Por José León Toro Mejías
Terminado el año 2020, había algunas luces de esperanzas para las comunidades migrantes que tienen limitado el acceso a un suelo deseado. Las elecciones de Estados Unidos, materializaron la presidencia de Biden y con ello, la opción de las promesas que hizo a favor de los migrantes
La presidencia de Trump, antítesis de los derechos humanos de los migrantes, trajo como bandera construir un muro a lo largo de la frontera con México, para evitar el paso a EEUU de los migrantes que utilizan esta ruta, si bien la mayoría de las personas migrantes son centro y suramericanos, también los hay de otros continentes.
El muro fue más simbólico que real, sin embargo la mala intención como miseria humana, no suele tener un solo dispositivo de aplicación de sus posibilidades; fue así como se presionó sobre los países que forman parte del corredor de las caravanas migrantes, para que fueran estos los que hicieran el trabajo sucio, incluso en México, se creó una Guardia Nacional cuya función inmediata fue controlar, cuando no reprimir los que osaban desafiar la prohibición de caminar sobre su suelo para llegar a Estados Unidos, otros países de Centroamérica tenían la misma comisión.
Estos dispositivos están instalados y activos. Los cálidos discursos e intentos de Biden, aún no pueden frenar las deportaciones y lo que es más curioso; los países centroamericanos recientemente anunciaron alarmas y estrategias conjuntas para frenar las caravanas de migrantes.
Nuestra realidad es tan igual o peor de cruda, los migrantes recorren entre 5000 a 15000 kilómetros buscando un lugar donde sienten que existen posibilidades de vivir con dignidad, la ruta de los andes desde Venezuela hasta Chile, implica un recorrido entre 8000 a 10.000 kilómetros por los trayectos más cortos, son dolorosos y temibles por el peligro que implica a la integridad física de las personas, bien sea por malhechores, climas extremos o el desgaste emocional.
Son verdaderas odiseas, pero como hemos visto recientemente, el gobierno los deporta a Venezuela y el ciclo comienza de nuevo, esta repuesta pareciera sacada de una máquina Arcade; Game over, start again, (juego terminado, empieza de nuevo).
En algunos días cuando los migrantes repatriados lo intenten de nuevo, serán problema de Colombia o de algún otro país, por su parte, la solución que encontró Ecuador y Perú al igual que Chile, fue militarizar la frontera.
Los países latinoamericanos tienen enormes extensiones de fronteras, es impensable que todas van a estar cubiertas por tropas, pero apenas se haga un movimiento militar en los pasos oficiales, acto seguido; las bandas criminales organizadas dedicadas a la trata, explotación, esclavitud y narcotráfico, encontraran puntos en esas fronteras donde prosperaran los negocios cuya mercancía apetecida son los migrantes, la gente para obtener una oportunidad de mantenerse viva, dejan la mente y cuerpo, en manos de estos bandidos que prosperan a la ambigüedad y falta de humanidad de los gobiernos, cuando de facto no les arrebatan la vida.
Por otro lado tenemos a Colombia, pese a que su situación económica, política y social no está en su mejor momento, dio el paso más progresista que haya dado recientemente algún país respecto a los derechos humanos de los migrantes, en un momento Colombia desplegó la Operación Muralla Segura, selló con ellos varios pasos no autorizados que días inmediatos volvieron a abrir los migrantes y grupos delictivos que hacen negocios en ellos, sin embargo el discurso del gobierno nacional fue solidario y reconociendo que en otros tiempos Venezuela, habría hecho lo propio por los nacionales colombianos.
El caso es que el estatuto viene a resolver temas tan importantes como la regularización y la legalidad para transitar o establecerse en el suelo colombiano, esto resuelve algunos temas de seguridad para los migrantes y para el mismo estado colombiano que podrá tener más control sobre los que ingresan, mientras que las organizaciones criminales perderán una de sus oportunidades; que es aprovechar la vulnerabilidad de los migrantes por el no reconocimiento y/o el desconocimiento de su condición.
Sin embargo no es todo, se sabe que la sociedad colombiana al igual que en la región andina ha habido un crecimiento desmesurado de la xenofobia, por lo que hará falta de un despliegue de políticas sociales de inclusión, integración e inserción laboral que permitan a las personas migrantes el pleno ejercicio de sus derechos ciudadanos.
Por otra parte, los migrantes no solo somos venezolanos, nosotros tenemos la atención de muchos ahora, pero en honor a la verdad hay muchas personas de varias
nacionalidades que sufren el dolor extremo de la migración y tienen por desgracia el mismo cuadro de males que los venezolanos, por lo que completar el buen gesto de Colombia, sería extender el Estatuto de Protección Temporal a todos los migrantes.
Colombia lidera en estos momentos los países con sensibilidad por los derechos humanos, pero la familia migrante en el caso venezolano está diseminada por la región, el mensaje de Ecuador y Perú con la militarización de las fronteras es una negación a la reunificación familiar, el libre tránsito y al derecho de las personas de buscar un lugar donde vivir dignamente, ¿qué va a pasar en Colombia, cuando el cuello de botella que establece Ecuador y Perú limite la marcha de los migrantes?, ¿qué pasa con las países que siguen de fronteras cerradas para evitar la propagación del covid-19? y con esto aprovechamos de cerrarles la puerta a los migrantes que vengan, o aquellos que se blindan de barreras legales para que el acceso sea imposible.
Por lo visto Colombia y Estados Unidos, coinciden en buenas señales pero esto no es todo, el 20.01.2021 el gobierno norteamericano anunció la suspensión de deportaciones por 100 días, mientras escrutaban el sistema migratorio, para garantizar «un sistema migratorio justo y eficaz centrado en proteger la seguridad nacional, la seguridad fronteriza y la seguridad pública».
Poco duró la esperanza de los que están en lista de deportación y sus afectos, el Juez Federal Drew Tipton, nombrado por Trump, bloqueó la orden de Biden bajo argumento de que es violatorio de las leyes federales.
En Colombia, también surgen voces en contra de esta medida “solidaria y generosa” como la llamó la referente de las ONU en Colombia, en principio desde las más pequeñas ONGs, hasta las grandes organizaciones de derechos humanos, Unión Europea, el Vaticano, OIM, ACNUR, ONU, y muchos gobiernos del mundo le dieron a Colombia un coro de aplausos, saludaron con alegría la medida, salvo el gobierno del señor Nicolás Maduro de Venezuela, quien profirió: “Duque intenta con esa medida ganar afectos ante el nuevo Gobierno de Estados Unidos, está buscando dinero (…) porque no es un secreto que tanto Duque como Uribe apostaron a Trump, y ahora, bueno, buscan reconectar con el nuevo Gobierno”, y algunos personajes de la extrema izquierda, hicieron coro a Maduro mientras la izquierda progresista y la derecha mantiene un incómodo silencio.
Las rutas de la migración en este continente tienen mucho dolor, muertos innecesarios, abandono y desprecio que surgieron desde hace pocos años cuando vinieron las primeras oleadas de migrantes, este continente comparte buena parte de su historia, lengua y otros valores culturales, el gen latino, que denota valores de solidaridad, hermandad y acompañamiento; comienza a difuminarse con los primeros conflictos, los organismos de derechos humanos hacen grandes esfuerzos para sensibilizar sobre el fenómeno migratorio, sus causas, sus expulsores, el sufrimiento y la necesidad de acompañamiento.
Por otro lado hay indicios y estudios claros que señalan que las migraciones se incrementaran por varias razones, incluyendo la más intercontinental que es el cambio climático.
Las repuestas de los gobiernos no puede ser blindar territorios, al contrario debería incluirse en los currículos básicos de educación el estudio de las migraciones, diseñar políticas sociales que generan verdadera oportunidades tanto para los países receptores como las personas que ven en ellos una luz de esperanza. Hay que interactuar con lo que es equivalente a un continente móvil de migrantes forzados en el mundo y no nos estamos preparando.
Si dejamos que nos sorprendan después de todas las alarmas, seguirá floreciendo las miserias humanas para maltratarnos, vejarnos y humillarnos, y seguiremos pisando cadáveres por el planeta.
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José León Toro Mejías
Organización de Apoyo al Migrante Arepa Viva
@arepaviva, Programa.arepaviva@gmail.com