolo en dos.
Un camión cargado de inmigrantes ilegales, camuflado como vehículo de transporte de piedras, fue interceptado recientemente por el ejército en un paso ilegal de la frontera libanesa. Sin embargo, los militares se ven muy superados por la necesidad de un control exhaustivo de los 350 km de frontera terrestre, a lo largo de los cuales viajeros y traficantes se infiltran en la red de controles.
Según el ministro libanés para los Desplazados, Issam Charafeddine, a finales del mes pasado y en el lapso de apenas una semana, el ejército repelió a grupos de inmigrantes ilegales estimados en unas 1.550 personas (datos basados en comunicados militares del 23 y 28 de agosto). El alto funcionario del gobierno de Beirut dio entonces la voz de alarma al hablar de un “fenómeno migratorio sin precedentes”. Algunos de los hombres interrogados estaban en posesión de armas y fueron detenidos, añadió ayer el ministro, mientras que el número de migrantes detenidos durante el mes de agosto rondaría los 8.000, cifra que no ha sido confirmada oficialmente por los propios militares.
Existe la creencia generalizada de que este preocupante fenómeno va en aumento a medida que Siria, estrangulada por las sanciones estadounidenses, se hunde en una crisis socioeconómica de la que actualmente no hay salida. Además, analistas y expertos creen que esta nueva ola de migración -ilegal- también puede ser aprovechada por movimientos extremistas islámicos como Daesh [acrónimo árabe de Estado Islámico, IS], cuyas actividades van en aumento, con el objetivo de infiltrarse en el Líbano.
Al respecto, el ex ministro del Interior Marwan Charbel explica que estos grupos de inmigrantes ilegales proceden principalmente del norte y centro de Siria (en particular de Idlib y Deir el-Zor), huyendo de las desastrosas condiciones económicas. Una crisis que ya es generalizada y que se ha visto agravada recientemente por la decisión de Damasco de revocar las subvenciones a los carburantes -lo que ha desencadenado una serie de protestas en el sur encabezadas por los drusos- y que podría hacer insostenible la situación a nivel local con la llegada del invierno. Según el propio Charbel, mientras que parte de este flujo de personas acabará a bordo de embarcaciones clandestinas con destino a Europa, otros esperan engrosar la lista de desplazados subvencionados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Sin embargo, el ex ministro añade que “no lo conseguirán”, al igual que “no todos podrán encontrar un empleo, porque los libaneses son cada vez más reacios a contratar sirios o a aceptar que compitan con los libaneses en determinadas profesiones”. En este sentido, la última categoría en la que ha surgido una situación conflictiva es la de “la enseñanza escolar privada, que está en crisis -advierte- debido a la deserción del 20% de los profesores libaneses”, cifra dada a conocer ayer por el secretario general de las escuelas católicas.
Además de estos medios legales o semilegales de integración, los desplazados sirios recurren desde hace tiempo a medidas paradójicas, incluso ilegales, para regularizar su situación: certificados de nacimiento falsos expedidos por alcaldes corruptos, a cambio de tres millones de libras libanesas cada uno (unos 30 dólares), o incluso la “adopción” de niños por familias libanesas sin recursos, falsificación de documentos y otros ardides. Ante el aumento de las entradas ilegales, la diputada de la oposición Melhem Khalaf también habla de “alarma” porque estos grupos representarían “un peligro de asfixia” y de “desestabilización” para el país del cedro.
Tenemos que entender y leer los datos sobre este fenómeno”, explica Khalaf. Se pregunta si se limita sólo al Líbano o si “otros países fronterizos con Siria, como Turquía y Jordania, también se enfrentan al mismo fenómeno”. Detrás de los acontecimientos visibles, prosigue, “¿hay datos que no estamos viendo?”. El diputado exponente del frente de protesta, que mantiene una sentada en el interior del Parlamento desde hace casi un año, pidió la formación inmediata de una célula de crisis para examinar el fenómeno y las medidas para frenarlo. Medidas, precisó, que deben estar “alejadas de cualquier forma de exclusión o xenofobia”. En este sentido, pidió al ejército que facilite al gobierno todos los datos que obren en su poder sobre las regiones de origen de los inmigrantes ilegales y su edad. Por último, Khalaf considera que el Líbano no debe hacer frente a esta oleada solo, sino que debe coordinar sus esfuerzos de contención con Siria, el Comité de Alto Socorro de la ONU y la comunidad internacional.
Fuente: asianews.it