La crisis interna de Haití no tiene solución. Es un país donde flamea el hambre y la marginalidad total. No puede haber orden, si los agentes encargados de imponerlo, desaparecieron.
Una de las secuelas de la intervención de los Cascos Azules de las Naciones Unidas fue la eliminación de la policía y el ejército. Una política desacertada.
Siempre la policía y el ejército son necesarios para imponer orden interno, y vigilar las fronteras terrestres y marítima. Haití quedó siendo tierra de nadie, donde se impone el más fuerte.
Muchos de los pandilleros fueron miembros de los organismos de seguridad. Al desaparecer su fuente de producir el sustento, se lanzaron a formar pandillas. Hoy sobrepasan y tienen más poder de fuego que un puñado de policías que viven temerosos.
En la agenda de las grandes potencias, la crisis haitiana se puede resolver con solo mover un dedo, pero no les interesa. El desorden que hay allí, no les quita el sueño. Las pandillas no buscan conquistas sociales, sino robar, y secuestrar.
Es difícil que de nuevo los Estados Unidos y Canadá de modo unilateral participen en una intervención militar en Haití. Las Naciones Unidas tienen las manos atadas en conformar una nueva fuerza expedicionaria.
Con la guerra de Ucrania sin solución a la vista, es imposible que el Consejo de Seguridad apruebe un multimillonario presupuesto para conformar otra fuerza de los Cascos Azules. El derecho a veto de Rusia y China se haría sentir.
Todos los años Canadá y los Estados Unidos reciben a cientos de refugiados haitianos que llegan de manera ilegal. No los quieren, por lo que en vez de armas, favorecen la ayuda económica y humanitaria para que los haitianos se queden en su territorio.
De ahí que su jugada maestra es que los dominicanos acepten la creación de campamentos de refugiados, y flexibilicen la postura en torno a los ilegales. El pueblo dominicano rechaza los campamentos de refugiados en nuestro territorio, y que la solución al problema haitiano pase por nuestra tierra.
El gobierno tiene que rechazar las presiones de Canadá, Francia y los Estados Unidos para que el país sea punta de lanza en las soluciones que se plantean de la crisis haitiana. El pueblo reclama que las autoridades mantengan una postura firme.
Meter en nuestro territorio la crisis haitiana, es dar los dominicanos un paso hacia el abismo.
Fuente: almomento