Texto por: Natalia Ruiz Giraldo 4 min
Cerca de un millón de refugiados sirios llegaron a Alemania con la ola de migrantes en el verano de 2015. Desde entonces, el país ha hecho importantes inversiones para acogerlos, con estructuras y organizaciones en todo el territorio. Sulaiman Al-Sakka y su familia son ejemplo de integración en Berlín. Sin embargo, aunque su proceso ha sido exitoso, también han sido víctimas del racismo.
Sulaiman y su familia lo tenían todo en Siria. En Homs, eran dueños de 25 pastelerías y hasta una fábrica. Pero la guerra los dejó sin nada. Con las manos vacías llegaron a Alemania en 2014. Se instalaron en Berlín y poco a poco han ido reconstruyendo el patrimonio perdido en su tierra natal.
Actualmente tienen tres pastelerías. Sulaiman cuenta que el objetivo era salir adelante sin necesidad de ayudas financieras del Estado alemán. Y así lo han venido haciendo. Además de trabajar en la empresa familiar, este joven de 23 años estudió para ser fisioterapeuta.
Sin embargo, la violencia ha vuelto a tocar a la puerta de esta familia. Han sido blanco de la extrema derecha, un problema que no deja de crecer en todo el país. A pesar de esto, Sulaiman aspira a ejercer como terapeuta en Berlín y le gustaría, en un futuro, regresar a su tierra para abrir un consultorio y ayudar a quienes sufren de heridas de guerra.
Fuete:France24