Crece el fenómeno de los secuestros con fines de extorsión a manos de bandas que operan con impunidad. A las familias de origen se les piden sumas módicas, que nunca superan los 500 euros. La represión de Teherán contra las protestas por Mahsa Amini “oscurece” la emergencia migratoria. Mientras tanto, Ankara continúa su política de repatriación.
Estambul “Los afganos no conocen bien la zona y terminan perdiéndose en pequeñas aldeas donde se convierten en presa fácil de hombres armados”. Sami (el nombre es ficticio) es uno de los tantos que huyeron de Kabul tras el ascenso de los talibanes y fue deportado por Ankara. Con su el testimonio de su propia experiencia quiere denunciar el creciente fenómeno de los secuestros con fines extorsivos de los que son víctimas los migrantes a lo largo de la frontera entre Turquía e Irán. Se trata de pequeñas bandas, explica a Middle East Eye (MME), y piden a las familias de origen sumas que no superen los 500 euros.
Los secuestros para pedir rescate se suman a los abusos y la violencia que sufren los refugiados afganos en Irán y Turquía, dos países en la ruta de decenas de miles de personas desesperadas que huyen de los talibanes. Estos grupos, sigue diciendo Sami, se aprovechan del hecho de que los refugiados caminaron durante semanas a través de zonas accidentadas y montañosas en Irán antes de ingresar en territorios desconocidos en Turquía. “Atacan a los migrantes afganos -explica- en un momento de debilidad, cuando están cansados, hambrientos por el largo viaje y se sienten perdidos. E incluso si son 10 afganos contra solo dos o tres criminales, están demasiado cansados y débiles para intentar defenderse”.
Mientras Ankara sigue adelante con la política de repatriación, con cientos de refugiados deportados solo en este mes de enero -y otros 5.000 en los próximos días-, empiezan a aparecer vídeos relacionados con el fenómeno de los secuestros extorsivos. Un video muestra a un grupo de hombres afganos acurrucados con la cara pegada a una pared rocosa y las manos atadas a la espalda. Uno de ellos, amordazado, es amenazado con un cuchillo de combate con el que le cortan la oreja. Otro video muestra algunos refugiados, sin camisa a pesar del frío, encadenados y arrodillados, llorando y suplicando mientras los azotan con un cinturón.
Ali Hekmat, que ha estado ayudando a los refugiados en Turquía durante más de una década, cuenta “innumerables” historias de bandas criminales que abusan de los afganos, sobre todo cerca de la frontera con Irán. La mayoría de ellos trata de entrar a Turquía sin documentos, por lo que no hay estadísticas exactas, pero sí son “constantes” los mensajes de quienes envían pedidos de rescate a sus familiares porque han caído en las redes de los secuestradores.
El tema de los refugiados afganos, que recorren una ruta no exenta de riesgos a través de Irán y Turquía para intentar llegar a Europa, Estados Unidos o Australia, sigue siendo motivo de honda preocupación más de un año y medio después del ascenso de los talibanes en Kabul. Hay numerosos casos de arrestos, abusos, violencia y muertes denunciados por ONG y registrados en las noticias de todos los días, como la migrante que murió congelada cuando trataba de cruzar la frontera turca a principios de 2022. Una emergencia que se considera una ” bomba humanitaria” para la misma Europa.
Una fuente de AsiaNews recordó en aquel momento que “muchas personas” han muerto a lo largo de la frontera en un “intento desesperado” de comenzar una nueva vida lejos de los estudiantes coránicos, que ya han impuesto numerosas reglas inspiradas en la sharia, la ley islámica. La brutal represión de las protestas que se suceden desde hace cuatro meses en la República Islámica por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, de 22 años, a manos de la policía moral por no llevar hiyab, alimentó aún más la violencia. El puño de hierro de los ayatolás ha hecho pasar a un segundo plano el drama sin fin de los migrantes, a menudo olvidados por las instituciones internacionales y los gobiernos.
Fuente: AsiaNews
