Por: Enriqueta Cabrera
La migración hacia Estados Unidos desde Guatemala, Honduras y El Salvador no se detiene. Crece continuamente y plantea grandes desafíos para dos países que tienen una vecindad única en el mundo: México y Estados Unidos con sus 3,200 kilómetros de frontera a lo largo de los cuales se ubican 14 ciudades hermanas con permanentes intercambios. También está creciendo la migración de mexicanos hacia EU, lo que evidentemente tiene relación con la pérdida de empleos acá. Hasta hace poco la migración desde México se encontraba en un punto de equilibrio entre quienes llegaban a EU y quienes regresaban a México.
Ambos países enfrentan un desafío con múltiples facetas que tiene un interés primordial sobre todo en la medida en que la migración no sólo no se detiene, sino que continúa creciendo aceleradamente con la peculiar característica de los importantes cambios a lo largo del tiempo, que tienen que ver sobre todo con las condiciones de los tres países centroamericanos conocidos como Triángulo del Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador.
Es por demás evidente que frenar la migración es un asunto de interés para México y para Estados Unidos. México tiene una responsabilidad enorme porque la migración desde Centroamérica no sólo atraviesa territorio nacional, sino que la frontera mexicana con Guatemala es muy porosa, porque gran parte se ubica en territorio boscoso, maravillosamente salvaje.
Los migrantes en todos los casos buscan empleo y mejores condiciones de vida, no son delincuentes y es evidente que si no encontraran empleo en EU no migrarían. Hace años eran hombres jóvenes los que migraban fundamentalmente desde México, luego inició la migración femenina y ahora la mayor parte es de familias o incluso de niños no acompañados, mayoritariamente provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador.
Así las cosas, la característica de la migración es la falta de papeles, por lo que equivocada y despectivamente se le llama ilegal, aunque en realidad no lo es porque no hay delito de por medio, sino una violación de normas administrativas estadounidenses.
Y si los proyectos para el sur de México y para los tres países centroamericanos son de mediano y largo plazos, habrá que tener políticas puestas en marcha en ambas fronteras: la de Estados Unidos con México y la de México con Guatemala, donde ahora mismo hay dos crisis terribles de hacinamiento de poblaciones, de derechos humanos elementales violados, de violencia criminal, de insalubridad, salud-pandemia y falta de alimentación. Ahí hay urgencias que creemos que los gobiernos de Estados Unidos y México pueden atender, posponiendo incluso en el caso de México grandes obras como la refinería de Dos Bocas y el tren maya. Debe haber prioridades. ¿O no? Porque lo que estamos viendo en México es que es cierto que crecen las remesas, lo que se aplaude, pero también crece la migración de mexicanos a EU, y es que algo está pasando. Hay que reconocer los problemas para solucionarlos. El desempleo y el aumento de la pobreza en México es un grave problema a atender de manera prioritaria. ¿O no?
Hoy está presente la tragedia, los dramas de los niños no acompañados que están llegando a EU enviados por sus padres que ante la imposibilidad de cruzar los enviaron solos o con coyotes, ahí están los niños muertos, desaparecidos, pero también los que logran cruzar y quedan bajo la responsabilidad de EU. Está ahí también la tragedia de ayer, la niña de nueve años que se ahogó al intentar cruzar el Río Grande (Bravo le llamamos en México), y otros niños y una mujer que lograron ser salvados.
(Periodista, analista internacional)
Fuente: pulsoslp