Por Freider Gandica Morales
Los migrantes y refugiados podemos ser parte del desarrollo del país que nos abrió las puertas y que se convirtió en nuestro nuevo hogar.
Brownsville es nuevamente el centro de la noticia y esta vez no se debe al lanzamiento de un Starship de Space X, sino al trágico suceso en el cual un conductor arrolló a dieciocho migrantes en una parada de autobús que hay frente a un refugio para habitantes de calle y que hoy es la casa de paso de cientos de migrantes. En esta tragedia lamentablemente murieron ocho soñadores.
Aunque las autoridades del condado de Cameron dicen que lo ocurrido se debe a un accidente, testigos de esta tragedia dicen que el conductor -quién además tiene un historial delincuencial marcado y conducía bajo los efectos de la cocaína, marihuana y benzodiacepina- gritó insultos denigrantes contra los migrantes antes de intentar fugarse.
Existen diversas especulaciones al respecto de esta tragedia. Yo me quedo con una que está marcando la tendencia en los populistas del mundo: los discursos de odio.
Los discursos de odio frente a la migración son un fenómeno preocupante que está marcado una pauta en la región. Es peligrosa esta tendencia que hoy surge y es repetitiva no solo en las fronteras de México con Estados Unidos, también lo vemos reflejado en las fronteras de Perú y Chile y se caracterizan por la estigmatización y satanización de la migración basándose en estereotipos y prejuicios infundados. El odio hacia los migrantes es promovido por aquellos que buscan explotar el miedo y la ignorancia de la gente. Un migrante no es más que un ser humano en busca de oportunidades y un futuro mejor.
José Javier Cario Moreno era un ‘chamo’ venezolano de apenas 18 años, el cual ya se había enfrentado a migrar en años pasados. Con apenas 13 años, José se vio obligado a cruzar a través de las trochas hacia Perú, país que le permitió culminar su bachillerato. Lastimosamente, la xenofobia y otros factores políticos y económicos que vivió en el país Inca lo empujaron a mirar hacia un nuevo destino. Acompañado de su papá, mamá y su pequeño hermano de dos años, cruzaron hace apenas un mes la peligrosa selva del Darién. Él, al superar la travesía centroamericana y llegar junto a su familia a la frontera sur de los Estados Unidos, se entregó a las autoridades migratorias y fue separado de su papá y el resto de sus familiares.
José fue liberado el 7 de mayo junto a otro grupo de migrantes del refugio, donde permaneció 72 horas detenido. Feliz de caminar por las calles donde cumpliría el tan anhelado sueño americano, se dirigía a otro refugio situado a diez minutos de donde ocurrió la tragedia para buscar a su familia. En los pocos pasos que dio en un país de oportunidades y libertad fue arrollado. Con él murieron los sueños de ser un futbolista profesional.
Los migrantes y refugiados somos seres humanos que merecemos respeto y dignidad, independientemente de nuestro origen o situación migratoria. Quienes nos vemos obligados a huir de nuestro país de origen no lo hacemos por capricho, lo hacemos por una necesidad y es la de vivir dignamente. Estados Unidos es un ejemplo histórico de cómo cuando se integra efectivamente a los migrantes y se garantizan sus derechos, la recontribución es exitosa, lo vemos en ejemplos al ser migrantes los fundadores de empresas como Google, Apple o Tesla.
Acoger, integrar y crecer deben ser la apuesta de los países respecto a las políticas migratorias. Cuando un migrante se mueve, rehace su vida por completo y esto conlleva a que las políticas migratorias creadas deben dignificar y garantizar los derechos humanos. Las políticas migratorias jamás deben ser pensadas en cuándo y cómo los migrantes se deben regresan a su país de origen, si con ese fin fueron creadas, el fracaso de esa política está a la vuelta de la esquina.
No nos vean como un problema. Los migrantes y refugiados podemos ser parte del desarrollo del país que nos abrió las puertas y que se convirtió en nuestro nuevo hogar.
Fuente: noticiasrcn
