Un año después que los talibanes retomaran el poder en Afganistán, organizaciones advierten de la vulnerabilidad de los que huyen del nuevo gobierno del país. Los refugiados que llegan a Europa deben adaptarse a una nueva vida y a diferentes retos.
Después de 365 días desde que las tropas estadounidenses se retiraran de Afganistán y los talibanes tomaran Kabul, continúa la crisis humanitaria y de desplazados.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) advierte que el conflicto existente en el país, el débil sistema sanitario y el peligro que corren los derechos fundamentales de las niñas y las mujeres, son algunos de los motivos por los que más de 3,5 millones de personas se han desplazado a nivel interno, así como a países vecinos -como Irán y Pakistán- y Europa.
“Aunque el conflicto ha disminuido, la violencia, el miedo y las carencias siguen obligando a la población a cruzar las fronteras con otros países”, reza un informe de la organización titulado ‘Emergencia en Afganistán’.
Por otro lado, la ONG española Accem destaca que los refugiados afganos se encuentran “en situación de gran vulnerabilidad y en necesidad de protección por haberse visto obligadas a abandonar sus hogares ante la existencia de riesgos ciertos para su seguridad personal”.
Afganos en Europa
Según la Agencia Europea para el Asilo, en 2021 se reportaron cerca de 98.000 solicitudes de protección internacional por parte de afganos, el número más alto desde 2016.
Los datos más recientes indican que, desde enero de 2022, los afganos han presentado alrededor de 8.500 aplicaciones de asilo al mes en la Unión Europea. Sin embargo, organizaciones como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) destacan que la tasa de reconocimiento de asilo descendió a un 53% en el mes de mayo, constituyendo así “el porcentaje más bajo desde julio de 2022”.
La institución también subraya que “el número de solicitudes pendientes de resolución en abril de 2022 ascendía a 96.960 en toda la UE”
Alemania es el país del bloque que ha recibido más solicitudes de protección internacional: Entre agosto de 2021, cuando el gobierno talibán tomó Kabul, y abril de 2022, la nación registró alrededor de 24.000 peticiones de asilo según Eurostat, la Agencia Europea de Datos. Francia se coloca en segunda posición con alrededor de 13.700 solicitudes.
Pero una vez asentados en Europa, los afganos se enfrentan a diferentes desafíos, según advierten organizaciones y activistas como Bashir Eskandari, afgano radicado en Barcelona, España, desde hace más de una década.
“El primer problema es comunicarse, porque el persa o el pashto es muy difícil, muy diferente al castellano y otros idiomas europeos”, dice Eskandari a la Voz de América mientras sostiene que el acceso al mercado laboral o la búsqueda de vivienda también representan un gran reto para sus compatriotas:
“Las familias afganas son numerosas, entonces 4 o 5 personas viven juntas, y es muy difícil conseguir un piso, por ejemplo, en Barcelona” explica. “Las ONG sólo pagan 600 o 620 euros -máximo- para que cuatro personas puedan conseguir un piso, pero ese dinero no es suficiente. No hay ninguna casa que puedas conseguir en Barcelona por 600 euros”.
¿Refugiados de segunda?
A todo ello se suma que, tras el inicio de la invasión rusa en Ucrania el pasado febrero, millones de ucranianos han abandonado su país para escapar del conflicto. De acuerdo con ACNUR, tan sólo en Europa hay cerca de 4 millones de refugiados originarios de Ucrania, lo que representa el mayor éxodo desde la Segunda Guerra Mundial.
Frente la acogida que han tenido los ucranianos por parte de las instituciones europeas, algunos refugiados afganos dicen que ellos son tratados de manera diferente.
“Tienen transporte público gratuito, pero nosotros necesitamos billetes. Les dan tarjetas SIM para que puedan llamar gratis de manera local e internacional, pero nosotros no tenemos este privilegio. Sobre los campos de refugiados, a ellos les envían a campos donde están felices, pero los nuestros no son habitables”, lamenta Sharifullah Aryubzai, un joven que escapó de los talibanes y ahora reside en un campo de refugiados en Alemania. “Ambos deberíamos ser tratados igual. Hay guerra en su país y también hay guerra en nuestro país”.
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A diferencia de los ucranianos, cuando los afganos llegan a Europa tienen que enfrentarse a la burocracia del sistema de asilo, ya que no se les garantiza un estatus de protección temporal.
“Deberían procesar nuestros casos, para que tengamos información pronto. Han pasado tres meses, y no sé nada sobre mi futuro”, comenta desde Alemania Rohullah Oryakhil, refugiado afgano.
También desde el país germano, Kelly Bescherer, integrante del Centro de Contacto y Asesoramiento para Refugiados y Migrantes, aboga por igualar las condiciones de los refugiados:
“Estamos contentos porque hay un estatus temporal que protege a los ucranianos. Nos gustaría que este estatus también fuera garantizado a personas de otras zonas en guerra”, afirma.
Aunque los países miembros de la Unión Europea han activado varios mecanismos para evacuar y acoger a refugiados afganos, organizaciones como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado reivindica que, entre otras medidas, se deberían agilizar los procesos de reagrupación familiar, evitar el cierre de fronteras de los países limítrofes con Afganistán, armonizar la protección que se ofrece a los afganos en diferentes estados del bloque y facilitar la activación de corredores humanitarios.