Una mujer etíope que huyó del conflicto en la región del Tigray, en el norte del país, fotografiada junto a su hijo, cerca de la frontera con Sudán, en noviembre de 2020.MOHAMED NURELDIN ABDALLAH (REUTERS)
La ONG, que recaba testimonios de migrantes y analiza imágenes para documentar las muertes, que podrían constituir un crimen de lesa humanidad, pide a la ONU que investigue.
Es un fenómeno que la ONU y diversas ONG llevan años denunciando y Arabia Saudí, esquivando con éxito, según esta investigación. “Los funcionarios saudíes están matando a cientos de migrantes y solicitantes de asilo. Pero lo que sucede en esa frontera, una zona montañosa a la que poca gente tiene acceso, está oculto. Y Riad probablemente imagina que puede salirse con la suya”, explica a este diario la autora del informe, Nadia Hardman, investigadora en la sección de derechos de refugiados y migrantes en HRW.
El informe, titulado Nos dispararon como si lloviera, se basa en los testimonios de 42 personas, 38 de las cuales intentaron cruzar la frontera entre marzo de 2022 y junio de 2023, y en el análisis, verificación y geolocalización de más de 350 vídeos y fotografías, publicados en las redes sociales y suministrados a HRW por otras fuentes, además de varios cientos de kilómetros cuadrados de imágenes vía satélite.
La ONG concluye que “los guardias fronterizos saudíes han utilizado explosivos para matar a muchos migrantes y dispararon a quemarropa contra otros en un patrón de ataques generalizado y sistemático”. A ello se suman detenciones y malos tratos para los que logran cruzar, antes de que sean expulsados de nuevo a Yemen. HRW escribió al Ministerio de Interior y Defensa saudíes antes de publicar su informe, pero no recibió ninguna respuesta al respecto.
“Más allá de lo imaginable”
Los etíopes, mayoritariamente mujeres y niños no acompañados, llegan a Yibuti, cruzan el Golfo de Adén en precarias condiciones y contactan con mercenarios que los llevan a la región de Saada, en la frontera con Arabia Saudí. Muchos de ellos huyen del conflicto en el Tigray, en el norte del país, pero al final de este periplo se encuentran en una zona asolada por la guerra civil yemení y controlada por los rebeldes huthi, cercanos a Irán, que han consolidado sus posiciones en el noroeste del país. En esta región hay dos grandes campos de migrantes, Al Thabit y Al Raqw, en los que los etíopes detallan extorsiones, maltrato físico y abusos sexuales.
Pero el Grupo de Expertos Eminentes (GEE) de la ONU para Yemen, el único mecanismo internacional que desde 2017 investigaba los abusos y violaciones de derechos humanos cometidos por todas las partes del conflicto, se disolvió en 2021 y desde entonces no existe ningún organismo que documente lo que está ocurriendo. Amnistía Internacional describió en 2021 la guerra civil de Yemen como “el infierno en la tierra”. Naciones Unidas considera que la crisis humana provocada por ese conflicto, que da señales de remitir, es “la peor de la historia”, con al menos 250.000 muertos, 4,5 millones de desplazados y la mitad de sus 32 millones de habitantes víctimas del hambre o a punto de padecerla.
Lo que sucede en esa frontera, una zona montañosa a la que poca gente tiene acceso, está oculto. Y Riad probablemente imagina que puede salirse con la suyaNadia Hardman, HRW
Según HRW, los migrantes intentan cruzar la frontera en grupos de hasta 200 personas. Una vez están en territorio saudí, afirman que han sido atacados con proyectiles de mortero y otros explosivos. Los testimonios recogidos por la ONG son espeluznantes: cadáveres de niños en la montaña, personas desmembradas, cadáveres descuartizados imposibles de identificar. “Nos dispararon repetidamente. Vi a gente morir de maneras que nunca hubiera imaginado. Treinta personas fueron asesinadas en el acto. Hui, me protegí bajo una roca y me quedé dormida. No sé qué pasó, pero cuando desperté había otras personas. Pensaba que dormían a mi lado, pero en realidad eran cadáveres. Estaba sola”, cuenta Hamdiya (nombre ficticio), de 14 años, que intentó cruzar en marzo de 2023 en un grupo de 60 personas. HRW la entrevistó en Saná, la capital yemení, a la que llegó ayudada por otros migrantes.
HRW admite que el número exacto de fallecidos es difícil de calcular y Hardman recuerda que los entrevistados “son personas que estaban intentando salvar desesperadamente su vida cuando se produjeron estos ataques” y están traumatizados por haber visto morir gente a su alrededor. Los muertos “van más allá de lo imaginable”, estima el informe, que ha querido juntar las piezas de este inmenso puzle. “Hemos sido cautos y nuestras cifras son conservadoras, solo hemos incluido lo que hemos podido verificar plenamente”, apunta la experta, estimando que los muertos podrían llegar a ser “miles”.
“Corroboramos muchas de las pruebas obtenidas en las entrevistas gracias a nuestra investigación digital. Pasamos horas, días, meses, geolocalizando, verificando imágenes y mapeando esta zona fronteriza para demostrar que los saudíes sabían o deberían haber sabido que estaban disparando contra migrantes etíopes, contra mujeres y niños”, agrega Hardman. Por ejemplo, las imágenes vía satélite sirvieron para constatar un aumento de las tumbas cerca de los campamentos de migrantes, los muertos en los senderos y la presencia de puestos de guardias fronterizos armados. El estudio de un grupo internacional de forenses dio detalles además sobre el tipo de heridas que sufrieron los migrantes.
Según HRW, unas 3.442 personas participaron en estos intentos de cruce de la frontera en el periodo estudiado. En 11 de estos intentos de atravesar la frontera, los investigadores de la ONG documentaron la muerte de al menos 655 personas, de un total de 1.278.
“Algunos volvieron al lugar para recoger los cadáveres y contaron 90”, dice un testigo. “De 150 personas, solo siete sobrevivieron ese día… Había restos humanos esparcidos por todas partes”, dice otro.
Lavado de imagen
Human Rights Watch ha documentado asesinatos de migrantes en la frontera con Yemen y Arabia Saudí desde 2014, pero considera que lo ocurrido en los últimos meses parece ser “una escalada deliberada”. “En general, hay poca, o ninguna, rendición de cuentas por los abusos de derechos humanos cometidos por Arabia Saudí. El país cuenta con seguir gozando de impunidad y ha hecho un trabajo increíblemente bueno, desviando la atención mediante el gasto de miles de millones en deportes para lavar su imagen”, lamenta Hardman, refiriéndose a un país donde, según la ONU, un 38% de la población es migrante.
“Arabia Saudí debe revocar de inmediato y con urgencia cualquier política, explícita o de facto, de uso de fuerza letal contra migrantes y solicitantes de asilo”, pide HRW en su informe, en el que se insta también a la ONU a lanzar una “investigación independiente que evalúe si los homicidios constituyen crímenes de lesa humanidad”.
Algunos volvieron al lugar para recoger los cadáveres y contaron 90Migrante etíope
El año pasado, un relator de la ONU sobre la violencia contra migrantes pidió explicaciones a Riad sobre las presuntas muertes violentas de más de 400 migrantes a manos de guardias saudíes en este punto de la frontera, entre enero y abril de 2022. Las autoridades de Riad respondieron negando cualquier implicación y garantizando su compromiso con el derecho internacional.
En junio de 2023, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alertó en un informe de la muerte de al menos “795 migrantes, mayoritariamente etíopes, en la región de Saada, al intentar cruzar a Arabia Saudí. El año pasado, Amnistía Internacional denunció que Riad había devuelto por la fuerza a cientos de miles de migrantes etíopes a su país de origen tras mantenerlos recluidos en condiciones crueles e inhumanas por no tener documentos válidos de residencia.
Fuente: El Pais