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Pese a indecibles dificultades, migrantes mantienen vivos a mil millones de personas

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Trabajadores migrantes paquistaníes en una obra de construcción en Dubái. Foto: S. Irfan Ahmed / IPS

MADRID – Un dato más: 230 millones de trabajadores inmigrantes son hoy una fuente importante para salvar la vida de hasta 1000 millones de personas que pasan hambre en las comunidades más pobres del mundo, así como una línea vital para la economía de sus países de origen.

Las remesas de los trabajadores emigrantes ascienden a más de 6.000 millones de dólares al año, lo que supone tres veces más que toda la Ayuda Oficial al Desarrollo del mundo, que se sitúa actualmente en unos 180 000 millones de dólares.

Y no solo eso: se espera que los flujos de remesas registrados oficialmente hacia los países de ingresos bajos y medios aumenten un 4,2% este año hasta alcanzar los 630.000 millones de dólares, según el último informe del Banco Mundial sobre migración y desarrollo publicado el 11 de mayo.

Al mismo tiempo, sus remesas ya superan en seis veces los beneficios -estimados en unos 100 000 millones de dólares anuales- que obtienen las bandas criminales, los traficantes y contrabandistas de personas y los explotadores sexuales.

Por otra parte, los flujos de remesas de los trabajadores migrantes se han quintuplicado en los últimos veinte años, actuando como un elemento anticíclico durante las recesiones económicas en los países receptores, según el Día Internacional de las Remesas Familiares de este año, celebrado este jueves el 16 de junio.

Obviamente, este es el caso de los emigrantes «privilegiados», los que han conseguido sobrevivir y encontrar un trabajo. Decenas de miles de migrantes no tienen la misma «suerte».

Viajes infernales

Actualmente, cada vez más millones de seres humanos se ven obligados a emigrar, sintiendo los conflictos armados, las catástrofes climáticas provocadas por los seres humanos, las graves sequías, las devastadoras inundaciones, el elevado endeudamiento, el hambre, la caída de la ayuda humanitaria y la persecución política. Y la muerte.

De hecho, cada año se informa de la muerte de miles de migrantes durante sus viajes por tierra y por mar, en particular en el mar Mediterráneo, mientras intentan llegar a Europa, que se considera la tierra prometida de la democracia, los derechos humanos y la igualdad.

El Golfo

Un caso paradigmático es Yemen. Al menos 27800 personas han cruzado desde el Cuerno de África hasta un Yemen devastado por la guerra en los primeros cinco meses de 2022, más que el total de personas que hicieron el viaje en todo el año pasado por la que era la ruta migratoria marítima más transitada del mundo antes de irrumpir la pandemia de covid-19, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El aumento de las llegadas es «motivo de alarma» en un país que atraviesa su octavo año de conflicto bélico.

Cuando llegan a Yemen, los emigrantes afrontan peligrosos viajes a los países del Golfo en busca de trabajo, informa la OIM. A menudo deben atravesar los frentes de conflicto y se enfrentan a «graves violaciones de los derechos humanos, como la detención en condiciones inhumanas, la explotación y los traslados forzados a través de las líneas de control».

«Las mujeres y las niñas suelen denunciar que sufren violencia de género, abusos o explotación, normalmente a manos de los traficantes y contrabandistas», destaca la agencia de las Naciones Unidas.

El mar más mortífero

Entre tanto, los migrantes que arriesgan sus vidas para cruzar el Mediterráneo hacia Europa en endebles embarcaciones, frecuentemente pilotadas por traficantes de personas, corren un mayor riesgo de morir ahora que hace unos años, aseguró el 10 de junio la Agencia de las Naciones para los Refugiados (Acnur).

Las cifras más reciente de visualización de datos de Acnur muestran que el año pasado hubo 3231 muertos o desaparecidos en el mar, lo que supone un amplio incremento con respecto a 2020.

La situación es una «tragedia generalizada, de larga duración y en gran medida ignorada», dijo Acnur.

La agencia de las Naciones Unidas señaló que aunque algunos de los que cruzan el Mediterráneo quieren una vida mejor y mejores trabajos, la realidad es que muchos huyen de conflictos, violencia o persecución.

El coste inhumano ignorado

Durante sus viajes a la vida, los migrantes son presa fácil de las bandas criminales, los traficantes de personas y los contrabandistas, y caen víctimas de una cruel explotación y de la creciente ola de odio y xenofobia, impulsada cada vez más por la mayoría de los políticos, por no hablar de los de derecha y extrema derecha.

Muy utilizados como argumento electoral en los países más industrializados, los inmigrantes son percibidos ahora por los votantes como una amenaza para su propio bienestar y como una pesada carga de la que hay que deshacerse.

Ello como si eso fuera a aliviar el impacto de pandemias que no han causado, de guerras que no han iniciado, de desastres climáticos que no han generado, y de la incapacidad de hacer frente a los continuos obstáculos económicos, inflación, recesión y etcétera.

El coste económico que tanto los emigrantes como sus familias se ven forzados a pagar por sus viajes para sobrevivir suele tener como precio un elevado endeudamiento.

Mientras, los contrabandistas exigen cada vez más dinero.

Por ejemplo, las actividades de contrabando en el paso por mar hacia Italia casi se han duplicado, mientras que la tarifa por este viaje pasó de 6000 a 12 000 euros (cada euro equivale a 1,06 dólares), según un informe de la plataforma no gubernamental DoSomething (Haz algo) sobre el tráfico de personas.

Barridos

En estos momentos, varios países europeos están barriendo fuera a los inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo.

En lo que parece una «operación de desempolvado» con el objetivo de deshacerse de los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo enviándolos lejos, el proceso de «externalización» de millones de víctimas de las guerras, la pobreza, la crisis climática y la persecución política, está creciendo rápidamente.

Remesas

Sobre cómo se gastan las remesas de los trabajadores inmigrantes, Las Naciones Unidas informan de lo siguiente:

En promedio, las remesas representan hasta 60 % de las familias receptoras y habitualmente duplican los ingresos disponibles de una familia, con lo que pueden hacer frente a la incertidumbre en los países de origen y logran crear activos.

Los análisis de 71 países del Sur en desarrollo muestran que las remesas tienen efectos significativos en la reducción de la pobreza: un aumento de 10 % en las remesas por persona conduce a una disminución de 3,5 % en la proporción de personas pobres en la población.

En las comunidades rurales, la mitad de las remesas se destinan a gastos relacionados con la agricultura.

Los ingresos adicionales aumentan la demanda de alimentos de los hogares receptores, lo que incrementa la producción doméstica de alimentos y mejora la nutrición, especialmente entre los niños y los adultos mayores.

La inversión de los ingresos de los emigrantes en actividades agrícolas crea oportunidades de empleo.

Inmigrantes bajo la mira

Por último, pero no menos importante: en varios países europeos, la demanda de trabajadores ha ido en aumento.

En el caso concreto de España, por ejemplo, además del sector de la construcción, los hoteles, las cafeterías, los restaurantes y otros sectores que dependen del turismo, se quejan de la creciente escasez de camareros, limpiadores, personal de limpieza y de otras áreas muy necesarias.

La explicación que se da es que los ciudadanos españoles ya no están dispuestos a aceptar trabajos muy precarios, con salarios bajos, contratos estacionales y jornadas laborales excesivamente largas y penosas.

Una conclusión rápida sería permitir que lleguen más inmigrantes para realizar esos trabajos. Pero…

… Pero en la mayoría de los países industrializados y más ricos, los inmigrantes están siendo «acusados» por la derecha y los partidos políticos de extrema derecha de «robar» puestos de trabajo, de recibir ayuda humanitaria, de privar así de asistencia a los desempleados nacionales, a los jóvenes y a los ancianos, y de malgastar el dinero de los ciudadanos, por no hablar de ser la causa de crímenes y de un largo etcétera.

¡Qué mundo!

Fuente: ipsnoticias


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